Capítulo 10: Master of death rhymes with safe

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Aterrizo frente a Gringotts. Ya era hora de que comprobara las alegaciones de Lucius. En cuanto entré en el banco, los ojos de los duendes se fijaron en mí. Los ignoré y me dirigí hacia Ragnok, al final de la sala. Subí los pocos escalones hasta la plataforma donde estaba su despacho, algo parecido a un trono, con un poco de distancia entre nosotros.

Se inclinó sobre él y susurró: 

-Lord Potter-Black, ¿a qué debo el placer?-.

-Debo saber qué hay en la bóveda más antigua de este banco. Está marcado con el símbolo de las Reliquias de la Muerte-, dije en voz baja para que sólo él pudiera oírme.

Entrecerró los ojos y se meció en su silla, acomodándose más cómodamente.

-Nadie más que su legítimo propietario puede saber lo que hay dentro. Ni siquiera nosotros-.

-¿Y quién es su legítimo dueño?-.

-El Maestro de la Muerte, por supuesto-.

Me quedé atónito por un momento. Lucius tenía razón.

-Y cómo vas a determinar que una persona lo es, si las Reliquias han desaparecido, según el deseo del Amo de la Muerte-.

Me miró con renovado interés.

-Bueno, tomaré una muestra de sangre y la analizaré para saber qué posesiones le corresponden al mago en cuestión-.

Inmediatamente extendí mi mano y él la observó, fascinado. 

-Toma mi sangre y dime-.

Los demás duendes guardaron silencio, pareciendo entender lo que estaba sucediendo. Algunos magos, perturbados por este hecho, trataron de verme mejor. Inmediatamente me eché la capucha de la capa sobre la cabeza. No había necesidad de más publicidad.

Ragnok asintió con deferencia y agarró una pequeña aguja en una caja. Me pinchó el dedo y sacó un pergamino. Me indicó que aplicara mi dedo ensangrentado al pergamino. Tratando de permanecer impasible, lo hice. Ragnok agarró el pergamino y lo miró con atención. Sus ojos se abrieron de par en par y fue la primera vez que vi asombro en la cara de un goblin. Dejó el pergamino en la mesa y, aún al revés, pude ver el título que aparecía de forma aproximada:

Lord Harry James Potter-Black-Peverell, Maestro de la Muerte.

-Sígueme-, dijo inmediatamente, abriendo una puerta detrás de su escritorio.

Le seguí y casi tuve que correr para alcanzarle mientras se hundía en las entrañas del banco con una linterna.

-No entiendo, ¿por qué es tan importante este título?- Pregunté, con la respiración entrecortada por el descubrimiento.

-Sr. Potter, esto le da muchos más poderes de los que puede imaginar. Especialmente dentro de nuestra sociedad. Puede disolver el Ministerio con un chasquido de dedos si lo desea. Usted tiene el mayor capital de inversión en el mundo mágico. Gringotts fue fundado por los Peverell, Hogwarts fue mantenido por los Peverell. Hogwarts fue fundado sobre los cimientos de lo que los Peverell construyeron. Y sin mencionar la afluencia de poder que debes sentir en tu interior. La capacidad de ver más allá de la muerte, la capacidad de curar con extrema rapidez, de captar los mecanismos de la existencia y de la muerte, de captar lo intangible en todo, en cada persona. El Maestro de la Muerte es también el Maestro de la Vida, uno no puede ir sin el otro. Usted vivirá una larga vida, señor Potter, y los que estén a su lado también verán aumentado su poder mágico. Por eso no debe revelarlo a nadie. La inmortalidad e incluso la simple longevidad atraen mucha lujuria. Tal cantidad de poder... No puedo imaginar lo que la gente te haría-.

WHEN EROS MEET THANATOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora