Entre dementores y nargles

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01 de septiembre de 1993

Estaba muy agradecido con Tom por haberme dejado quedarme en su departamento el último tiempo, y la había pasado de maravilla, incluso me había presentado a ese "alguien que había conocido" su nombre era Lucio Borgin, el hijo del señor Borgin, lo había conocido trabajando y este le había mostrado la zona y ayudado con muchas cosas. De alguna mera fue gratificante saber que Tom no tenía novia...

La sacudida del tren me hizo empujar a Draco, quien me miro mal porque se le cayó su libro, pero no me dijo nada. Las luces tintineaban sobre nosotros, mientras que los cristales se empañaban por el frio... Estaban demasiado empañados, y no hacia tanto frio realmente.

— ¡Auch! —Theo estaba en el suelo. El tren se había detenido.

Los cuatro miramos a la figura durmiente delante nuestro. Un hombre de edad media, de cabello avellana y cicatrices en el rostro, llevaba una maleta a su lado, cuya placa rezaba Remus J. Lupin en cursiva.

Sospechábamos que era un profesor que había sido contratado a último minuto, o que alguien a quien no le gustaban los viajes por flu... En cualquiera de los casos, nos miramos, y lo miramos al hombre nuevamente

— ¿Creen que el sepa lo que sucedió con el tren? —fue Blaise quien susurro

— No sé porque susurras imbécil, si no se ha despertado con el ruido que hizo Theo, dudo que se despierte por tu pregunta —se burló Draco, haciéndonos reír a todos.

El vaso de agua que estaba en la mesa se congelo, nos volvimos a mirar en cuanto sentimos la baja de temperatura, oímos una respiración cerca.

— ¡Carajo! —las luces se apagaron y Draco golpeo a Theo por gritar

De pie, en el umbral, de la puerta del compartimiento había una figura cubierta con capa y que llegaba hasta el techo. Tenía la cara completamente oculta por una capucha. No sé porque se me ocurrió mirar hacia abajo y lo que vi me hizo contraer el estómago. De la capa surgía una mano gris, viscosa y con pústulas. Como algo que estuviera muerto y se hubiera corrompido bajo el agua...

Sólo estuvo a la vista una fracción de segundo. Como si el ser que se ocultaba bajo la capa hubiera notado mi mirada, la mano se metió entre los pliegues de la tela negra.

Y entonces aspiró larga, lenta, ruidosamente, como alguien que intenta tomar de un sorbete tapado, como si quisiera succionar algo más que aire.

El frío se intensifico, pero senti al frío penetrar más allá de mi piel, puedo estar loco, pero sentí como me penetró en el pecho, en el corazón...

De lejos, oí como se corriera agua, algo me arrastraba hacia abajo y el rugido del agua se

hizo más fuerte... Y entonces, muy a lo lejos, pude unos aterrorizados gritos de súplica, pero fue lo último que pude escuchar, antes de caer en la negrura...

Me levante luego de un rato, de unas palmadas en la cara, no fue hasta que paso un rato que mis ojos se adaptaron a la luz y pude notar que estaba en el suelo.

— ¡Mierda Harry! ¿estás bien? —esta vez fue Theo quien le dio un codazo a Draco, y no comprendí porque hasta que vi al hombre que solía estar dormido, despierto, mirándome.

El me tendio una mano y la acepte, mientras me ayudaba a incorporarme

— Sí —dije, volviéndome hacia el rubio—. ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde está esa cosa? ¿Cuánto tiempo ha pasado?

— Te has desmayado, se ve que los dementores tienen cierta preferencia por ti... eso es lo que eso era, un dementor, son los guardianes de Azkaban, y supongo que sabes porque los guardianes de un lugar como ese están cerca de los terrenos de Hogwarts —el profesor Lupin hablaba y yo asentí, mientras me sentaba en mi lugar.

— ¿Y por qué me lo hizo a mí?

— Veras... la gente atormentada con su pasado... o con mucha culpa... suele atraerlos con facilidad, por eso custodian Azkaban, por la culpa que sienten los que están ahí... esa culpa, los atrae... Pero tu Harry... has tenido un pasado muy difícil y trágico, es por eso que eres más... susceptible a ellos, pero eso no quiere decir que seas débil. Tenlo en cuenta —explico, y fruncí el ceño, no recordaba haberle dicho mi nombre...

— ¡Oh! Que maleducado, no me presente, soy su nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras, Remus Lupin, ahora ten —saco algo de su bolsillo, chocolate— Come, te ayudara a sentirte mejor —me guiño el ojo

— Si... lo sabemos, lo leímos en su equipaje —dijo Draco tímidamente, haciéndolo sonreír

— Claro que sí, ahora, ¿con quienes tengo el placer de hablar? —cuestiono

— Draco Malfoy

— Blaise Zabini

— Theodore Nott

— Harry Potter —el hombre sonrió cuando dije mi nombre, pero se excusó diciendo que debía hablar con el maquinista unos momentos.

En eso, la puerta se abrió, mostrando a una niña de Hufflepuff que seguro era de segundo año

— Esta lleno —dijo Draco de mala gana, y los otros dos asintieron, la mina no los miro, miraba al suelo, una gota mojo su zapato. Me acerque a ella.

— ¿Estás bien? —los ojos celestes me miraron inundados en lágrimas, mientras ella negaba, apoyándose en mi hombro.

Yo la abrace, acariciando su cabello rubio, mientras todos me miraban con rostros inquisitivos, pero yo los ignore, dedicándome exclusivamente a la muchacha que lloraba en mi hombro.

— Ellas... ellas r-rompieron mis gafas —sollozo, elevando su mano, dejándome ver un par de gafas rosas, con una lente de cada color. — Ellas m-me dijeron que era u-una rara —la tome de la cintura y la lleve a que se sentara a mi lado, mientras me contaba las cosas que esas chicas le hacían, dándome bronca ¿Por qué la gente era tan cruel? Era algo que jamás entendería.

— No te preocupes, aquí estas a salvo, nadie va a decirte anda, puedes ser tu misma —le asegure, dedicándole una mirada asesina a los chicos, dándoles a entender que, si se metían con ella, tendrían problemas conmigo...

— G-gracias... —ella se cruzó de piernas sobre el asiento, mientras leía su libro al revés, a mi lado.

— Pásame esas gafas ¿quieres? —pedí amablemente, a lo que ella me las tendió, les faltaba una patita, y ambas lentes estaban rotas, así como la parte del centro estaba partida, me dolió profundamente— Occulus Reparo —recité, y las hermosas gafas se arreglaron, quedando como nuevas.

Una sonrisa se extendió por el rostro de la niña, quien chillo y me abrazo fuertemente, dándome un sentimiento de paz increíble, y tirando su revista en el proceso. Draco la levanto y sonrió de lado, mientras Theo fruncía el ceño

— No puedo creer que leas El Quisquilloso, mi padre dice que el dueño es un imbécil —se burló Nott, y la niña se paró derecha, sacando su varita y apuntando directo a mi amigo, tomándonos a todos por sorpresa.

— Si vuelves a hablar así de mi padre, lo único que veras el resto de tu vida serán Thestrals —amenazo, para luego tomar la revista de las manos del rubio y seguir leyendo

— ¿Sabes? Mis padres me lo prohibieron, pero yo lo leo a escondidas, y me fascina la sección de los animales —susurro él y ella sonrió ampliamente

Pronto llegamos a la estación, y cuando nos estábamos por bajar, la llame

— ¡Niña! —ella se volteó con una sonrisa soñadora

— Fue un placer conocerte Harry Potter, por cierto, soy Luna Lovegood —me detuve en seco— Los nargles me dijeron tu nombre, cuídate Harry —corrí hasta ella

— ¡Espera Luna! —ella me miro impasible— Si necesitas, o quieres, o cualquier cosa, puedes buscarnos, a cualquiera de los cuatro, o a Pansy le pides por mí, o me buscas a mí, siempre habrá un lugar entre nosotros para ti —ella sonrió y volvió a abrazarme, para luego saludar y desaparecer entre los segundos años, pero me sentí bien, porque podía buscarla, después de todo, sabía su nombre 

Casi inexistente (𝙩𝙤𝙢𝙖𝙧𝙧𝙮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora