𝗧𝗥𝗘𝗖𝗘: La Mirada del Mundo

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Julián empuja las puertas dobles del hospital mientras Billy y Theo cargan a Jessie hacia el interior del hospital. Yo corro fuera del taxi, dejando a Paloma pagándole al conductor. Corro con el bolso del bebé como una loca detrás de los dos hombres en pijama que cargan a una mujer embarazada que grita lo suficientemente fuerte como para despertar a todo Nueva York.

Una enfermera corre hacia ellos con una silla de ruedas, la dejan en ella antes de que la mujer corra por el pasillo lateral. Julián le grita indicaciones a la distancia mientras saca papeles de su chaqueta.

—¿Qué pasó? —pregunta Paloma, corriendo para reunirse con nosotros delante del escritorio de recepción.

—¿No te diste cuenta? —cuestiona Billy— A Jessie se le estaba saliendo el bebé dentro del auto... Juro que vi una manito saludar por debajo de su vestido.

Theo frunce el ceño, observando al castaño como a un bicho raro.

—Eso es demasiado perturbador —le deja en claro el ojiazul.

—Iré a cambiarme, veré que tanto puedo intervenir en el proceso de labor —dice Julián con la mirada algo perdida—, cuando la revisé antes de venir ya iba demasiado adelante como para usar drogas en ella, esto puede demorar tanto como una hora como veinte.

—Nos quedaremos el tiempo necesario —asegura Paloma cerrando su chaqueta antes de dejarse caer en una silla.

—Si sucede algo, les daré noticias —y sin decir más corre por ese mismo pasillo.

Hay cientos de problemas acechando a nuestro pequeño grupo de intereses meramente egoístas. Las personas que persiguen a Theo efectivamente siguen persiguiéndolo, el dinero que debe Billy sigue siendo una deuda y el hombre al que busco es un fantasma.

Me dejo caer en la silla junto a Paloma. 

Braxton. Braxton. Braxton.

Solo pienso en ese nombre últimamente. Echada sobre el colchón con la vista en el techo, imaginando cómo sería su rostro, si tendría cicatrices en el rostro y brazos, si sería un hombre viejo de barba canosa o un hombre joven con sed de sangre.

Aunque tenía el nombre, que era algo que siempre había deseado, no siento que esté cerca de solucionar nada. No puedo olvidarme de la realidad. Puedo correr por las calles, escondida entre las sombras, combatiendo criminales peores que Billy, peores que los hombres a los que asesina, pero no puedo olvidar lo insignificante que soy comparada con ellos.

Ni siquiera estoy segura de ser lo suficiente valiente como para hacerlo con mis propias manos.

—Ambas se ven muy pensativas... —señala Theo antes de sentarse a mi lado.

—Probablemente porque sí estaba pensando —murmuro.

—¿Sigues preocupada por lo de Billy? —eleva una ceja.

—Sí pero no pensaba en eso —respondo—. La verdad me sorprender que no lo haya matado aún... No confío en él, quién sea que sea Ross ¿Por qué regalarle más tiempo después de lo que Billy hizo?

—Hay tipos muy locos en Hell's Kitchen —asegura.

—Tú eres uno de ellos —respondo con humor.

Sonríe, achinando sus ojos celestes.

—Nunca pregunté cómo llegaste a estar bajo el cuidado de Kaleo —frunce el ceño.

Perros de Guerra | ✓ EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora