Capítulo Cuarenta Y Seis: Los Songer

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Emdrick

—Definitivamente no estoy listo para hacer esto —susurré mientras apretaba los bordes del lavabo con mis manos—, ¿Cómo se supone que de verdad esté haciendo esto ahora?

Esto debía ser una estúpida broma, es decir, no se supone que esto deba estar pasando. No puede haber razón alguna para que esto suceda.

¿Cómo fui tan descuidado?

Se supone que soy el príncipe, el protector de Die; debí ser cuidadoso de tantas formas que esto no tendría lugar ahora.
Es decir, ¿Qué fue lo que sucedió? No pude haber hecho esto de ninguna manera y tampoco debí permitir que mi propia pareja pudiera someterse a tal grado de sacrificio como este embarazo.

¿Qué pasa si algo sale mal?

—¿Emdrick, estás ahí? Ya es hora.

Escuché la voz de Baruk a través de la puerta.

—Sí, voy en un momento —. Asentí.

—¿Puedes abrirme la puerta?

—Dije que estaba bien.

—Emdrick, abre ya.

Yo me giré para abrir la puerta y me encontré la cara de Baruk de inmediato.

—¿Qué? —. Espeté.

—Nada, sólo quería asegurarme de que mi hermano realmente esté bien —se cruzó de brazos—, puedes hablarme de lo que quieras, lo sabes. Somos mejores amigos.

Yo suspiré bajando la cabeza y después lo miré de nuevo.

—Ven aquí —. Jalé de su camisa para meterlo al baño.

—Guau —rió—, no creí que realmente accederías a hablar de esto.

Yo cerré la puerta con seguro y lo miré en completa seriedad.

—De verdad debes sentirte muy mal si realmente vas a hablarme de esto.

—Estoy asustado.

—Lo sé.

—No, no lo sabes —lo miré molesto—, estoy aterrado, ¿Tienes idea de lo que es ser yo en este momento? Podría ser la causa de la muerte de mi pareja y aún así él me ve como si yo fuera un salvador.

Agité mi cabello con las manos.

—No tengo ni idea de lo que debo hacer y tampoco creo saber cómo puedo ser el apoyo de Diederik en este momento, es decir, mírame —me señalé con las manos—, soy un manojo de nervios justo ahora, ¿Cómo se supone que seré el rey si no puedo ser capaz de tolerar el mínimo cambio en mi pareja?

—Okay, haré algo que seguramente tú harías en mi lugar.

Baruk me dio un golpe en el rostro y yo giré mi cara confundido.

—Sí, eso debe bastar —. Baruk me tomó del cuello de mi camisa y me arrinconó contra la puerta—. Cálmate, ¿Quieres? Todos estamos igual de asustados en este momento y la única razón por la que parecemos fuertes es porque tú lo eres.

Lo miré sorprendido.

—Eres un rey ya, aunque no lo sepas o trates de ignorarlo, te haz convertido en un rey después de todo este tiempo —. Baruk se veía tan tranquilo que poco a poco me fui relajando—. Ahora, sé que tienes miedo, yo lo tendría si fuera tú, pero también soy consciente de que esto puede ser algo bueno y no malo. Es un cachorro, ¿Qué hay de eso, Em? Es tuyo.

Él me agitó.

—Habla, por todos los dioses.

—Es que no sé qué decir —dije abruptamente—, no tengo idea si me golpearás de nuevo.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora