Capítulo 23. Christian.

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Todo está en absoluto silencio, la tensión acumulándose mientras miramos a la mujer de Luke y su expresión confundida.

Por suerte las niñas no están aquí para escuchar todo el alboroto, solo los bebés Ted y Jamie.

—Becca cariño, ¿Podemos hablar un momento? —Ana es la primera en hablar—. ¿Te sirvo una taza de té?

La mujer pelirroja nos mira, luego a la desconocida que permanece inmóvil.

—Si, gracias. —estira la mano hacia la chica—. Hola, ¿Eres la planeadora de bodas? Gracias al cielo que tenías espacio para nosotros.

La mujer del cabello oscuro sonríe y estrecha su mano.

—Ketzali Rodríguez, pero puede llamarme Ali, señora Sawyer.

—Oh —Rebecca ríe—. La señora Sawyer es mi suegra, puedes llamarme Becca.

Lay toca el brazo de Rebecca y la lleva con ella a la cocina, donde Ana las espera con la mirada puesta en el idiota Luke. Palmeo su hombro para darle ánimo, lo necesitará.

—Dícelo —ordena mi Cerecita.

Luke se estira de nuevo el cuello de la camisa.

—Mamita... Becca. Te amo, lo sabes, ¿Verdad? —agarra sus manos y la pone frente a él—. Y sabes cómo era antes de conocerte, y lo mucho que he cambiado, no olvidemos eso.

Rebecca arquea las cejas con la duda grabada en el rostro, luego gira la cabeza para mirar a la chica en la sala que señala telas de colores para Ethan y Lay.

—¿Te acostaste con ella?

Estoy en primera fila, así que no me pierdo el puchero de Luke que confirma a su mujer que lo hizo. Con ella y con todas las chicas de la clase de baile latino al que va su mamá.

—Mamita... —ella levanta la mano para hacerlo callar—. Lo siento mucho, no sabía que ella era la persona que le recomendaron a Leila para ayudarnos.

Deberíamos alejarnos y darles espacio para hablar, pero puedo ver en el rostro de Ana lo mucho que se preocupa por su amiga. Me quedo a su lado en caso de que me necesite.

—Bien, está bien, puedo lidiar con esto —dice, pero su tono no me convence—. Tengo qué volver más tarde al bar, ¿Podemos hablar de los preparativos?

—Si.

Ana le sirve su te y la acompaña a la sala. Se sientan todos y miran con atención lo que sea que la chica de las bodas haya traído para ellos.

—¿Qué debería hacer ahora? —susurra Luke.

—Callarte y mantenerte fuera de su vista, y estar de acuerdo con todo lo que tu mujer diga.

El puto Luke se ríe.

—Eso es lo que funciona para ti, ¿Verdad, Christian?

—Imbécil, estoy tratando de ayudarte con la monumental metida de pata que hiciste porque no estarás a salvo hasta que hayas puesto el anillo en su dedo. Te sugiero que guardes tus estupideces para otro momento.

—Bien —Luke suspira—. Si, tienes razón. Haré todo lo que dices.

Creí que lo mejor sería quedarnos en la cocina, pero Ana nos llama para que vayamos a la sala. Al menos Luke debería estar ahí, involucrándose en los detalles de su boda.

—Entonces —la chica Ali dice, mirando a Rebecca—. ¿50 invitados está bien? Acabo de comprobar el Fairmont y tienen algunas fechas disponibles.

—¿El Fairmont? —pregunta Lay—. ¿No es mucho para solo nosotros?

—¿Tenemos otra opción? —Becca mira a las chicas—. ¿Algo tal vez más privado y al aire libre?

Carajo, ni siquiera yo puedo pensar en el lugar adecuado. Gracias Dios que mi madre y Ana se hicieron cargo de todo y yo solo tuve que estar ahí en Detroit para la boda.

—Mi casa en Broadview. El patio trasero es amplio y tiene vista al Puget.

Las miradas se dirigen a mi esposa.

—¿Crees que tu madre esté de acuerdo? —Lay pregunta, yo ni recordaba a la madre de Ana.

—¿Tragos gratis? Estará encantada.

No quiero ser aguafiestas y mencionar a la ama de llaves con la que Luke también se puso amistoso, sobre todo porque parece una buena opción para la fiesta. Podría mencionar ese pequeño asunto después, y solo a mi esposa.

—Okay, entonces ya tenemos el lugar, la lista de invitados, decoraciones y temática —la chica va tachando una lista de su carpeta—. Sigue la música y la comida.

—Elegí eso —Leila señala la lista—. Elige tú el resto.

La pelirroja mira a Luke antes de opinar.

—Conozco una banda en vivo que toca música excelente, un poco de todos los ritmos. Los llamaré más tarde para preguntar. Sobre la comida, deberá haber menú para niños. Y preferiría que no fuera de esa comida elegante que incluye hígado de pato.

Vaya, definitivamente sabe lo que quiere. Lo que me hace preguntarme cómo es que quiere a Luke.

—¿Y sobre las despedidas de soltero? —la pobre chica mantiene su vista en Lay y Becca—. ¿Tienen algo pensado o está fuera de discusión?

—Si —dice Leila, pero Becca dice No.

¿Qué carajos está pasando?

—¿Qué es lo normal en estos casos? —la pelirroja toma la palabra—. ¿Tienes algo planeado sobre la despedida de soltero?

—Si, —balbucea, buscando en otra parte de su carpeta—. Lo usual para los chicos es beber tragos en un bar de su elección, luego un  rato en un club de strippers. Lo mismo para las chicas, pero en vez del bar se sugiere un club nocturno. Ambos paseos se hacen en la limosina.

Esto es ridículo, las chicas no deberían ir a ver strippers y yo no quiero verlas, tal vez Luke...

—Hagámoslo.

¿Qué carajos?

—¿Segura? —Leila le lanza una mirada a su amiga.

—Si, ¿Por qué no? —Becca parece haber tomado una desición sobre eso, y estoy seguro que el jodido Luke es la causa.

Miro a mi esposa esperando que se niegue a acudir, pero ella solo observa todo con el ceño fruncido.

—Si Becca quiere hacerlo, lo haremos —Ana agrega.

Sobre mi puto cadáver.

—Cerecita... —gruño cerca de su oído para que escuche.

—Esto no es sobre mi o sobre ti, Christian. Es sobre ellas. —señala a la pelirroja.

Lay luce igual de confundida, pero son los ceños fruncidos de Ethan y Luke los que me dicen que tampoco están de acuerdo.

Y estoy malditamente seguro que es culpa del jodido Sawyer.

Nuestro (Mío #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora