El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]

Capítulo Cuarenta: Guerra de Reyes

Emdrick

—Vamos, alfa, ¿Eso es lo mejor que tienes? —. Reí levantándome del suelo.  

—Tú, maldito...

De un momento a otro, lo tuve frente a mí, así que levanté mis manos para pelear contra él.

—Eres aún más débil que antes —gruñí apretando sus manos con las mías. Estábamos prenzados—, creí que eran ciertas las viejas leyendas acerca de ti, pero no.

Sonreí.

—Tú eres un vejestorio.

—¿Y un vejestorio haría esto? —. Espetó.

Sasha golpeó mi rostro con su frente y perdí el control de mi equilibrio, lo que él aprovechó para tomarme desprevenido y empujarme con todas sus fuerzas.
El suelo golpeó mi rostro con fuerza, sin embargo, era menos que el dolor que tenía a causa de las diversas fracturas que él me había causado antes. Todo mi cuerpo crujía y aunque me recuperaba de inmediato, él me hería cada vez que podía.

Una y otra vez.

—¡Emdrick! —. Escuché el grito de Nora.

Yo la miré de inmediato y gruñí fuerte y claro cuando quiso dar un paso al frente.

—¡No!

Ella me miró molesta, pero aún así, retrocedió y volvió a pararse junto a nuestros hermanos. Viendo como poco a poco el idiota de Sasha me estaba haciendo polvo.
Mis hermanos sólo cerraban los ojos haciendo su vista a un lado, no podían hacer más, yo se los había ordenado.

Esto era por mi orgullo.

—¿De verdad piensas que ella te querrá a ti? —Sasha me tomó de la nuca haciéndome levantar la cara del suelo—, yo soy mejor. Soy mucho mejor que tú.

—Lo dice el idiota que se atrevió a matar a su propio hermano —reí escupiendo la sangre de mi boca—, ¿En serio crees que mereces si quiera un poco de amor?

Lo miré burlón.

—Eres un asesino.

Sasha gruñó y antes de que me lanzara un nuevo golpe, yo levanté mi mano y golpeé su cabeza con fuerza haciendo que me soltara.
Puse mis manos en el suelo para apoyarme y una vez que levanté mi cadera, golpeé su rostro con mis pies. Lo empujé lejos, lo suficiente como para ponerme de pie mientras lo veía levantarse del suelo con el labio roto.

—Yo... —negué con la cabeza—, no te lo voy a permitir, ¿Lo escuchas?

Escupí al suelo y limpié mi boca con mis mangas.

—Soy su dueño, su amo —sonreí con maldad—, y tú sólo el idiota que no lo supo proteger. Sólo eso.

—Ella no me conoce, no sabe nada de mí —negó de inmediato—, ¿A quién crees tú que eligiría?

Me miró altanero.

—¿A un rey o a otro?

(...)

Un poco antes....

Me moví lentamente tratando de no despertar de nuevo a Diederik y tomé mi ropa del suelo; era un rompecabezas después de que Die me la quitara, así que tuve que irla buscando.
Últimamente, él tomaba mi ropa y se recostaba sobre ella como si eso lo calmara, lo reconfortaba de cierta manera así que yo no tenía nada en contra de dársela. Además, parecía que estaba haciendo su propio nido en nuestra cama.

Parecía un pequeño bebé.

Hoy era el gran día y, dado que Baruk se la pasó entrenando a todos ayer, creo que estaba listo para esto.
Me vestí con rapidez y una vez que acabé, salí de mi habitación silenciosamente. Sentía que estaba escapando, pero no era así, solo quería proteger a Diederik.