Casi inexistente (𝙩𝙤𝙢𝙖𝙧𝙧𝙮)

Castigado

(Harry) 

Las vacaciones de Yule terminaron antes de lo que me hubiese gustado, apenas hace una semana habíamos regresado a la Hogwarts, y para colmo, a los primeros años no se les permitía tener escobas propias, por lo que habíamos tenido que dejar las nuestras en lo de Draco, y si bien sabía que no les iba a pasar nada, me frustraba, porque en el poco tiempo que estuve allí, me familiarice con la sensación de volar demasiado fácil y rápido, era como si hubiese sido algo que siempre supe hacer, no lo sé, pero se había sentido súper natural.

Lo único que no era natural era el profesor Quirrell, Merlín, como odio a ese hombre, es tan extraño... Pero por desgracia no tuve excusa para haber estado fuera de la cama ayer, por lo que mi castigo con él no podía ser evitado de ninguna manera. Apenas podía vislumbrar la puerta de su despacho, y si bien no la había abierto, el dolor a ajo me había inundado, dándome arcadas

— Cuidado Quirinus, podrás haber engañado a Dumbledore, pero a mí no me engaña nadie — escuche una voz que provenía de adentro, por lo que me oculte detrás de un pilar.

— Y-yo n-no s-s-se d-de q-que h-hablando p-p-pro-prof-fesor Sn-nape— gimoteo desesperadamente

— Quirinus, usted sabe de lo que estoy hablando — aseguro Snape mordazmente —Quizás otros no lo hayan visto, pero yo sé que fue usted quien intento hechizar al joven Potter— dijo, haciéndome fruncir el ceño, Snape me odia ¿Porque le importa lo que otro pueda llegar a hacerme?

— N-no s-se... y-yo j-jamás ha-haría d-dañ-ño a un a-alumno p-p-prof-fesor Snape, d-de hecho, e-el j-joven P-Potter v-viene ha-hacia aquí, ti-tiene un c-c-ca-castigo con-conmigo— explico entre Quirrell entre tartamudeos, por lo que decidi que era suficiente y toque la puerta, el silencio inundo la sala, y Severus salió de ahí con aire formal y una mueca de desagrado.

— Profesor Quirrell— salude cortésmente

— Joven Potter— el tartamudeo nervioso desapareció, dando lugar a una voz rasposa.

— Hola a usted también señor parasito— me burle, y una chispa roja cruzo sus ojos

— Sigues con eso niño tonto— se burló, haciéndome fruncir el ceño.

— Debería tener cuidado profesor, no sea cosa que se me dé por contarle al director Dumbledore por su pequeño inquilino— me burle, haciéndolo palidecer

— Hagamos esto más fácil ¿Qué es lo que necesita?— pregunte yo, y era obvio que no se esperaba tal pregunta, porque su expresión se descoloco, como si no comprendiera lo que acaba de decir

— ¿Por qué te diría a que vengo?— cuestiono el

— Porque, es obvio que yo no le agrado en absoluto, y usted a mí tampoco, si yo le consigo lo que necesita, usted se va y no vuelve— demande yo, y esa chispa roja volvió a aparecer fugazmente en sus ojos

— Bien, tenemos un trato, aunque te advierto, que no será fácil conseguir lo que necesito, lo que busco es la piedra filosofal, esta protegida en el pasillo que Dumbledore prohibió, ese que menciono a principio de año, hay varias trampas para impedir que se entre, pero siendo el niño-que-vivió, confió en que sabrás como sortearlas, sí, me traes la piedra, me iré— aseguro el

— Bien, me parece justo, me pondré en la búsqueda, ahora si me disculpa, volver a mi habitación— dije para luego salir, sin siquiera esperar una contestación por parte del hombre.

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Me fui directo a la biblioteca, después de todo, no pensaba robar algo sin saber que era, y luego de varias horas y de haber encontrado lo que necesitaba, me decidi. Definitivamente robaría la piedra, pero no se la daría a Quirrell, ni a su parasito, con todas las propiedades que poseía el objeto, jamás se la daría a ese hombre, quizás era algo deshonesto, pero no es que eso me fuera a quitar el sueño. Por lo que, decidido, me fui a mi habitación, pensando si charlar en asunto con Draco, después de todo, me vendría bien ayuda extra con la tarea, Merlín sabe qué tipo de seguridad tendría que atravesar para poder conseguir el artefacto.