C.21

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Había perdido la cuenta de los días que estuvo en el calabozo. Al principio, había contado diligentemente las noches que pasaban, pero después de seis días se detuvo. En su mente, la iban a matar de todos modos; no le importaba cuánto tiempo tendría que esperar.

Estaba condenada a reproducir toda la pelea en su mente, día y noche.

Jensen la visitó de vez en cuando, aunque no le importaba a la joven. Ivar le estaba enviando algo de comida, lo suficiente para que sobreviviera. Sin embargo, en toda su terquedad, se negó a tocar cualquier cosa que sus le estuvieran dando. Preferiría morir de hambre.

Era temprano en la mañana cuando Olav y Gurdsid irrumpieron en su celda y la sacaron sin decir nada. Ella, la más fiera de los cazarrecompensas, no se resistió ni un ápice; sabía que era el día que moriría, pero en lugar de ir al patio para su ejecución, la llevaron a la sala del trono.

Cuando la arrojaron a la habitación, lo primero que vio fue a Ivar sentado en el trono, con una corona. Solo podía fruncir el ceño ante la imagen antes de que lo empujaran hacia adelante, más cerca del nuevo rey de aquel lugar desconocido. No le sorprendió ver a Serkvit allí, pero definitivamente le sorprendió ver a su hermano Bren parado a su lado. Bren tenía una mirada culpable en su rostro, evitando los ojos de su hermana y enfocándose en Ivar en su lugar. No tuvo tiempo para preguntarse la razón antes de que Ivar hablara, lo que le obligó a concentrarse en él.

-¡Ah, reina de Erebor!- gritó con sarcasmo, pero se recuperó rápidamente de su error- Bueno, ex reina de Erebor.

Parecía enorgullecerse de verla tan derrotada: las historias viajarían para siempre sobre el gran Ivar el Deshuesado, quien volvió de entre los muertos y el que derrotó a la magnífica cazarrecompensas.

-Tenemos un problema que resolver. Tu hermano accedió amablemente a volver a Repton con nosotros- explicó, mirando a Bren y Serkvit antes de volver su atención a ella- Estoy dispuesto a ofrecerte lo mismo. Y una vez volvamos a Repton y vuelva a tener vida, iremos a conquistar el reino de tus amigos enanos.

-La gente de Erebor nunca te aceptará como su rey. No importa cuántos de ellos mates, nunca se inclinarán ante ti ni ante ningún otro ser- gruñó, lo que él soltó una risa tranquila.

-Por eso sigues viva, reina de Erebor.

-Una vez más, Ivar, no soy reina de Erebor, ni pienso serlo, no tengo ningún interés en ese reino.

-Tú no querías serlo, pero un enano sí quería hacerte su reina. Es cierto que tu gente no me aceptaría como su rey, pero contigo a mi lado lo harían- dijo como si la idea de casarse no le molestara en absoluto. Se sorprendió por decir lo menos; incluso se sorprendió que todavía estuviera viva. Ahora entendía por qué: la necesitaba para imponer su reinado al pueblo enano- O tus queridos enanos morirán y entonces los habrás devuelto a la vida para nada. Tu gente morirá. Los verás morir a todos antes de que te mate- advirtió en voz baja, levantándose de ahora su trono y acercándose a ella con la ayuda de su muleta- La elección es tuya, reina.

Tenía que pensar en su supervivencia, así como en la de su hermano.

*·*·*·*·*·*·*·*·*·*·

-¡Balin!- Bofur llegó corriendo a la enorme cocina mientras respiraba con dificultad- Thorin... Thorin ha despertado...

-¡Tío!- gritó Kili al escuchar que su tío había despertado. Fili dejó los cuencos sobre la mesa para correr tras su hermanos hacia la habitación de su tío.

-Al fin...- sonrió Balin caminando junto con Dwalin. 

Todos los enanos se dirigían al mismo lugar. Los aposentos del rey.

Cuando llegaron, se encontraron con la sorpresa de que este ya estaba en pie, colocándose su armadura.

-Thorin, ¿qué estás haciendo?- Gloin se acercó a él.

-Lo último que recuerdo fue que se llevaban a Eyra, voy a ir tras de ella, voy a recuperar a mi reina.

-Primero debes descansar, Thorin- apareció Gandalf con una leve sonrisa.

-Gandalf...- el rey enano se quedó plasmado al ver al brujo pues, pensó que no lo volvería a ver por lo mal que lo trató a él, a él y a Bilbo... Bilbo.

-Necesito encontrarla... La necesito..

-Thorin, ella os trajo, gastó tres de sus vidas en traeros de vuelta- Fili y Kili abrieron los ojos al escuchar aquello pues ninguno de los dos supo como es que estaban vivos cuando ambos habían muerto- Ella gritó- Thorin enarcó las cejas- Usó su primer grito cuando te vio morir Thorin.

-Ahora sí que debo ir a por ella, no dejaré que le hagan daño.

*·*·*·*·*·*·*·*·*·

Un suspiro escapó de sus labios cuando arrojó su muleta sobre la cama; la habitación se sentía tan vacía, tan ajena a él. Trató de recordarse a sí mismo que ahora le pertenecía, pero no podía esperar a dejar aquel repugnante pueblo tan cercano a la montaña y regresar a casa. Después de todo, había obtenido lo que había venido a buscar.

En el calabozo, Eyra miraba su muñeca, le quedaba una marca de vida. Sabía perfectamente lo que eso significaba, pero aún así se enorgullecía de haber traído de vuelta a sus tres enanos favoritos, en especial, Thorin.

-Fue muy estúpido lo que hiciste- dijo una voz la cual supo averiguar rápidamente de quién se trataba. 

No tenía su muleta con él. Fue la primera vez que lo vio gatear por el suelo; el hombre no parecía ahora como si fuera el más temido de todos los hombres. Junto a ella de rodillas, los dos estaban al mismo nivel: él no se elevaba sobre la chica como solía hacerlo ni la miraba desde arriba. En ese momento parecía vulnerable; tal vez estaba esperando que se burlara de él.

En la mente de la chica, el único asunto risible era la situación en la que se encontraba. 

Ivar odiaba el silencio más de lo que se atrevía a admitir. Quería que hiciera cualquier cosa: golpearlo o gritarle; no se habría sorprendido si hubiera intentado matarlo cuando estaba allí. Cualquier cosa hubiera sido mejor que el silencio. Había sido una compañía agradable en el pasado, una cuya presencia disfrutaba, lo que decía algo: no disfrutaba de la compañía de nadie.

Dejó escapar un suspiro de enojo cuando no dijo la mujer nada durante unos minutos. Al mirarlo, lo vio poniendo los ojos en blanco como si fuera un niño molesto que no consiguió lo que quería. La vista le divirtió: debatió si comentarlo o no, y decidió no hacerlo. Su ira era lo último que necesitaba.

-¿Está bien mi Bren?- preguntó, esperando obtener una respuesta veraz de Ivar.

-Quizás deberías preocuparte más por ti misma- respondió rápidamente. Podía ver claramente la desesperación en sus ojos, como si estuviera contenta con cualquier información que le diera- Lo verás mañana. Dejaremos este pueblo atrás.

My Inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora