|26| Epilogo.

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Cuando por fin había nacido el tan esperado bebé de Ban y Elaine todas las hadas se adentraron a observar lo impactante y desconocido que podía ser el nacimiento de un humano y un hada, afortunadamente Lancelot, el ahora hijo de la pareja había nacido sano y fuerte, el vivo orgullo para los dueños del bosque de las hadas. Era un total milagro que el destino pudiese forjar la union y procreación de dos razas distintas, pues al ver la inmensa panza de Elaine a los nueve meses no pudieron muchas hadas se preguntaban que estarían creciendo en su vientre, la compatibilidad de las razas en esa era resultaba algo inédito, lo mismo aplicaba para Diane y King, así como para Meliodas y Elizabeth, quienes también ya habían tenido un saludable niño.

En este momento, en el mismo árbol se hallaba ya un techado de otros pequeños árboles perfectamente ambientado para el normal estadio de la familia, era mas cerrado, privado y también seguro, pues había un comedor, mas habitaciones, mas camas, mas utensilios para preparar comida, una cocina, entre otras más.

—¿Quién es el niño más hermoso del mundo?. —Bromeaba elevando a su hijo cada vez mas alto mientras lo sujetaba con fuerza, una inmensa expresión de alegría se fijaba tanto en el padre como en el pequeño. —Pero claro que eres tu, mi grande y fuerte Lancelot, serás un gran hombre cuando crezcas.

—¿Ya quieres que crezca no?. —Se acercaba su mujer para abrazarlo por detrás y mirarlo con afecto.

—De hecho no quisiera que creciera mucho aun, es todavía un bebé y prefiero que siga unido a nosotros como ahora.

—Aun le faltan muchas etapas por cruzar, crecerá a su tiempo, no te precipites. —Dijo para posteriormente alejarse al lavabo de agua natural sujetada de un pequeño tronco.

—Tienes razón, pero algo me dice que sentiremos el tiempo pasar más rápido de lo esperado. —Ban yacía en un cómodo sofá de algodón sujetando al pequeño.

Sin embargo, después de tenerlo en los brazos escuchó una pequeña vocecita acompañada de una baba por parte del bebé. —¡Coff! —Exclamó el infante con esos sinceros y puros ojos, embarró el pecho de Ban un momento a lo que este se dio cuenta de inmediato.

—Oh. —Elaine también se dió cuenta y se acercó rápidamente a su hombre con un pañuelo que tomó con velocidad con fin de limpiarlo.

—No, no, descuida, lo limpio yo. —Sonrió ante el acto de su hijo, no le molestaba para nada tener que encargarse de este, al contrario le gustaba servirle a su mujer y a su pequeño al mismo tiempo.

Ban levantó a Lancelot  sobre Elaine para que esta le limpiara el pecho sobre la camiseta babeada, pues no se detuvo cuando se negó a aceptarlo, asi que mientras la chica lo limpiaba el comenzó a verla con deseo. Elaine estaba concentrada en desaparecer la mancha pero de un momento a otro dirigió sus ojos también al hombre por inercia y notó como este la observaba.

—¿Qué tanto me ves?. —Preguntó arqueando un poco las cejas sonriendo algo nerviosa, pero no tan nerviosa como antes solía ser.

—¿Alguna vez te he dicho que eres la mujer y madre mas hermosa que he visto?.

—Si, varias veces. —Respondió aguantándose las ganas de reír sin detener su actual acción.

—Elaine... —Ella lo miró detenidamente cuando mencionó su nombre con seriedad. —¿hace cuánto no lo hacemos?. —Preguntó sin limitarse o avergonzarse.

—Ban, ¿qué pregunta es esa? N-No... no lo se. —Se sonrojó un poco, o casi como siempre.

—Hagámoslo. —Aclaró con firmeza, pues aunque no lo creyeran su actividad intima había reducido desde que había quedado embarazada y ya bastante tiempo después de que naciera Lancelot. Elaine no dijo nada, solo seguía con las mejillas sonrojas, y aunque lo ocultara ella también lo deseaba tanto como el.

Ese mismo día, cuando las estrellas inundaron el cielo y la pareja durmió a Lancelot en su cuna esta no pudo resistirse a su nueva noche de pasión. Ban besaba con injundia a Elaine, parecía que no pero resultaba que de algún modo la intimidad había sido mejor ese día que otras veces, quizás por la abstinencia de tantos meses sin acción alguna. Con pensamientos y roces prohibidos se toquetearon lo suficiente hasta inundarse y volverse uno como en un principio la habían hecho, era una sensación lujuriosa y placentera, ambos lo extrañaban como el infierno.

Después de innumerables climax y suspiros la pareja cayó en profundo sueño. Ban estaba extasiado después del acto, la rubia quedó tan solo un poco adolorida por lo típicos movimientos del hombre, desde que lo hicieron por segunda vez su tacto solía ser mas brusco y con poderío, al parecer el inmortal seguía creyendo que no era problema para su novia aguantar eso, pequeño error que al final de todo disfrutaban.

Justo cuando el sol apareció al dia siguiente e inundo a la pareja se escucharon los gritos de su bebé, había que levantarse y revisar que le pasaba, pero lo mas probable seria que tuviese hambre o que hubiese hecho sus necesidades. Elaine fue la primera en abrir sus ojos.

—Mmmm... ¿Ban?.

El hombre yacía en el quinto sueño, un sueño muy feliz parecía ser, pues solo podía notársele el gesto de embobado que tenia. Elaine solo suspiró y mientras lo observaba pensó que no habría hombre mas bello en el mundo que Ban, dicho aquello estiró una de sus pequeñas manos y tocó suavemente su mejilla, lo dejaría tranquilo descansando mientras ella se levantaba a revisar a su hijo, se colocó una bata blanca mientras bajaba de la cama hasta dirigirse a la cuna.

Cuidar a un bebé no era tarea fácil, en cuanto la hada lo sostuvo en brazos dejó de llorar, quizas solo necesitaba compañía y alguien que estuviese a su lado. En ese momento pensó que jamas por nada en el mundo lo abandonaría, el era su todo junto con Ban, tanto que disfrutaba cada momento con ellos, en cuanto su hijo creciera este también decidiría su vida, algo normal que debían aceptar, pero por el momento debían conformarse con cambiar pañales y alimentar a su único hijo, único por el momento.


Una vida juntos

[NNT] Unα vıdα juntos | Ban x ElaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora