𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗨𝗡𝗢: Te Estaré Viendo

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Puedo sentir el frío de la despedida aún cuando no me ha mirado una sola vez. Trago duro, bajando la mirada al té frío entre mis manos a sabiendas que quizá este sea uno de los últimos momentos en los que él merodee a mi alrededor.

Puedo sentirlo, la oscuridad avecinándose como una gigantesca sombra que se cierne sobre nosotros. Billy mantiene sus grandes ojos oscuros fijos en la pared de ladrillos frente a nosotros. Poso mi mano sobre su pecho.

—Vamos a tener que irnos —dice, finalmente.

—¿Por cuánto tiempo? —pregunto en voz baja.

—Hasta que todo sea seguro...

Asiento, aceptando la información.

—¿Cuándo? —pregunto.

—Lo más pronto posible —sus ojos solo me ven un segundo—, llamé al arrendador, está de acuerdo con que deje el departamento, lo alquilará con todos los muebles, lo que dejará un poco de ingresos para ti...

—¿A dónde iremos? —cuestiono.

Esta vez voltea a verme por completo. Dex suspira y en silencio se retira de la sala hacia el pasillo.

Ha estado aquí los últimos cinco días.

—Madison, no irás con nosotros —dice.

¿Qué?

—¿Cómo...? ¿A dónde iré yo? Billy, yo vivo contigo —le recuerdo— ¿Tú y quién?

—Dex y yo nos iremos por la mañana y tú...

—¿Yo qué, Billy?

—Ya puedes ir a la universidad, tener lo que ibas a tener antes de que nos cruzáramos o más bien... Antes de que me acosaras —dice, intentando encontrar algo de humor en mi profunda tristeza.

¿Qué?

—¿De qué hablas? —pregunto.

—Hablo de esa escuela de teatro a la que querías ir, ve.

Mis ojos se llenan de lágrimas, rabiosos y estallo.

—¿Qué? —sollozo— Quiero ir contigo, quiero ir contigo y con Dex...

—Acabo la misión —su expresión es seria—. Eres libre, vengaste a tu familia, te dejaré dinero y Theo y Paloma quieren que vivas con ellos hasta que puedas acomodarte. Por favor, Maddie, no desperdicies tu vida quedándote a mi lado.

—Pero quiero seguir contigo, Billy.

No me ve a los ojos y eso me mata.

—No podría perdonarme pedirte que te quedes —responde, su voz mantiene ese tono de pesadez—. Yo aún tengo mierda que solucionar. Me iré con Dexter, debemos irnos de la ciudad un tiempo, hasta poder atar los cabos sueltos, solo entonces podré volver...

—¡¿ESO ES TODO, BILLY?! —grito, furiosa— ¡¿Me dices que me vaya mientras tú desapareces?!

—¡ESE FUE EL TRATO! —exclama— Haría el trabajo y luego volveríamos a nuestras vidas. Nunca podré darte paz, Madison.

—No quiero no volver a verte —niego.

—Tampoco quiero despedirme de ti —asiente, apenado—. Pero los hombres como yo no tienen libertad, te lo dije, cariño.

Perros de Guerra | ✓ EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora