• NO DEBISTE DEJARME • [DKi//Yoonmin]

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Ojalá tengan un lindo día.

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Corrió con todas sus fuerzas hasta llegar al parque que estaba justo al lado de ese pulcro edificio. Recorrió todo con su mirada, buscando aunque sea un pista sobre Kitty. Debía mantener la calma que no ganaba nada desesperándose. Por suerte, lo logró y pudo ubicar el celular de su amado.

Estaba con la pantalla destrozada, pero seguía funcionando sin problema. Sin embargo, no era Kitty, sino solo un dispositivo. No obstante, era todo lo que le quedaba para conseguir alguna pista. Por eso, decidió revisar el registro en busca de un mensaje amenazante o una llamada de un número desconocido.

—Vaya, vaya —dijo una voz cantarina a sus espaldas.

—Killer Prince... —soltó al reconocer a su enemigo, mas no volteó para enfrentarlo.

—Viniste por el gatito. —Rio con maldad, disfrutando la desesperación del rubio. —¿Quieres verlo, estúpido?

—¿Dónde está? —pregunta con el ceño fruncido, aún sin moverse.

—Cerca, muy cerca —susurra el mafioso antes de chasquear sus dedos—. No te preocupes. Pronto lo acompañarás.

De repente, una mano que sujeta un pañuelo con cloroformo cubre la boca de Agust. Él no opone resistencia, pues tiene un plan. Deja que la droga lo calme hasta llevarlo a la inconsciencia. Así, todo se volvió oscuro.

—¿En serio eres tan estúpido? —comentó el causante de todo sin esperar respuesta alguna.

Killer Prince o Kim Seokjin, en realidad, su nombre era lo de menos. Lo único que se debía recordar era que fue el responsable de la muerte de Park Jisoo. Él siguió a la familia feliz en Miami y, una noche, ordenó la muerte de esa mujer.

Era un maldito sanguinario que amaba destruir todo lo que considerara una amenaza y regocijarse en la frialdad de su oficina. Era un amante del dolor en todos sus sentidos y el mayor enemigo de la felicidad. Tan solo quería más y más poder.

—¡Rápido! —le ordenó a sus subordinados—. Los necesito a ambos en el almacén 05 para ayer.

Entonces, acaricia la mejilla del chico con labios esponjosos. Era muy hermoso, demasiado para su gusto, aunque... todavía no podía matarlo. Debía esperar. Ya luego haría lo que se le diera la gana con él.

—Pequeño gatito...

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Jungkook se encontraba en la oficina de su jefe, sentado en frente de él. Se notaban sus nervios por la situación. No dejaba de frotar sus manos y morder su lengua en el interior de su boca. Además, la frialdad del lugar no ayudaba en nada.

—Killer Bunny... —Suspiró el señor Park. —¿Qué piensa que pasará ahora? —preguntó con el ceño fruncido.

Era obvio que estaba furioso, pues esto no solo perjudicaba al pelinegro, sino a toda la mafia Park. Estaban entre la espada y la pared, aunque sabían que siempre había una salida.

—Conozco a Kim Taehyung —suelta de repente, rascando su brazo lleno de tatuajes—. Optará por mentir ante la prensa.

—Supones que maquillarán todo el escándalo...

—Sí, señor. Es lo más probable.

—Entonces, tendremos que seguirles el juego. —Prende su celular para mensajear a No-Hope, quien acababa de llegar de su misión como infiltrado. —Tendrás que desaparecer por un tiempo, hasta que las cosas se calmen.

—¡¿Qué?!

—No te preocupes. —Sonríe con amabilidad. —No saldrás del país ni te mataremos. Ahora eres parte de la familia.

—Toretto oppa, ¿es usted? —suelta Jeon por impulso con los ojos bien abiertos.

—¿Qué?

—¡Oh, no! ¡Nada! —exclama sacudiendo sus manos— Cuando me pongo nervioso, hablo sin pensar.

En eso, llega el hombre que Park ordenó que viniera. Tenía el cabello rojo, un cuerpo delgado y una mirada oscura. Se notaba que había llegado de una misión complicada.

—No-Hope —dice el jefe—, lleva a Killer Bunny al cuarto del piso dos. Ahí lo...

Ring, ring.

La pantalla del celular de Jungkook se prendió, dejando ver la frase “Número privado”. Al parecer, alguien quería hablar con él en secreto. Tal vez era Taehyung o algún trabajador del Estado, inclusive, podría ser una llamada de la Policía.

—Contesta en altavoz —ordena el señor Park mientras el pelirrojo permanece inmóvil.

Entonces, obedece.

—¿Aló?

—Holis, Jeon Jungkook —saluda con burla—. ¿Sabes dónde está Kitty Gang? —Y, de la nada, se oye una risa chillona pero tenebrosa. —Deberías buscarlo.

Piiiiiiiii...

La llamada había finalizado.

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