Capítulo 26. Luke.

704 155 18
                                    

Cuando escucho el rechinido de los neumáticos, sé que Christian está aquí.

No me sorprende que me encontrara, sino el hecho de que cuando la pesada puerta de madera se abre, son botas de tacón las que golpean el suelo.

Es ella, la reconocería en cualquier parte.

—Hey —se sienta a mi lado en la banca y pone su abrigo a un lado—. ¿Estás bien?

Asiento, pero no estoy seguro.

—Si. ¿Qué haces tú aquí? —no me emociona, pero debería estar en su despedida de soltera con Lay y Ana.

Becca entrecierra los ojos cuando me mira, luego dirige la mirada al techo y al frente, inclinando la cabeza.

—Desapareciste de un club nudista, así que obviamente fuiste secuestrado. —se ríe—. Tus amigos acaban de activar las alertas y tu cara está siendo impresa en cartones de leche mientras hablamos.

Me río imaginando la cara larga de Christian y la confusión de Et.

—Esos cabrones, ¿Por qué no me llamaron?

Sus bonitas cejas se fruncen.

—Creo que este lugar no tiene buena recepción, ¿Por qué no les dijiste a dónde ibas? ¿O solo vagaste por ahí y terminaste aquí?

Bueno, no.

—No quería arruinar su noche. —ella me mira con la confusión todavía grabada en su rostro, y decido que este es el mejor momento para explicar—. Ethan dijo algo sobre estar agradecido de tenerte o sobre haber estado cerca de perderte, no recuerdo ahora, y me asusté.

—¿Por qué?

Mierda.

—Porque lo he jodido demasiadas veces, mamita. Yo también puedo verlo. Me acosté con tu cuñada, tu camarera, y ahora con la mujer que planea nuestra boda.

Me siento como un jodido niño porque ella solo me mira y me habla con la voz muy tranquila. O no le importa de verdad o está furiosa.

—¿Recientemente?

—¡No! —chillo—. ¡Antes!

—Bueno —apoya una mano en el pecho, como si la hubiera asustado—. Eso ya lo sabía, Luke.

—Lo sé, y normalmente haces como que no importa, pero... ¿Y si te cansas de mi? ¿O se vuelve demasiado?

No sé si sea algo bueno o malo, pero ella suspira.

—Cuando te conocí, sabía cómo eras. Te había visto un par de veces con diferentes mujeres, y obviamente Natalie maldijo mucho después de ti. Así que no hay muchas cosas que me sorprendan en este punto... —Mierda. Esa grosera Grace—. Excepto el hecho de que has sido un maravilloso padre para Jamie y las niñas. Las cuidas, las alimentas, las llevas al colegio y te aseguras que lleguen puntuales a sus clases de karate. Eso es muchísimo más de lo que puedo decir de mi ex esposo. Y es lo único que me importa.

—¿Ni siquiera que la ama de llaves de la señora...? —me interrumpe antes de que pueda confesarlo.

—¡No! En definitiva no quiero saber más, ¿Está bien? No tienes qué apuntar a cada chica con la que te has acostado, simplemente voy a mantener eso fuera de mi mente porque prefiero enfocarme en todo lo demás que si me importa. Cómo nuestra boda, el bar y tal vez unas pequeñas vacaciones para todos.

Uff, siento que respiro de nuevo porque no sabría cómo librarme yo mismo de esta.

—Ana dijo que tengo problemas maternos. —me quejo.

—Es probable que si, nene. Pero si lo piensas bien, ¿Quién carajos no tiene problemas? Es decir, tengo un bar. Estoy contando con que haya personas con muchos problemas allá afuera.

Becca se ríe y siento que ahora puedo dejar las cosas por la paz, aunque aún tengo algo más qué decir.

—Voy a ser un cabrón hipócrita y decir que si algún imbécil mujeriego se acerca a mis niñas, voy a acusarlo de terrorismo y hacer que lo deporten a algún país caluroso como el jodido infierno.

Un carraspeo fuerte y claro viene de algún lado de la parte lateral, cerca de la oficina del padre.

Becca presiona sus labios para contener una risa.

—Tendrás qué hacerlo, hay mucho loco ahí creyendo que por ser gemelas les gustará hacer todo juntas, como compartir novio.

—Esos jodidos idiotas —gruño solo de imaginarlo.

Otro carraspeo, está vez más fuerte y empiezo a preguntarme si fue buena idea irrumpir en una iglesia a mitad de la noche.

—¿Ves? Te necesitan. Nadie más puede cuidar a mis hijos como tú, sin importar lo que hayas hecho en el pasado.

Eso es un alivio. Y pude aclarar un poco el asunto de Gretchen. Supongo que ahora podríamos salir de aquí, a menos qué...

—Cásate conmigo ahora. —le pido.

Tomo su mano para que no se aleje, sus cejas volando sobre su frente.

—Nos vamos a casar mañana, bebé. Estoy segura que puedes esperar algunas horas.

—No. Ahora. Antes de que puedas pensarlo mejor y arrepentirte.

O te haga enojar con alguna de mis estupideces, evito decir. ¿Cuánto las podría joder las cosas de aquí a mañana a las 12?

Mierda, mejor no darle oportunidad.

—Luke, ya te dije que me voy a casar contigo. Hemos estado juntos por casi dos años, no voy a arrepentirme, lo prometo.

—¿Segura? —pone los ojos en blanco.

—Segura. Ahora salgamos de aquí antes de que tus amigos llamen al SWAT o algo así. Están muy preocupados por ti.

—Mejor que lo estén, soy lo mejor que les ha pasado en la vida, mamita.

Nos ponemos de pie y caminamos por el pasillo hacia la salida, pero Becca se detiene antes de que pueda abrir la puerta de madera.

—Aquí es muy tranquilo, entiendo por qué viniste a pensar.

—Y a rezar —agrego, haciendo que arquee las cejas—. Mamá viene aquí a rezar por mi. Pensé que si venía al mismo lugar, Dios vería mi esfuerzo y sabría que estoy hablando en serio cuando digo que solo quiero estar contigo.

—Aww, eso es tan lindo, Luke.

—Aunque seamos honestos. No estoy arrepentido, el señor Sawyer y yo la pasamos genial todos esos años haciendo lo que quería y siendo un... —apoya la mano en mi boca.

—Suficiente. Cierra la boca ahora, cariño. Lo entendí, te gustó ser mujeriego. Eso se terminó, ¿Entendido?

Cómo no puedo hablar con su mano presionada contra mis labios, asiento.

—Bien, ahora vayamos a casa. Quiero dormir con mi nuevo esposo que es joven y guapo.

Aparto su mano.

—Mierda, si. Ese soy yo.

—¡Shhh! —el padre se dirige a nosotros con pasos rápidos.

—¡Corre, mamita! ¡Corre!

Nuestro (Mío #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora