Capítulo 24. Ethan.

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La planeadora de bodas hizo un trabajo excelente.

Se hicieron los pagos, las contrataciones, los pedidos y todo en apenas tres días. El viernes todo estaba listo para que las chicas salieran a elegir vestidos y a la despedida de soltera.

Nosotros también estábamos listos, más no de acuerdo.

—Pero nena, yo no quiero ir. —hago un puchero con mis labios—. Puedo beber con Luke y Christian cualquier otro día.

Leila acomoda la corbata, pero desiste de ella y la lanza del nuevo al sillón.

Hoy ambos tendremos nuestras despedidas de soltero, pero los chicos y yo vamos antes porque nos reuniremos en un bar a ver el juego de final de temporada de los Mariners. Leila, Ana y Rebecca saldrán más tarde.

—Ve, pásala bien y luego nos vemos aquí. Estoy bien, lo prometo. —me da un pequeño beso y me empuja hacia la puerta—. Ahora ve a quejarte con tus amigos de mi y prepárate para nuestra boda exprés.

Salgo de su departamento y subo a la limosina que me espera en la acera, Luke y Christian ya están bebiendo cervezas en el asiento trasero. Golpeo sus puños con un saludo y tomo una cerveza para mí mismo.

—¿Cómo está ella? —Christian hace una seña hacia el departamento.

Hmm.

Demasiado amable para ser cierto.

—Tranquila, lo cual es muy extraño. Le dije que conseguí mi traje ayer y ella solo me besó.

—¿Eso es bueno? —pregunta Sawyer—. Es bueno, ¿Verdad?

Estoy seguro de que no.

Christian niega.

—¿Tu esposa está de acuerdo que vayas a ver mujeres nudistas frotarse contra ti? —arquea una sola ceja—. No, definitivamente no está bien.

Me sorprende que Christian esté aquí, teniendo en cuenta cuan celosa es Ana. Tal vez todo fue cancelado y nadie nos avisó.

—¿Qué dijo Ana? —no deseo quedarme con la duda.

—Que me divierta, sin tocar, móvil encendido y en modo ruidoso en caso de que ella llame.

Sawyer suelta una carcajada divertida y golpea la pierna de Christian.

—¿Le dejaste tu pene y tu tarjeta de hombre? —se burla.

Christian gruñe como siempre, de fastidio.

—Si Luke, le dejé a mi esposa mi pene y mis bolas porque a dónde vamos no las necesito.

Sawyer frunce las cejas por el tono.

—Hey, si Luke hubiera dejado su pene bajo resguardo desde el inicio, no tendríamos estos problemas.

Ambos giran para mirarme, Christian de acuerdo conmigo y Luke no tanto.

—¿Qué estás diciendo, Et? ¿Que esto es mi culpa?

—Si.

¿No es obvio? Si mi buen Luke pudiera controlar sus impulsos, no se habría acostado con la mitad de la población femenina de Seattle y ahora su futura esposa no estaría enojada, arrastrando a nuestras novias con ella.

—¡Soy inocente! No es mi culpa que las mujeres me encuentren irresistible.

Christian apura otro trago de su cerveza antes de contestar.

—Eres culpable de no tener un límite y tener sexo con todas: viudas, amas de casa, empleadas domésticas, meseras, vecinas...

—¿Y que hay de ti? —chilla—. ¿Ana sabe que la mujer con la que te acostabas era casada? ¿Y vecina de tu apartamento?

Nuestro (Mío #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora