C.19

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-Déjanos- escuchó la fuerte voz del metal antes de que apareciera un hombre. No le prestó mucha atención, se centró en Jensen y le envió una mirada. Era evidente que los dos tenían una rivalidad: Jensen estaba a punto de discutir, pero decidió no hacerlo y se fue sin decirle nada.

El hombre frente a ella era obviamente una especie de líder entre los hombres del norte. Con los ojos llenos de autoridad, no le prestó mucha atención, enfocándose en caminar hacia un banco en el medio de la tienda. Simplemente la joven lo observó en silencio. Una parte de ella se preguntaba quién era el hombre encapuchado.

-Así que eres la famosa reina de Erebor, la reina Eyra, de la que la gente habla tan bien- comentó casualmente mientras tomaba asiento, tirando su muleta a un lado. Sus ojos se clavaron en los de la chica,  no había ira en ellos.

-No soy reina de nada. Me tienes en desventaja. Tú me conoces, pero yo no te conozco- anunció, tomando asiento frente a él cuando él le indicó que lo hiciera. Una sonrisa apareció en su rostro cuando se puso de pie, inclinándose levemente en burla.

-Ivar el Deshuesado a su servicio, alteza- dijo en voz alta quitándose la capucha dejando ver su rostro y sus ojos tan azules como el mismo mar, claramente él estaba orgulloso de su ascendencia.

Para Ivar, aquella era la mujer más hermosa que jamás había visto; era como si la hubieran enviado los mismos dioses, nunca cambiaría su opinión sobre ella. Siempre seguiría amándola y ni la muerte los podía separar. Pero lo que no sabía era que había un rey en sus manos, y ese rey nunca le daría lo que quería sin luchar.

-No pareces tener miedo- soltó. Eyra no tenía que levantar los ojos para saber que te miraba con una mirada curiosa en el rostro. Se encogió de hombros por un segundo, y cuando lo miró tenía una expresión de anticipación en su rostro, como si realmente estuviera esperando escuchar una respuesta.

-Solo hay una cosa que me asusta, y no es un hombre ni una mujer- una sonrisa apareció en su rostro que rápidamente reprimió. Quería preguntar más, pero no lo hizo.

Ivar y Eyra estaban tan absortos en sus propios pensamientos que a ninguno de los dos les importó el silencio. Para su sorpresa, fue cómodo. Hubo voces fuertes desde fuera de la casa, lo que hizo evidente que se estaba celebrando algún tipo de celebración o banquete. Una parte de ella quería preguntarle a Ivar si se iba a unir o no, pero no dio indicios de siquiera pensar en hacerlo.

Ivar tuvo que admitir para sí mismo que lo intrigaba. No había mucha gente que no le temiera, incluso sus propios hermanos, sin embargo, ella se sentó contra él como si no le importara su presencia. No era ingenuo al pensar que ese era el caso; era un invasor en una tierra que no le pertenecía, un invasor en un montaña la cual no era suya, era un invasor junto con la posibilidad de que mañana ambos pudieran luchar entre sí. Pero tuvo que admitir para sí mismo que le gustaba la paz, incluso si esa paz durara solo una noche.

·*·*·*·*·*·*·*·

Había estado haciendo girar su anillo alrededor de su dedo durante lo que pareció durante horas, un hábito suyo cada vez que el nerviosismo se apoderaba de ella. Por el rabillo del ojo se podía ver que algunos de los hombres estaban agarrando con fuerza sus armas; Ivar y Jensen, sin embargo, parecían tranquilos y pacientes, Jensen más que Ivar.

Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando escuchó el fuerte llamar de alguien en la puerta. Se alegraba ver que tenía razón: Serkvit era el que iba delante con la Compañía justo detrás de él y Bren. Estaban listos para una pelea; inseguros de los tres hombres que la retenían, creían que era probable que los guiaran a una trampa. Se relajaron instantáneamente cuando la vieron, su futura reina, a salvo, aunque rápidamente Ivar se hizo de notar con una sonrisa siniestra. El semblante de Thorin pasó de preocupación a rabia y celos. Sabía perfectamente quién era él. 

Lentamente Eyra dio un paso hacia adelante; por un segundo sus ojos se posaron en Ivar quien la estaba mirando con una expresión ilegible. Jensen le envió un pequeño asentimiento e incluso una pequeña sonrisa, considerando que era comprensible que él fuera el más razonable del grupo.

-Hermana- Serkvit dijo al pasar junto a ella, sin poder controlarse, lo abrazó, lo abrazó como nunca lo había hecho. Serkvit no se quedó atrás, una leve sonrisa asomaba entre sus labios rodeándola también con sus fuertes brazos. Eyra no se podía creer que lo tuviera allí, su mejor amigo, su mayor confidente, su hermano. Deshicieron el abrazo y se despidieron con una sonrisa mientras los guardias la rodeaban como si esperaran una emboscada en cualquier momento. Bren miró a cada uno de sus hermanos y les regaló un asentimiento de cabeza, cosa que cada uno de ellos le respondió.

Sintió una punzada en el corazón cuando miró hacia atrás, Ivar la miraba sin ninguna expresión desde la ventana.

-No sabes lo que me alegro de que estés bien- dijo Bren abrazándola, muestra de cariño que no le devolvió. Para ella era una señal de que algo andaba mal; cuando se apartó vio la expresión de preocupación en su rostro.

-Esos ladrones atacarán, Eyra. Necesitamos salir de aquí ya. 

-No son ladrones- defendió Eyra.

-Sí que lo son, secuestraron, robaron lo que el rey más quiere- ladró Thorin con la furia aún notable.

-¿Sí? ¿robaron tu preciada joya?

-Te secuestraron a ti- gritó haciendo que todos quedaran en silencio, todos menos Eyra.

-Yo no soy de nadie, no soy tuya, no soy tu reina, soy una mujer que accedió a ayudar te a cambio de un dinero, como está escrito en el contrato.

-Claro, ahora dices que no eres de nadie porque ha vuelto él, ¿verdad?- la joven frunció el ceño empezando a molestarse con el rey enano.

-¿De qué hablas?

-Hablo del hombre de los ojos azules, el de la muleta.... Ese era Ivar, ¿o me estoy equivocando?- dijo lo último con un toque de burla.

-No, no te equivocas, él es Ivar y no sabes lo que me he alegrado de ver que está con vida otra vez. Porque ahora nada ni nadie lo podrá detener y yo lo seguiré hasta el final porque es mi hermano.

-¡Es tu amante!- Eyra alzó la mano propiciándole una marca de su mano en la cara del rey.

-Lo que había, hay y habrá es cosa nuestra, majestad... No lo olvide. Seréis el rey de los enanos, no el mío.

Todo se había quedado en completo, quienes pasaban por las calles se habían detenido admirando el espectáculo que se había formado justo delante de las barcas donde la Compañía zarparía hacia la montaña.

-Él sabe que tú y Thorin tenéis algo. Después de que desaparecieras Jensen llegó, estábamos hablando y accidentalmente se me escapó que serás la futura reina de Erebor, y...

-No importa, Bofur. Lo que importa ahora es que lleve a esas personas a un lugar seguro. Si Ivar está aquí esto no acabará bien- Explicó, sin darle la oportunidad a su hermano o a Thorin de discutir, lo cual estaba claro que el último quería hacer.

My Inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora