—Oh, si, Cerecita... si...
Observo a Ana retorcerse en el sofá debajo de mi, acunando sus enormes y sensibles senos en sus manos por el embarazo.
—Christian... —jadea tocando ambos picos con sus dedos.
Mierda.
La sangre abandona el resto de mi cuerpo para acumularse en mi ingle, mi excitación contenida apenas por la tela de los boxers.
Es sábado en la mañana, se supone que estábamos preparándonos para salir del departamento y hacer algunas compras, pero la idea quedó descartada cuando ella salió de la habitación envuelta en una sencilla bata que apenas cubre su vientre embarazado.
—¿Christian? —gime, moviendo sus piernas debajo de mi—. Ponlo en mi boca o mételo, pero haz algo.
Doble mierda.
—Carajo, Cerecita... Esa jodida boca traviesa.
Voy a seguir su orden, pero sé lo que intenta.
La ginecóloga dijo en su última revisión que tener sexo estimula el parto, y mi esposa está cansada de esperar. Le diría que tuviera paciencia, pero ya pasó su fecha de parto por dos días.
Así que esto parece ser buena idea, y como el buen esposo que soy, contribuyo con la tarea.
Me inclino sobre ella para chupar sus pechos hinchados, perfectamente redondos y firmes. Podría venirme de solo mirarlos porque parecen cupcakes de vainilla con una hermosa cereza encima.
Mi nuevo postre favorito.
Vuelve a patalear debajo de mi, así que me acomodo en medio de sus piernas y bajo los boxers para que no me estorben. Luego la penetro.
Un gemido sale de sus labios y sus manos vuelven a acunar sus hipnóticas tetas mientras me apoyo en mis rodillas y brazos, evitando presionar a mi bebé.
Ambos jadeamos por aire sin querer detenernos, tan concentrados que me cuesta reaccionar ante el sonido extraño e inesperado.
El timbre del ascensor.
Antes de que pueda reaccionar, la puerta metálica se abre y Luke sale de él cargando una puta caja de cartón.
—Buenos d... ¡Hey! —chilla.
El imbécil se queda ahí, mirándonos desnudos en el sofá de la sala con Ana cubriendo sus pechos.
—¡Maldita sea, Luke! ¡Lárgate!
—¡Lo siento! —se ríe—. ¿Interrumpo algo?
Jodido idiota.
—¡Qué te largues, dije!
Vuelve a reír pero gira sobre sus talones para darnos la espalda. Al menos ahora no nos está mirando e imaginándose quien sabe qué cosas en su puta cabeza.
—¡Ya te escuché! Y dije que lo siento, carajo... —se acerca a la mesita junto al ascensor y pone ahí la caja—. Becca me mandó a traer unas cosas para Ana, me disculpo por la interrupción.
Se hace un incomodo silencio porque el puto Luke sigue parado en la entrada y nosotros desnudos en el sofá. Nadie se mueve.
—Me voy, tengo qué ayudar a Leila con su mudanza. —presiona el botón para que la puerta se abra.
—¡No me importa, largo! —lucho por cubrir a Ana con mi cuerpo.
—Cristo, cálmate un poco Christian —las puertas se abren y entra ahí con las manos metidas en los bolsillos—. Lo último que quería ver esta mañana era tu culo pálido.
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Nuestro (Mío #4)
FanfictionCuando tocas fondo, el único camino que queda es hacia arriba. Pero nadie dijo que corregir los errores que te llevaron ahí sería tan difícil. ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los personajes pertenecen a EL James de su Trilogía "50 somb...