Capítulo Veintidós: Deseo De Amor

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Diederik

Miré a Em a los ojos y entonces lo supe.

Estaba listo para dar ese paso que mi ser entero me pedía. Esperaba que de todo corazón no me equivocara, sin embargo, estaba seguro de que Em me cuidaría siempre y en todo momento. Me había demostrado que así sería desde la primera vez que nos vimos.
Aquella vez que agonizaba, donde mis ojos y los suyos se cruzaron por primera vez, sentí que todo lo que estaba pasando estaba bien. Sufrí demasiado para que al final un guardián se apiadara de mí y me acogiera bajo su brazo.

Em fue diferente.

Me cuidó, me protegió y me ha amado desde entonces como si yo fuera parte de su familia. Me dejó quedarme a su lado sin importarle lo que los demás pudieran decir y me ha tratado como su igual a pesar de que yo me siento muy inferior a él.
Dioses, sólo tienes que verlo para darte cuenta de que es un hombre fuera de cualquier estándar. Es un rey, un líder y sobre todo un gran amigo.

Me hacía feliz saberme amado por él.

Los besos de sus labios fríos eran extrañamente cálidos conmigo y me hacían desear más, mucho más de mi gran amo. No concebía la idea de detener este deseo que en mi pecho crecía como fuego cada vez que él se acerca a mí.
Necesitaba estar con él, mi sangre y mi cuerpo lo pedían, estaba sediento de su amor. Sus besos sólo habían acelerado el deseo en mi corazón haciendo que no pudiera parar y confesara lo que realmente quería.

Quería amor.

—Tranquilo, mi Die... —susurró besando mi frente—, estoy aquí.

Sus brazos cálidos me rodearon mientras yo me dejaba llevar por la emoción de sentirlo cerca de mí.

—Amo... —. Susurré cuando sus besos bajaron a mi cuello en donde era más gentil.

—No me llames así... —gruñó—, no aquí.

—¿Cómo quieres que te llame entonces? —. Sonreí dejando mis manos en sus caderas.

—Emdrick, Em, como tú quieras decirme —paseó su lengua por mi cuello—, pero no me digas amo.

—Entonces te llamaré por tu nombre —lo miré. Sus ojos rojos estaban brillando aún en la oscuridad—, mi dulce Emdrick.

Em volvió a besarme y fue entonces cuando yo lo rodeé con mis brazos para sostenerme. Era fuerte y demandante en lo que quería, me demostraba todo lo que necesitaba de mí.
Sentí la fuerza de sus brazos cuando me sostuvo de la cintura y me cargó mientras me besaba. No era brusco, era dominante, una diferencia tan grande y excitante a la vez.

—Te deseo... —mordió mi barbilla—, te deseo tanto, Diederik.

—Tómame entonces —. Susurré absorto en lo bien que se sentían sus dientes en mi piel.

—No te arrepientas entonces —. Volvió a besarme.

Yo tomé su cabello entre mis manos y jugué un poco con él cuando me llevó por nuestra habitación. No era consciente de lo que pasaba a mi alrededor, sólo tenía ojos para Em, para nuestro amor.
No deseaba pensar ni imaginar en nada más que no fuera este preciso instante en el que estaba entre sus brazos como un delicado copo. Él me trataba con tanta amabilidad que no podía contener mi felicidad.

Tenía miedo, sí, pero Emdrick no me dejaba pensar en ello.

—Die... —. Murmuró mi nombre cuando besó mis mejillas de nuevo.

Había notado lo mucho que le gustaba besar mi rostro, no lo sé, es como si apreciara besarme más a mí que al resto de mi cuerpo.

—Mi Die.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora