Exhalo de nuevo, resistiendo el impulso de mirar mi teléfono una vez más.
No me importa que Lay llegue tarde, siempre y cuando aparezca, así puedo mostrarle todo lo que planee para nosotros, para nuestra nueva relación.
Saco las manos de los bolsillos solo para limpiarlas en la tela del pantalón de mi traje, demasiado nervioso para importarme la pequeña mancha de humedad. Mierda, es tarde.
-¿Ethan?
Giro rápidamente la cabeza para encontrar a Melissa en su brillante vestido púrpura, sus rizos rubios cayendo del peinado.
-Melissa, hola -balbuceo-. ¿Qué haces aquí?
Lo cual es una pregunta estúpida, porque siendo ella de una de las familias ricas de Seattle, es obvio que estaría aquí. Mi madre se encargaría de ponerlos en una de las mejores mesas.
-Estoy esperando a Ashley y a Beatrice.
Sus mejores amigas, supongo. Lo que solo me hace recordar a Katherine Steele que pronto será Kavanagh.
Mi hermana.
Sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos y concentrarme en la chica frente a mi.
-También espero a alguien -ofrezco, pero Melissa es una chica lista y pone los ojos en blanco.
-¿La invitaste? A tu ex novia.
-Si.
Los labios llenos de ella se fruncen en una mueca de desagrado, que termina cuando una limosina negra estaciona al frente del edificio. El valet parking abre la puerta y una chica es la primera en salir. Chilla tan pronto como mira a Melissa.
-¡Meli! -casi tropieza con los zapatos demasiado altos-. ¿Cómo me veo?
Gira sobre su eje para para que Melissa vea su vestido y yo me remuevo con incomodidad. Antes de que pueda apartarme de ellas, la recién llegada me señala.
-¿Viniste con Ethan Kavanagh?
Mierda.
Melissa presiona los labios con fuerza, lanzándome una mirada de "mira lo que te pierdes".
-No. Solo somos amigos.
Asiento, porque en eso tiene razón. Hablar con ella es fácil porque no intenta impresionarme u ocultar el hecho de que es una princesa mimada de Seattle. Tal vez sus consejos no sean tan buenos como los de Ana, pero es una agradable compañía.
-Oh -la otra frunce las cejas-. De todas formas, escuché que es policía.
Me mira de arriba a abajo antes de enganchar su brazo con el de Melissa, y ambas desaparecen en el interior del edificio. Supongo que eso es un rechazo.
Otro auto se detiene al frente, pero nadie se acerca abrir la puerta ya que es un simple taxi de la ciudad, y sería un insulto para estas personas aparecer en algo menos que un auto de lujo.
La cabellera rubia de Leila es lo primero que distingo, luego el ajustado vestido rosa con tirantes. Le entrega un billete al conductor y gira para mirarme.
-Hola.
-Hey. -estoy tan aliviado de que apareciera-. ¿Qué pasó con tu auto?
Lay se rasca el cuello en un gesto nervioso.
-Está indispuesto -encoge los hombros-. Al menos no llegué en una calabaza.
Su expresión despreocupada me hace sonreír, así que me acerco y beso su mejilla. De paso, recibo un dulce recordatorio de su perfume.
-Hueles bien, Lay. Me gusta.
El olor a caramelo y cítrico me recuerda a los deliciosos desayunos con hotcakes que solíamos hacer en su departamento. Buenos tiempos...
Tomo su mano para llevarla conmigo dentro del vestíbulo y luego hacia el gran salón del hotel que mi madre eligió para la gala, la distribución de las mesas es exactamente la misma de cada año.
Las familias más ricas o aquellos que aportan más dinero en la donación son quienes obtienen las mesas principales, las familias a las que se les invita por compromiso obtienen una mesa al fondo del salón.
No es justo, pero es como lo hacen.
Cuando me detengo en la mesa del centro que ocupa mi padre, aparto la silla para Leila y me siento a su lado. Papá apenas nos nota, demasiado interesado en su vaso de whisky y la botella medio vacía frente a él.
-Buenas noches, señor Kavanagh -Leila lo saluda con una gran sonrisa-. Tiempo sin vernos.
A papá le toma un par de segundos parpadear y reconocerla.
-¡Leila! ¡Cariño! -la nariz roja me indica que ha bebido más de lo que debería-. Me alegra tanto ver un rostro fresco y genuino.
La sonrisa de Lay se tensa, pero finge no darse cuenta del semblante triste de papá. Le pregunta algo sobre el clima que apenas alcanzo a escuchar porque mi madre está al frente con un micrófono.
-Buenas noches a todos, y bienvenidos a la gala anual de la fundación Kavanagh -todos aplauden, ignorando a mi padre en su mesa-. Eamon y yo decidimos hacer las cosas un poco diferente este año.
Mi mirada recorre rápidamente el salón adornado con grandes arreglos florales y caras esculturas de hielo que serán inservibles en un par de horas. Al menos lo recaudado esta noche servirá para rehabilitar el orfanato local.
Me detengo brevemente en la mesa de los McDowell, Melissa debe sentir mi mirada porque gira y se queda inmóvil. Las cejas fruncidas de nuevo me indican que algo le molesta, lo que confirmo luego cuando su amiga Ashley se inclina desde su silla y nos señalan.
A mí. Y a Leila.
Como si el divorcio de mis padres no fuera suficiente, mi elección de carrera y la chica a mi lado también provoca chismes entre las damas de alta sociedad reunidas en este evento.
Decidido a ignorarlas y volver a mi plan original de impresionar a Lay, tomo su mano para que se levante.
-¿Quieres bailar conmigo?
Sé que lo hace, hemos acudido a estos bailes en años anteriores. Papá asiente y señala la pista, con una gran sonrisa borracha.
-Diviértanse mucho, muchachos.
No espero su respuesta, la llevo hasta el centro de la pista de baile donde los músicos ya están tocando una balada romántica y apoyo mis brazos sobre su cadera, un gesto demasiado íntimo para las recatadas señoras y mi madre.
-Olvidé que estar en la mira me pone nerviosa -se muerde el extremo del labio-. ¿Han pensado en hacer un baile de máscaras?
Eso me hace sonreír.
-Dudo que quieran ocultar sus costosos maquillajes y sus caras llenas de botox detrás de una máscara. Además, ¿Cómo me reconocerías?
Las manos de Leila que estaban apoyadas en mis hombros suben para acariciar el cabello de mi nuca.
-Eso es fácil, Et. Eres el chico que luce como un príncipe azul.
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Nuestro (Mío #4)
Fiksi PenggemarCuando tocas fondo, el único camino que queda es hacia arriba. Pero nadie dijo que corregir los errores que te llevaron ahí sería tan difícil. ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los personajes pertenecen a EL James de su Trilogía "50 somb...