La piedra

1.1K 172 8
                                    

(Harry)

Un tiempo ya había pasado desde el pedido del profesor Quirrell, y si bien quería la piedra en mis manos en cuanto fuese posible, no podía precipitarme a actuar sin un plan, necesitaba tener las ideas claras, así como estrategias, y practica, para posibles ataques que pudieran llegar a presentarse. Pero el único problema eran Ron y Draco, ninguno sabia de la participación del otro, por lo que se sorprenderían... Y estúpidos no eran, por lo que iba a ser obvio que había sido yo quien los había llamado por separado.

Por lo que me dispuse a escribir las cartas, todo el mundo me había visto subir a mi habitación después de la cena, bajo la penosa excusa de que me dolía la cabeza, por o que todos ellos podrían afirmar que me vieron entrar, pero no salir. Sonreí. Era un gran plan...

Draco, te veo en la entrada al tercer piso para eso, Harry

Ron, te veo en la entrada del tercer piso, para ya sabes que, ve solo, Harry

Con un simple hechizo las envié a ambos, para luego tomar mi capa, y revisando estar bien cubierto, salí de mi habitación, no sin antes poner una almohada en la cama y taparla, para simular mi cuerpo dormido... Para luego bajar sigilosamente, y con cuidado de no tirar nada, ni tocar a nadie, y un vez que llegue fuera de la sala común pude respirar con mas tranquilidad. Apreté mi varita en mi mano, pero no conjure un lumus, avance, con mi mapa en mano, cuando el pasillo de la derecha, para poder llegar mas rápido. Y lo logre, porque pasaron unos cinco minutos hasta que mis acompañantes llegaron... Uno por la izquierda, y el otro por la derecha, ambos en penumbra.

—Hola— salude, y ambos sonrieron, aun sin poder verse a causa de la oscuridad

—Hola— dijeron al unísono, ambos alzando sus varitas

—¿Qué hace el aquí?— pregunto Ron molesto, y Draco hizo una mueca de disgusto demasiado parecida a su padre

—Harry me pidió que viniera— ellos me ignoraron y se pusieron a discutir

—Eso es una mentira, porque me pidió a mi que viniera— se defendió e pelirrojo

—Les pedí a los dos que vinieran a escondidas del otro, porque ambos son mis amigos, y necesito la ayuda de ambos— explique, y ambos se volvieron hacia mi con el ceño fruncido.

—Haberlo dicho antes Harry, pensé que nos había seguido y que iba a contarle a algún profesor para que nos bajasen puntos— escupió Draco, y yo bufé.

—Sabes, esto me parece estúpido, yo no te odio ¿Por que debemos pelear?— se quejo Ron, sus orejas rojas, como si estuviese avergonzado de decir eso, mis ojos se habían adaptado a la oscuridad y podía ver cosas que al principio no.

—Nuestros padres t-

—Nosotros no somos nuestros padres, nosotros podemos elegir ser mejores que ellos

Draco pareció pensarlo, como si estuviese analizando los beneficios que eso le daría

—Puede ser que sigamos este hermoso momento intimo en otro momento, tenemos algo que robar— les recordé, ambos se sonrojaron y asintieron enérgicamente, alzando las varias. 

*** 

—¿Un cerbero? ¿¡Un juego de ajedrez gigante!? ¿Que demonios fue todo eso? Por una piedra

—Si llegas a decirle a alguien que te obedecí en ajedrez te asesino Weasley— amenazo Draco, haciéndome sonreír 

— Si yo no digo nada sobre eso, tu tampoco dices que grite cuando me atore en el lazo del diablo

— Potter— Esa voz llego a mis odios, y repase mentalmente todos los hechizos que conocía...

— Profesor Quirrell, que lindo verlo

— ¿Tienes lo que me prometiste?

— Claro que si

Cuando extendí mi mano para dársela el sujeto mi muñeca, pero la soltó inmediatamente, su mano estaba negra, humeando. El frunció el ceño y yo sonreí, incluso sin saber que había pasado. Y, aprovechando eso, le puse la mano contra la cara, ejerciendo presión contra sus ojos, fuerte, más fuerte, más fuerte, hasta que sus ojos saltaron de sus cuencas y su rostro comenzó a echar humo, a hacerse ceniza, y presione, haciendo caso omiso a los gritos de Ron y Draco, ellos no entendían ¿Cómo podrían hacerlo?

— Bastardo— fue lo último que me susurro antes de que su túnica cayera al suelo y una bruma azul me atravesara, haciéndome tambalear ante el dolor que sentí, pero no grite, no le di la satisfacción, apreté la piedra contra mi pecho mientras me mordía el labio, conteniendo el dolor

Abrí los ojos y me di cuenta de que estaba acostado, unos murmullos lejanos hacían eco, me sobresalte, estaría en problemas por haber intentado robar la piedra, intente moverme y alguien se inclinó sobre mí

— Merlín, nos diste un buen susto, pensamos que estabas muerto, estabas pálido —fue Draco quien hablo, mientras ponía una de sus manos en mi nuca, ayudando a que me incorporase, le agradecí con un gruñido y me frote las sienes, comprobando que la piedra yacía a mi lado en el suelo, partida en dos.

— ¿Qué sucedió?

— Weasley salido corriendo después de que... b-bueno... Quirrell, pero no podía dejarte aquí, solo, con Filch dando vueltas a mitad de la noche —asentí y volví a mirar la piedra, me incline hacia un lado para tomar ambos trozos en mi mano.

— Sabes, el plan era quedarme con la piedra, pero... quizás este cometiendo una equivocación, realmente no lo sé, pero has sido muy valiente al elegir quedarte, porque si hubiese venido Filch, no hubieses tenido una explicación y te hubieran expulsado, digo- nos hubieran expulsado, a ambos, así que creo que mereces la otra mitad de la piedra —el me miro con los ojos bien abiertos, como si acabase de decir algo despampanante

Draco me abrazo, yo estaba sentado y el sobre sus rodillas, por lo que cuando me abrazo caímos hacia atrás, y no pude evitar reír, mi mano estaba cerca de su cintura, y, al parecer tenia cosquillas, por lo que comenzó a reír hasta que nos separamos, ambos riendo

— Realmente te lo agradezco Harry, esto —el rubio alzo la piedra— significa mucho para mí, ahora vayamos a nuestras habitaciones, el sol ya está saliendo y todos van a despertar en breve —asentí y ambos emprendimos la vuelta.

Sin embargo, no había olvidado la actitud cobarde de Weasley, aunque quizás solo había sido miedo... Hablaría con él, le haría prometer silencio, le daría galeones si hacía falta, pero nadie podía saber lo que había pasado, ni con Quirrell, ni con la piedra... 

Por suerte habíamos logrado llegar bien a nuestro destino. Decidimos que era en vano ir a las habitaciones porque en menos de diez minutos todos bajarían, por lo que se me ocurrió que iría a enfermería a pedir una poción pimentonica, porque no había forma de que lograse sobrellevar el día sin haber dormido, y no francamente no me apetecía una mala nota en pociones solo por haber estado merodeando por ahí. Nos dejamos caer en uno de los sillones que estaban frente a la chimenea, y transfiguré un almohadón a una taza con café, ya que, en caso de no poder obtener la poción pimentonica, al menos habría tomado algo de café, que es mejor que nada

En poco tiempo, los demás comenzaron a bajar, para ese entonces, yo ya había terminado mi taza y aproveche para conjurar un Accio a mi bolso, el cual aterrizo en mi mano, pero como era muy temprano y todos tenían sueño, nadie le prestó atención.

— ¿Qué hacen abajo tan temprano? —alce la vista y vi a Parkinson apoyada en el respaldo del sillón

— Nos levantamos temprano —dije casualmente, encogiéndome de hombros 

Casi inexistente (𝙩𝙤𝙢𝙖𝙧𝙧𝙮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora