Todo estaba saliendo muy bien en la vida de Agnes, tenia a sus amigos, a su hermano, a su tía, pero lo que no esperaba Agnes, era tener que descubrir los secretos que la rodeaban todo el tiempo, haciendo que las mentiras mas pequeñas sean ya suficie...
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Agnes Wilson
Jayden abre la puerta de mi habitación.
No había nadie, bueno era obvio que desaparecerían. Las camas estaban arregladas, sobre ellas se podría observar cinco toallas blancas dobladas a la perfección. Jayden permanece parado por unos segundos contemplando la habitación buscando que hacer primero, voltea a verme un instante, pero la desvía de inmediato para acercarse a una de las camas y arreglarla para que yo pueda acostarme.
—No tienes por qué hacer esto —Digo sin dejar de observarlo— Puedo sola.
—¿Te has visto? —Me mira alzando las cejas.
No le respondo.
No estoy en mis siete sentidos en estos momentos, no diré que se me haya pasado el coraje que tenía hace unos momentos, pero tengo ese sentimiento de creer, aunque no sea buena idea ya que todos siempre mienten.
Me quedo unos minutos mirando a Jayden arreglarme la cama y buscándome algo de ropa, ya ha estado aquí, no tengo dudas de seguro por su hermana, tal vez aquí estuvieron cuando Ángela se fue. Bueno eso es lo de menos yo no dejo de observarlo perdida, me está recurriendo esa emoción de cualquier chica al ver que alguien intenta cuidarla o se preocupa por ella, aunque se perfectamente que en mi caso no es ninguna de las dos, pero sigue siendo linda la sensación.
No me acordare, espero que no. A quien engaño tal vez no tenga los siete sentidos ahora, pero se podría decir que por lo menos tengo los cinco primeros, lo que sea que haga hay una parte de mí que es consciente y sabe perfectamente cuáles son sus intenciones...
Ok, no espero aceptación ni que corresponda. Solo siento como mi cuerpo va a su dirección por si propio.
Todo fue tan rápido que por alguna extraña razón me imagino este momento con Pumped up Kicks de Foster The People.
Jayden sigue despaldas y pues como yo soy una loca de mierda, me acerco a él y lo giro provocando que su mirada se encuentre con la mía, mientras el frunce el ceño confundido por mi comportamiento.
Estoy drogada un poco de comprensión.
No lo pienso y lo beso.
Si, lo beso.
El al principio parecía confundido, yo también lo estaba. Pero luego me siguió el beso posando sus manos en mi cintura apretándome más a él y aumentando la velocidad.
Me arrincono contra la pared pegando mi cuerpo lo más cerca de, el posible, sus besos bajan a mi cuello colocando su mano en mi nuca y la otra me aferraba a él, hago un pequeño jadeo sintiendo como se me eriza la piel y no por nervios, más bien por el tacto de sus labios en mi piel y la manera tan intensa de besarme cada centímetro de mi cuello sin dejar ni un solo espacio, ahora siento como sube los besos a mi mejilla hasta llegar a mis labios donde los toma con desesperación e intensidad.