• NO DEBISTE DEJARME • [DKi//Yoonmin]

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Buenas noches. Espero que les esté gustando la historia.

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La forma en la que Kitty y Agust se conocieron fue un poco particular. El chico rubio había llegado a una de las oficinas clandestinas del señor Park, pues, gracias a su trabajo como asesino, se había vuelto famoso. Sin embargo, no esperaba encontrarse con el hijo del mafioso más poderoso en Seúl.

Fue amor a primera vista por parte de ambos. Agust había quedado fascinado por los labios del joven, por sus ojitos oscuros y su cabello de color chicle. Por eso, luego de un par de misiones juntos, no dudó en pedirle que sea su novio. Y, desde entonces, vivieron muchos dramas, los cuales siempre terminaban en fogosas noches de sexo. No obstante, su relación de cinco años había llegado a su fin.

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Esa misma noche, luego de comer todo un pote de helado, Kitty se obliga a dormir. No iba a dejarse derrotar, aunque su corazón no pensaba lo mismo. Por suerte, los ronroneos de su gatita lo arrullaron hasta caer en brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente, despierta de mejor ánimo, dispuesto a recuperarse. Busca unos jeans negros y una camisa rosa. Luego, sale de su habitación para preguntarle a Mina sobre su cita con el mejor estilista en la ciudad.

—Es para las 11 y media, jefe. —Sonríe.

—Perfecto —contesta fingiendo emoción, como hace mucho que no hacía—. Falta una hora, así que ve preparando mi auto.

—¡En seguida!

La chica sale corriendo para preparar el convertible rojo, dejando a Kitty solo. Él va a la cocina para preparar un smoothie de plátano y frutos rojos. Realmente no tenía hambre, pero necesita algo que endulzara su día.

—Ay, Minie... —se queja al notar que su gata se había tomado el agua del florero.

Miau...

Luego de unos minutos, ya le había cambiado de agua a las flores y había bebido su desayuno. Entonces, sube a su vehículo junto con su asistente y su gata para ir al centro. Así, llegan rápidamente y justo a tiempo para la cita en el salón de belleza.

—¡Miren nada más a quién tenemos aquí! —exclamó un hombre de piel bronceada y cabello ruloso— ¡Bienvenido a Fancy, Kitty! ¡Oh! ¡Mina y tu gatita también vinieron! —Les guiñó un ojo.

—Gracias, Marcello —contesta el pelirrosa algo decaído.

Se sienta en frente de un gran espejo para comenzar con el facial de siempre. Mientras tanto, Mina se acomoda en el sillón junto con Minie, quien está sobre su trono de Cleopatra y viste una coronita dorada.

—¿Otra vez peleaste con ese wachafito que tienes de novio? —pregunta Marcello preparando la mascarilla de carbón negro.

—No... —susurró— Esta vez terminamos.

—¡¿¡Qué!?! —Se detuvo. —Eso no te lo creo... Ustedes...

—Es verdad. —Agachó la cabeza. —Me dijo que estaba harto.

—¡¡¡Ese desgraciado!!! —exclamó sin medirse— Mira, bella maravilla, tú no te vas a recuperar con un facial. —Volteó su silla para mirar a Kitty a los ojos. —A ti te vamos a transformar... Vas a quedar como un dios para que ese rubio mal teñido se arrepienta por haberte dejado.

Kitty no pudo evitar reírse. Su estilista le había animado el día súper fácil, como si fuera un experto. Por eso, no pudo negarse.

—Estoy en tus manos. —Sonrió.

—Eso es lo que quería oír.

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La Minie: