Our song ~ P. Gonzalez

021

Madison García:

Estuve una semana más junto Chiara y Federico, la última semana se basó en estar en su casa tirados en el sillón.
Me sacó de mis pensamientos la voz del piloto del avión, informó que aterrizaremos dentro de pocos minutos en Castellón. A los minutos como indicó el piloto aterrizamos, cogí mi maleta y fui hacia la salida.
Lo primero que vi al salir fue a Pau quién llevaba un pequeño cartel con mi nombre, no pude evitar acordarme del día que llegue a Sevilla, Ferran me esperaba aquel día con un cartel junto a una carita sonriente.
Pau al verme sonrío al instante igual que yo, me acercó hacia el rápidamente, en dónde me esperaba con los ojos abiertos.

- Te extrañe un montón, Mad - dijo al terminar el largo abrazo.
- Yo también te extrañé un montón - dije antes de agarrar mi maleta.
- Vamos, que tenemos que ponernos al día - habló al percatarse de mi acción.
- Pau - lo llamé antes de que arrancara su coche blanco.- ¿Cómo han estado está semana las cosas por aquí? - pregunté mirándole con curiosidad.
- Solo ha pasado lo vuestro y creo que ya está - dijo y añadió al instante.- Me convocaron para los Juegos Olímpicos de Tokio, Mad - dijo risueño.
- Felicidades Pau - dije con una gran sonrisa dibujada en la cara.

El resto del trayecto lo pasamos cantando, hablando de diversos temas y riéndonos.
Después de media hora llegamos al domicilio de Pau, a los segundos entramos y me enseño la casa. La casa estaba constituida por tres habitaciones y dos baños, el hogar tenía una decoración rústica. La habitación en dónde me iba hospedar era muy acogedora, igual que la casa.

- Ahora si cuéntame lo que en verdad paso - dijo tranquilo, sirviéndome zumo en un vaso.
- Aquel día había quedado con Nicolò Barella, el y yo fuimos pareja pero no terminamos bien- dije aclarándolo.- pues nosotros aclaramos todo, al final de hablar el me dio dos entradas para ver la final de la Eurocopa, pues volví al hotel para preguntarle a Pedro que si quería ir conmigo - dije y a los segundos añadí.- Al entrar me encontré a Pedro guardando todo en su maleta, yo le pregunté que pasaba, el me miro me serio y me dijo que no quería saber nada de mi y que nunca fuimos nada - dije antes de tomar un poco de zumo.-  A los segundos se fue dejándome en la habitación llorando durante horas - Pau me miro triste.
- Mad pensaba de sobra que lo que había dicho Pedri era mentira pero no me imaginé que ya terminado de esa manera - dijo Pau mirándome.- Si Pedri te hubiera dejado explicar seguirían siendo la pareja, la que le gustaba a toda la selección - dijo tristemente.
- Cada día pienso que hubiera pasado si no me hubiera citado con el - dije mirándole.- Te mentiría si te dijera que no pienso en él cada día - me sinceré con el, mi mejor amigo.
- Mad, estoy convencido que a él también le pasa lo mismo - dijo Pau de igual manera, a los segundos se levantó para darme un abrazo.

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Pedri González:

Seguí en casa de Ferran las siguientes semanas, mi amigo me enseñó el campo en dónde el juego y también visitamos otros lugares.
Ayer recibí una llamada, me informaron que estaba convocado para jugar en los Juegos Olímpicos de Tokio. Después de unas horas acepté la propuesta y se lo informé a mis padres, quien no pararon de decir lo orgullosos que estaban de mi.
Por una milésima de segundo se me pasó por la cabeza llamar Madison para decírselo pero al instante borre ese pensamiento de mi cabeza.
Como le había dicho a Ferran hace unas semanas todavía no estaba preparado para hablar con ella, mejor dicho, me daba vergüenza hablarle por como la cague ese día en Londres.

- Ferran, me iré dentro de dos días - le informé.
- Pedri, suerte para los Juegos Olímpicos - dijo mirándome sonriente.
- Queda más de un mes para los Juegos - dije riéndome.
- Lo digo por si se me olvida - dijo sincero.

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Unos días después, me encontraba en mi piso de Madrid.  Al llegar lo primero que hice fue hacer videollamada con Ferran y Èric, hablamos varios horas hasta que se acaba mi móvil.
Dentro de unos días empezarían los entrenos junto a los convocados de los Juegos Olímpicos, al ver los convocados no pude evitar sonreír y emocionarme.
Mire el ventanal de la habitación, mirando a las personas que parecían hormigas en mi punto de vista, imaginándome una vida en dónde nadie opinaba de mi, en dónde no tenía que dar explicaciones de lo que hago a diario.

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