Capítulo 14: Corruption rhymes with Condemnation

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Llevaba varias horas sentado detrás de mi escritorio, leyendo y releyendo el caso de defensa en el que Lucius y yo habíamos estado trabajando juntos. Dejé escapar un bostezo mientras miraba el reloj, que ya marcaba la una de la madrugada. Sentí dos manos sobre mis hombros y eché la cabeza hacia atrás para observar a Lucius mientras me miraba.

-Deberías irte a dormir, mañana necesitarás estar en plena posesión de tu ingenio y ejercitar rápidamente la paciencia-.

-Mmh-, dije mientras mis ojos se desviaban implacablemente hacia sus labios sin importar cuántas veces intentara atrapar sólo sus ojos.

Él se dio cuenta y sonrió burlonamente. Se inclinó y colocó sus labios sobre los míos para un beso al revés que dejó que mi risa muriera contra su boca. Le devolví el beso, con mis manos rodeando su nuca. Él lo rompió y se alejó unos pasos, dirigiéndose a la salida.

-¿Eso es todo?- Susurré.
-¿Qué quieres decir?- Preguntó inocentemente, con la mano en el mango.

-¿Qué quieres decir?- Repetí, desconcertado, ganándome una risa baja. -Me besas como un loco y te vas sin decir nada-.

-Bueno, señor Potter, le aseguro que las ganas de hacerle el amor durante toda la noche están ahí, pero no quiero mantenerle despierto más tiempo del necesario cuando su concentración depende el destino de mi hijo-, dijo en un tono extremadamente encantador, dejándome sin palabras. Se inclinó y se retiró esta vez.

Las ganas de estar con él se agitaron en mi estómago y me dejé caer de nuevo en la cama. Tenía razón. Dado el contexto, no sería capaz de dormir a su lado sin... En fin. Me deshice de mi ropa y me puse un pijama cómodo.

Me dormí rápidamente, pero mi sueño se vio perturbado por numerosas pesadillas que me pusieron de un humor no muy alegre por la mañana. Llevaba toda la noche soñando de nuevo con aquel joven de pelo oscuro. Sueños puntuados por visiones pasadas de Voldemort.

Me preparé en silencio y bajé, recién vestido y peinado, a la cocina. Lucius me vio entrar en la habitación y echó una mirada apreciativa a mi atuendo. Iba vestido con una túnica de mago con el escudo de Potter y Black, muy elegante pero sobria.

-Lord Potter-Black-, dijo lentamente. -¿Pretende aplastarlos con sus títulos?-.

-Darme un poco de peso, sí. Aplastarlos, por qué no. Recordarles mi estatus en una sociedad que no apruebo, ciertamente-.

Dio un sorbo a su té con una mirada seductora y una sonrisa risueña apenas disimulada. Me preparé para salir hacia el Ministerio a las ocho menos diez.

-Sea cual sea el resultado del juicio, gracias por intentarlo- susurró Lucius, atrayéndome hacia él mientras entraba en la chimenea.

Depositó un beso extremadamente suave en mis labios y sentí que mi pecho se hinchaba con el contacto, avivandome más que mi pobre té matutino. Le devolví el beso, consciente de la extrema preocupación que intentaba ocultar, que de todas formas podía sentir. La vida de su hijo estaba en juego, no podía imaginar la angustia que le causaba. Ponía cara de valiente, pero no me engañaba.

Me separé de él de mala gana y dejé que la chimenea me llevara.

Inmediatamente me dirigí al Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, tomando el ascensor. Busqué el Juzgado Doce y me quedé helado cuando oí voces dentro. ¡Habían adelantado la hora del juicio en el último momento! Me incliné un poco y escuché:

-...no habiendo accedido ningún abogado a defenderle, el acusado, el señor Draco Malfoy, se defenderá por tanto a sí mismo-.

Casi hice saltar la puerta de sus goznes al entrar en el tribunal. Los aurores intentaron detenerme, pero al reconocerme se quedaron paralizados.

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