• NO DEBISTE DEJARME • [DKi//Yoonmin]

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¿Cuándo se dieron cuenta de que eran los malos en su relación?

A mí tuvieron que decirme mis amigos (2018). “Hace dos años, se pelearon en el salón porque X le dijo a Y que no se metiera contigo, pero Y le dijo a X que tú ahora estabas con él”. Fue algo así. Yo quedé en Jungshock.

En fin, nunca me sentí culpable sobre eso porque tenía otros problemas más serios, relacionados con mi salud. Sin embargo, me pregunto qué habrán pensado de mí. Bueno, F, pasó hace mucho.

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—¡Agust! —gimió al sentir su interior ser llenado.

Tenía su cabello rosa otra vez, como si el tiempo no hubiese avanzado. Tenía los labios hinchados y el cuerpo sudoroso. Sin duda, estaba disfrutando de una buena noche.

—Mi amor... —le susurró su novio mientras volvía sus estocadas cada vez más bruscas— Eres perfecto. Tan hermoso... Tan mío...

Esa sensación era tan satisfactoria. Amaba esas manos en su trasero y las lamiditas en su cuello. Sentir cómo ese hombre jugaba con su cuerpo le encantaba. Lo llevaba al éxtasis y eliminaba todo lo malo que arruinaba su vida.

—Te amo.

—Y yo a ti.

¿Cuántas veces había oído esas palabras? No lo sabía, mas habían sido muchas. Cada vez que peleaban se repetían sin cesar hasta que ambos olvidaban el tema del conflicto. Sin embargo, no servían de mucho, razón por la cual terminaron de esa forma tan repentina.

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¡Miau!

Todo había sido un sueño, más bien, un recuerdo. En realidad, su única compañía esa mañana era Minie. Se encontraban en su habitación, dejando las horas pasar porque se negaban a salir de ahí.

—Quiero que el mundo me trague y me escupa en Miami —dijo recordando las últimas vacaciones que pasó junto con su madre antes de su muerte.

Grr...

—Bueno, bueno... —Acarició las orejitas de Minie. —Ojalá nos trague a ambos y nos saque de aquí.

En eso, suena su celular, pero cuelga al leer el nombre de Jungkook escrito ahí. Desde su pelea, ya no quiso saber más de él. No contestó sus llamadas ni le abrió la puerta la noche anterior. No tenía ganas de verlo por el momento, pero sabía que tendría que dar la cara. Al fin y al cabo, seguían siendo compañeros de trabajo.

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—Por favor, tiene que hablarle —suplica Killer Bunny.

Ahora, se encuentra en frente de su jefe y el padre de Kitty: el señor Park. Él es el único que posee cierta autoridad sobre el joven, su única opción para mejorar todo. Por eso, quería que hablara con su hijo y le explicara que lo mejor sería charlar con un psicólogo.

—Sabes que no me escuchará. —Suspira. —Es muy independiente, nunca pregunta cuando toma decisiones y no está acostumbrado a que...

—Entonces, ordéneselo como jefe, no como padre —insiste el pelinegro.

—Mira. —Peina su cabello hacia atrás algo exasperado. No le gusta encontrarse en esta posición. —Si se lo ordeno, preguntará por qué los otros no reciben el mismo tratamiento. Todos aquí están mal de la cabeza. —Sonríe como si fuera una anécdota o un chiste. —Todos somos escoria... ¿Por qué él tendría que cambiar si nadie más lo hace?

—Porque está poniendo en riesgo su trabajo, porque es su familia...

Familia, esa palabra tan peligrosa que los mafiosos odiaban. Era tan solo un estúpido compromiso para amar y, por ende, morir por alguien. Sin embargo, para el señor Park, es un concepto más profundo y complejo que echa raíces en su pasado.

Hay toda una historia oculta. Hay una maraña de recuerdos sobre su esposa y su pequeño, todo antes del accidente. Es tan doloroso, tan dañino, que lo hace sentir débil. Por eso, odia recordar que alguna vez tuvo una “familia feliz”.

No obstante, en ciertos momentos, lo mejor es traer los recuerdos de vuelta. En especial, si es por el bien de tu hijo.

—Entra a su oficina y, en el primer cajón de su escritorio, encontrarás un álbum de fotos —le confesó a Killer Bunny—. Si lo logras, puedes chantajearlo con eso. Es lo único que convencerá a Kitty.

—¿Y si no consigo entrar?

—No creo que nada ni nadie más lo convenza.

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