💮 Ꮚ˘ ꈊ ˘ Ꮚ 💮
Amarte es como la mejor herida que me pude haber hecho yo mismo.
Y la única de la que no me arrepentiría si esa misma llegará a ocasionar mi muerte.
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(Recuerdo que me volví adicto a esos preciosos ojos azules.)
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Ese recuerdo repentinamente llegó a su mente no sabía que desde ese momento su corazón se enamoraría por completo de aquel pequeño ser y cuando uno se enamora de esta forma ignora por completo a su cerebro y a sus demás sentidos. El ecuatoriano simplemente se cruzo por el camino de su vida como si nada quitándole la razón y el sentido de a donde debía ir.
-Me sorprendí mucho al ver que estabas llegando a la oficina, pensé que ibas a dormir un poco más como es tú costumbre.-
-Se podría decir que USA quería que lo acompañe a trabajar esta vez y como él me ayudo el otro día con mi trabajo atrasado le devuelvo el favor.- El ecuatoriano era demasiado sincero.
-...-
-¿Qué vas a hacer después de esto?.- De repente el ecuatoriano esquivo el tema.
-Supongo que volveré a casa.- No tenía planes para hoy, de la nada escucho el sonido de su risa, regreso su mirada para verlo, pero este solo camino más rápido para lograr pararse en frente de él mientras a un tenía aquella caja de color blanco donde llevaba su pastel.
-México salgamos esta noche.- Sus mejillas se tornaron de color carmesí por la pose que el ecuatoriano había tomado, era perfecto sin siquiera intentarlo.
-De acuerdo.- Sonrió con su sonrojo, ese sonrojo que solo el ecuatoriano podía sacarle.
Usualmente sus amigos solían hablar con él sobre esta relación decían que el ecuatoriano era su droga y hasta que era la culpa de todas sus tristezas, pero se equivocaban el era lo mejor que le había pasado en toda su vida. No era que el ecuatoriano no les agradara de hecho solían decirle que tenía muy buenos gustos ya que hasta para la vista de cada uno de ellos el ecuatoriano era adorable y amable.
Pero, simplemente sentían que aquella relación entre los dos no iba a ninguna parte y el que saldría con más daño de aquella relación sería el mexicano por lo enamorado que se veía.
Eso es lo que ellos creían.
Mientras hablaban seguían caminando por el pavimento sin darse cuenta de que o quienes los rodeaban. Por su parte el mexicano caminaba tratando de alcanzar al ecuatoriano mientras observaba cada facción que este poseía.
