Capítulo 32| Te quiero aquí, conmigo

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✨¡Sorpresa!✨

E L I Z A.

Lío y yo intercambiamos miradas momentáneamente. No hizo falta decir absolutamente nada para saber lo que el otro pensaba por qué era algo obvio. Fue el momento en el que me di cuenta que a partir de ese día nuestra relación había evolucionado por completo. Nos sentí tremendamente conectados, y podía asegurar que la sangre que compartíamos de manera momentánea no era la culpable.

El primo de Lío aferró la vieja espada contra su pecho y agachándose con la, aparente, intención de lucir más pequeño se encaminaba hacia la puerta de salida de la casa. Se notaba a leguas que el pobre inepto tenía esperanzas de salir vivito y coleando de esta, pero eso ya era ser demasiado optimista de su parte.

Lío aterrizó de un golpe seco frente a él y por la sorpresa, Tato se sobresaltó de tal manera que casi se cae de culo.

— ¿Ya te marchas, querido primo? — la peligrosa y furiosa voz de Lio penetró el aire. — Creí que te quedarías a jugar.

El gusano retrocedió rápidamente con la clara intención de huir pero cuando se dio la vuelta, frenó en seco al notar que yo me encontraba de ese lado, obstaculizando su posible salida. Él maldito demonio estaba perdido. Atrapado entre Lío y yo, como una lamentable pelota de ping-pong.

Tenía claramente dos caminos que elegir: podía ir contra Lío. Él mismo había comenzado a fanfarronear con que tenía en su poder la espada de no-recuerdo-que-figura-bíblica-era, que puede arrebatarle a Lío su inmortalidad lo que indicaría que tendría una gran ventaja en sus manos mientras que en el otro camino debía luchar contra mí. Una pequeña humana con gotitas de sangre de demonio corriendo por su sistema.

¿Pueden adivinar qué camino eligió?

Por supuesto que el mío. Seamos sinceros, ¿Si? En el caso de que yo estuviese en su lugar, también haría lo mismo. Era lo más lógico y razonable. Yo era, a simple vista, la opción más fácil pero estaba a punto de darle una monumental patada en el trasero.

El Demonio vino por mí y dejé que mi nuevo y momentáneo instinto demoníaco tomara la delantera. Pegué mis ojos con atención a él. Sus movimientos eran rápidos pero tal y como dijo Lío su cuerpo siempre daba indicios de sus futuros movimientos.

Los músculos de su hombro temblaron momentáneamente antes de lanzar un puñetazo directo a mi rostro, a lo que alcé mi antebrazo bloqueando su ataque. Mis zapatillas resonaron contra la tierra del patio justo antes de dirigirle una patada en dirección a su abdomen. La esquivo e inmediatamente me di la vuelta para que no anticipará mi próximo movimiento y mi pie dió contra su mandíbula. El impacto lo lanzó hacia atrás, se desestabilizó y cayó de culo al piso.

Me di la vuelta buscando a Lío con la mirada y me lo encontré a mi lado, mirándome boquiabierto.

— Vaya, Liz. Eso fue... — sus ojos brillaron con algo que no supe distinguir momentos antes de que me dirigiera una lenta sonrisa llena de orgullo. — Aprendes rápido. Eres una muy buena alumna.

Lío estaba orgulloso de mí. Estaba extasiada.

— Gracias. — sonreí. — Y tú eres un muy buen maestro.

— Oh, que asco me dan. ¡Dejen de coquetear y enfóquense en la pelea!

Estaba a punto de soltar un comentario mordaz acerca de que pelea estaba hablando si él se encontraba como todo un perdedor sobre el suelo cuando lo vi moverse. Fue mínimo, casi un borrón pero se había movido. Había lanzado algo hacia nosotros. Mucho antes de que me percatara de mis propios movimientos, alcé la mano y atrapé en el aire la vieja espada que Tato había lanzado en dirección a Lío.

Lo que nos pasó por tontos (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora