Capítulo Treinta Y Dos: Muerte Al Rey

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Romi

—No puedo creer que ese idiota haya tratado de matarte cuando estabas sola —Emdrick estaba furioso después de contarle todo—, debí golpearlo cuando tuve la oportunidad, debí haberlo hecho trizas con mis propias manos cuando lo tuve en frente. 

—¿De qué hubiera servido eso, hermano? —negué con la cabeza—, de una u otra manera estoy viva y eso es lo único que importa ahora.

Me crucé de brazos.

—Y dejando de lado la intensa situación entre ustedes —Argus me miró—, ¿Qué vamos a hacer para recuperar la sangre de Damien?

—Si es verdad que los cazadores de hielo son bastante buenos y letales, creo que lo mejor será ir con el rastro oculto —. Asentí.

—¿Y cómo vamos a hacer eso, Romi? —Emdrick negó—, Eros era el único que podía borrar nuestras esencias.

—Hay una manera.

Él me miró como si bromeara.

—No hablas en serio.

—No veo otra alternativa —negué con la cabeza—, y no pienso poner a todos en riesgo por un trato que yo misma hice. Es mi obligación cumplir.

—Pero somos un equipo —Argus se quejó—, ¿Olvidas eso? Somos una familia que trata de mantenerse unida.

—No vamos a lograr nada si no aceptamos las cosas como son —lo miré molesta—, tal vez tú no lo sientes porque aún no estás unido, pero los tres nos estamos muriendo poco a poco desde que ellos están en ese trance y vamos a seguir perdiendo fuerzas si no recuperamos la conexión ahora.

Argus me miró con sorpresa y Emdrick se cruzó de brazos.

—¿Crees que no lo siento también? —Argus se veía molesto—, son mis hermanos los que están en ese estado, mi sangre fluye con ellos por ser su alfa. Yo también me siento débil.

—Pero Romi tiene razón, nosotros nos estamos haciendo más débiles por el lazo que nos une a ellos —Baruk agregó. Se había mantenido callado hasta ahora—. Sin mencionar que como alfa me siento mucho más débil sabiendo que más de la mitad de mi manada está herida.

Era cierto.

—¿Tú te sientes bien? —. Pregunté.

—Mi mujer está muriendo, lo siento en mi corazón —negó con la cabeza—, mis hermanos están heridos y no hay nada que pueda hacer para ayudarlos más que esto, por supuesto que no estoy bien.

—Nadie te culpa de nada, Baruk —. Mi hermano lo alentó.

—Pero como alfa y líder me siento miserable, no pude sacarlos de ese trance y tampoco pude ayudar a Romi en esa pelea que tuvo antes con Damien —miraba a la nada—, eso no me hace el mejor de los alfas, ¿Cómo permití que mi manada se separa en primer lugar?

Hasta ahora no había pensado en Baruk como alfa, sino como hermano.

—No fallaste —Argus dijo sereno—, pero tampoco hemos sido la mejor de las manadas. Es cierto, somos familia y eso complica más las cosas para ti, no puedes mantener a todos contentos.

—Pero eso no quiere decir que estés solo en esto —él me miró—, somos una familia y una manada también, ¿No es verdad?

Baruk se inclinó para estar a mi altura. Estaba sentada tratando de recuperar algo de las fuerzas que comenzaban a faltarme.

—¿Por qué no me dijiste que casi te matan una vez?

—Había demasiadas cosas encima que lo olvidé por completo —me encogí de hombros—, y aunque quizá no fue la mejor impresión que tuvo de mí, Adrien me conoció así. Luchando por volver a casa.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora