Dos meses más. Eso es lo que tardamos en preparar la llegada de nuestros dobles a la escena. La inesperada llegada de Eridan había retrasado bastante las cosas. Yo no me quejaba y Lucius tampoco, demasiado ocupado en organizar su futuro para los próximos diez años. Nada menos. Yo estaba ansioso y Lucius, aunque no lo demostró, parecía tener dificultades para digerir el hecho de tener dos hijos en el banquillo. Eridan por su afiliación conmigo y Draco por su afiliación con Lucius. En ambos casos, atraíamos las miradas. Mala pinta.
Draco se había mostrado distante con el niño al principio, pero luego, al tener que cuidarlo, simplemente se había encariñado con él, supuse. Estaba creciendo rápido, demasiado rápido. Y teníamos un millón de cosas que hacer para darle un futuro decente. Para reconciliarnos con nuestra vida anterior y restablecer el equilibrio del mundo mágico que habíamos roto hace casi dos mil años. Porque de ninguna manera íbamos a dejarlo como legado.
Así que en ese fatídico día de lluvia, Lucius y yo nos reunimos en mi oficina.
-Relájate-, ordenó.
Dejé de golpear el suelo con el pie y levanté la cara hacia él.
-No estoy...-, intenté.
-No me mientas-.
-No lo haré, pero es muy difícil cuando...-
Puso los ojos en blanco y me besó, brevemente, haciéndome callar en el proceso. Levantó la vista y me besó, brevemente, haciéndome callar al mismo tiempo, y obligándome a desviar mi atención de mi propio cerebro y concentrarme en su mirada ardiente sobre mí.
-Estaré bien-, dijo, y eso era todo lo que necesitaba oír.
Me entregó uno de los colgantes de Psique que había encontrado en el baúl de Peverell en mi primera visita.
En cuanto nos colocamos las cadenas en el cuello, nuestros dobles aparecieron en una bruma dorada. Habíamos hecho un montón de pruebas. Actuarían exactamente igual que nosotros en su lugar, teniendo todos nuestros recuerdos hasta el momento de su aparición. Eran totalmente independientes de lo que nos ocurriera, a menos que muriéramos. De lo contrario, no sintieron nuestro dolor, ni experimentaron nuestros cambios físicos una vez que aparecieron. Todo lo que experimentaron aparte de nosotros se almacenó en su memoria y volvió a nosotros cuando desaparecieron.
Los observé, perturbado. Lucius les echó encima una elegante túnica de mago. Uno tenía el escudo de Potter-Black y el otro el de Sigrid. Los dobles cambiaron, mirándonos con la misma mirada indescifrable que nosotros.
-Bien, seamos claros, esta noche serán Nell Sigrid y Harry Potter-Black. Esta fiesta es importante, así que ya saben lo que tienen que hacer ser endiabladamente listos y encantadores-, les expliqué a los dobles mientras se vestían.
-¿Crees que somos tontos?- respondió despreocupadamente el doble de Lucius, disfrazado de Nell Sigrid.
Miré desesperadamente a mi Lucius, que parecía diabólicamente divertido ante la situación. Sentí que me venía un dolor de cabeza y me resigné a no comunicarme con los alters o mataría accidentalmente a uno de ellos.
Lucius me lanzó un traje de dúo ajustado pero extremadamente reforzado y con mucho movimiento. El traje era de cuero de dragón bastante suave y una camisa blanca. Los bolsillos se escondían por todas partes y un cinturón lo optimizaba todo, dejando un lugar para guardar una varita y... una daga.
-Siento que me estoy convirtiendo en tu socio en el crimen-, dijo mientras me ponía los pantalones.
Me puse las botas de cuero con facilidad, sorprendido por la amplitud de movimiento que me permitía el traje.
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WHEN EROS MEET THANATOS
FanfictionCuatro meses después de la Batalla de Hogwart, Harry se recupera lentamente, a salvo en su mansión. Hasta que un día Kingsley deposita en su puerta a un Lucius Malfoy extrañamente conciliador, condenado a muerte. Resulta que el Lord ha formulado com...