Capítulo 9. Ethan.

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—¡Ya llegué! —grito cuando entro a la casa, mi madre debe estar en la cocina—. Temprano como siempre.

Es una rutina bastante aburrida. Voy al trabajo, regreso a casa, hago algo de ejercicio como parte de la rehabilitación y vuelvo a dormir para el día siguiente.

Invité a Lay a tomar una cerveza conmigo después del trabajo pero se negó, alegando que debía visitar a su hermana.

No sé si huye de mi o del alcohol. O de ambos. La conversación que tuvimos en el auto aún me da vueltas en la cabeza, causándome malestar.

—Cariño —mamá se acerca a besarme en la cabeza—. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Quieres algo de comer antes de la cena?

—Bien, y no.

La veo caminar por la cocina con una revista mientras la ama de llaves corta vegetales en el extremo. Deja la revista a un lado y me sonríe.

—¿Por qué no subes a darte una ducha y a ponerte presentable?

¿Yo? Me echo un vistazo rápido, encontrando que mi ropa de trabajo es bastante formal.

—Creí que lo estaba esta mañana cuando salí —me quejo.

—No, no, sabes a lo que me refiero —agita su dedo frente a mi y sonríe de nuevo—. No me lo digas, ¿Olvidaste que los McDowell vienen a cenar?

—¿Quién?

Resopla, pero mantiene la compostura elegante porque cualquier otra expresión le causa arrugas.

—Los McDowell... —repite—. Greg, Megan y Melissa.

Oh.

—Si, Melissa.

Carajo, de nuevo esa conversación con Leila regresa. Admito que no soy bueno leyendo entre líneas, prefiero la honestidad y las palabras directas, por eso estoy tan confundido ahora.

¿Qué somos?

—¿Ethan? —mamá se mueve delante de mi—. Dije que vayas a asearte. Hueles a café y flores.

Levanto el borde de la camisa y huelo ahí, dándome cuenta que el aroma de Leila se impregnó, seguramente por todo el tiempo que pasamos juntos.

—Es el perfume de Lei.

Mamá abre los ojos un poco más grande, mira por encima del hombro a la ama de llaves antes de enfrentarme.

—¿Leila? ¿Estuviste con Leila hoy?

—Si, olvidé decirles. Leila volvió.

Esperaba una reacción más efusiva, en cambio ella presiona los labios con fuerza y asiente.

—Ve a ducharte, los McDowell estarán aquí pronto.

Y con eso, se aleja de mi para darle algunas instrucciones a la ama de llaves. Yo también giro para volver a las escaleras hasta mi habitación.

¿Por qué a ella le molesta que mencione a Leila? Definitivamente no estoy entendiendo nada... O me estoy perdiendo de algo importante.

De cualquier forma, voy a mi habitación para tomar esa ducha y ponerme jeans y camisa. No intento impresionar a Melissa, de hecho nunca me interesó, pero ahora me pregunto cuántas cosas estoy pasando por alto.

—Es obvio que mi juicio no está bien —suspiro frente al espejo, acomodándome el cabello—. O habría hecho muchas cosas de forma diferente.

¿Qué pasa si soy yo quien está mal? Tal vez estoy revolviendo todo y mis habilidades para analizar la expresión no son tan buenas como creía. Eso explicaría por qué me cuesta volver a conectar con Leila.

Los McDowell llegan puntuales, como le gusta a mamá. La cena está servida, todos vestidos y preparados para dar la bienvenida a los invitados. Como papá y Greg son compañeros de trabajo, la conversación se dirige a esos temas.

—Basta ya de eso, Eamon —mamá golpea suavemente el brazo de papá y sonríe, pero es un regaño—. Pasemos a la mesa y conversemos de cosas más agradables.

Y eso solo significa el Club Social de Seattle.

Casi me río de la situación, pero me detengo porque eso también provocaría una llamada de atención.

Mamá dispone de los lugares en la mesa, poniendo a papá y a Greg en las cabeceras, ella y Megan de un lado, con Melissa y yo del otro.

—Gracias por la invitación, señora Kavanagh —Melissa ahora sus pestañas hacia mi madre.

—Es un placer, cariño. Espero que puedas obtener alguna plática de mi querido Ethan, ha estado muy solo.

Pero ha sido mi elección, evito decir porque es una grosería discutir frente a los invitados. Melissa voltea para mirarme y sonríe.

—Entonces deberíamos vernos más seguido, Ethan.

Creo que está coqueteando conmigo, puedo decirlo por la forma en que bate sus pestañas y muerde su labio. ¿Debería intentarlo? Leila no parecía preocupada por el hecho de que conociera a alguien más. ¿Qué si soy yo quien se está aferrando?

—Podríamos ir por un trago —le digo, la conversación de los demás deteniéndose a nuestro alrededor.

Tengo que quitar los ojos de Melissa para mirar a nuestros padres felices y sonrientes.

—En realidad, preferiría un café. ¿Te parece el miércoles en la noche?

Estoy a punto de decir que es demasiado pronto, cuando mi madre interrumpe.

—¡Eso es fantástico! —golpea sus manos juntas como si estuviera a punto de aplaudir—. Mi Ethan justamente decía esta tarde que tiene mucho tiempo libre, ¿Verdad, cariño?

Agh.

—El miércoles está bien —ignoro a mi madre para hablar con Melissa.

—¡Perfecto! —su madre Megan también sonríe—. ¿Deberíamos hacer una parrillada el fin de semana? Nos encantaría...

La voz de la señora McDowell desaparece de mi mente cuando la realización me golpea. Tendré una cita con Melissa. Podría ser algo bueno, o no, aún no lo decido.

Con la promesa de nuestro encuentro, terminamos la cena y los invitados se despiden. Yo habría vuelto a mi habitación tan pronto como terminé mi cena, pero papá me lanzó una mirada que lo dijo todo.

Mi primera reacción es escribirle un texto a Luke, pero obviamente tiene mejores cosas qué hacer. Christian también, aunque me gustaría escuchar su consejo.

¿Y Lay? Bueno, hubo un tiempo en el que ella era siempre mi primera opción, sabía todo de mi y podía darme su perspectiva de las cosas. Ahora no estoy tan seguro.

De cualquier forma, tomo el móvil y tecleo un "tengo una cita el miércoles". Luego lo borro, sabiendo que debo mantener la mentira que ya dije sobre mis salidas con Melissa.

Carajo, es muy difícil no tener a alguien con quién hablar.

Nuestro (Mío #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora