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Cuando Kitty abrió los ojos, sintió un horrible dolor en su espalda y un zumbido irritante en el ambiente. La temperatura era baja, muy baja, aunque una fuente de calor estaba a su costado. De hecho, era una persona de cabello rubio y piel pálida, quien aún se encontraba inconsciente.

—¿Agust? —preguntó mientras frotaba sus ojitos—Despierta. —Lo empujó con su hombro derecho.

—¿Ah? —le contestó aún medio-dormido.

—Estamos en...

Entonces, se dio cuenta de que, en realidad, no tenía ni idea de lo que ocurría. No sabía quién los había secuestrado ni dónde estaban. Por eso, decide buscar alguna pista, recorriendo el lugar sin moverse de su sitio.

Nota que las paredes son metálicas y que hay varios estantes repletos de químicos y fármacos. También había algunos frascos vacíos. A simple vista, podría decir que era una especie de laboratorio, mas no había una mesa de trabajo ni los instrumentos adecuados. Además, la temperatura era demasiado baja, casi como la de... Oh, no. Ya sabía dónde estaban.

—Este es un almacén helio-K —susurra con el ceño fruncido, sin ocultar su sorpresa.

—¿Qué? —cuestiona Agust finalmente en sus cinco sentidos.

—Es un almacén fabricado con un metal indestructible que se arma mediante el uso de presión de aire. —En eso, busca algún logo o escrito que le brinde más información, pero no encuentra nada relevante. —Lo inventé hace seis años para los almacenes de mi padre. Luego proseguimos con la comercialización.

—Y así llegó a las manos de Killer Prince...

—¡¿¡Qué!?!

Eso nombre por supuesto que lo conocía. Odiaba a se maldito asesino de piel perfecta y cabello oscuro como el carbón. Se creía la gran cosa y se pavoneaba como un rey. Creía que todo era suyo; por eso, no dudaba en reclamarlo. De hecho, se parecían un poco en cuanto a personalidad, pero eso solo lo hacía más insoportable.

—Claro —continúa Agust sin atreverse a mirarlo—. Él me envió un mensaje para decirme que iba tras de ti. Intenté llamarte, pero...

—Ya —lo interrumpe al fin levantándose del suelo—. Supongo que llegaste muy tarde y también te atraparon. —Chasquea su lengua con fastidio. —¿Al menos le avisaste a mi papi?

—Ah.

—Ah —lo remeda arrugando su nariz, a punto de hacer un puchero—. Por suerte, conociendo a Killer Prince, ya le habrá dicho para atormentarlo. —Muerde su labio con rabia. —Intentará que recuerde lo que pasó con mamá en Miami —susurra—. Se aprovechará de eso e intentará negociar, o tal vez solo nos deje morir porque ama estos juegos.

—¡No vamos a morir! —exclama Agust acercándose a Kitty. Ya había callado suficiente mientras el hijo de su jefe creaba teorías. No permitiría escucharlo ser pesimista— Eres muy valioso para ese desgraciado y, —Sujeta su mano como si fuera una especie de promesa. —si igual lo intenta, no lo permitiré.

—¿Creí que ya no te importaba? —susurra Kitty sin entender por qué su corazón latía tan fuerte.

La mirada intensa del rubio y el calor de sus manos eran como una fuente de energía. Hace mucho que no experimentaba aquello. Se sentía tan bien recordar lo mágico de su cercanía; en especial, luego de tantos conflictos entre ellos.

—Jamás dejaste de importarme.

—Pero esa noche tú dijiste...

—Nunca dije que no me importaras —lo interrumpe refiriéndose a su encuentro en el baño de la pizzería—. Solo no fui a buscarte. No quería repetir lo que pasó con Killer Bunny. —Baja la mirada con vergüenza. —Odié verte tan furioso y decepcionado.

—Pero igual me trataste mal y, antes de eso, me ignoraste.

—Estaba defendiéndome de tus palabras y lo otro fue para no arruinar tu noche.

—Pues la estropeaste. —Bufó. —Tienes suerte de que decidí no depender de tu atención —dice haciendo un tierno puchero con sus labios hinchaditos.

Agust realmente extrañaba estos momentos. Extrañaba verlo hacer berrinches, sonrojarse, morder sus labios, ponerse nervioso y mil cosas más. Extrañaba pasar tiempo con el dueño de su amor. Realmente, extrañaba tenerlo a su lado.

—Tienes suerte de que decidí amarte sanamente —susurra asegurándose de que Kitty no lo escuche—. Te voy a recuperar, mi amor.

En eso, la puerta es violentamente abierta por el dueño de sus nuevas desgracias. Estaba vestido con un maravilloso traje a rayas y llevaba un sombrero azul noche, el mismo color que sus zapatos. Además, sujetaba una especie de bastón negro con detalles dorados.

—¿Quién te crees? ¿El Jocker? —se burla Kitty, ignorando por completo su situación vulnerable.

—Gatito. —Sonríe en grande. —Tal como veo, sigues siendo igual de encantador —masculla sin borrar su falsa alegría—. Nunca cambies. —Le guiña un ojo. —Espero que mientras mueres encerrado aquí no pierdas tu sentido del humor.

Entonces, así de rápido como llegó, se fue. Y, al parecer, no pensaba regresar, aunque nunca se sabía. Como dijo Agust, Kitty era demasiado valioso para él.

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• NO DEBISTE DEJARME • [DKi//Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora