Capítulo 3| Asesina con mímica

6.6K 992 778
                                    

Conociendo a los demás Tridentes.

E L I Z A.

La niña frente a mi, frunció levemente su entrecejo, en una expresión de entera concentración.

Hasta hace exactamente tres horas, estaba segura de afirmar que jamás podría sentirme intimidada por una infante, pero teniendo a ella en la misma habitación que yo, pues el panorama cambiaba un poco.

Enmarcado por una larga y sedosa melena rubia, se encontraba un rostro pálido como la leche, sus rasgos finos y delicados me recordaban a las muñecas de porcelana que colecciona mi abuela. Pues se trataban de hermosos y perfectos rostros sin una pizca de humanidad. Estaba sentada en un imponente sofá rojo, con aspecto de trono, de forma elegante y delicada: sus pequeñas piernas cruzadas e inclinadas levemente hacia un lado, su mano sosteniendo de forma sutil su pequeña barbilla y su despampanante vestido rosa creando un halo a su alrededor. Podría decirse que estaba frente a un miembro importante de la realeza.

Y estaba en lo cierto, pues ella era Lita Tridente, princesa del infierno.

- Desmembramiento. - soltó deliberadamente.

Negué con la cabeza obteniendo a cambio una mirada gélida de esos inquietantes ojos color amatistas. Solté un suspiro tembloroso y continúe haciendo señas.

- ¿Degollamiento? - dudó Vadrik Tridente.

A diferencia de su hermana, su rostro era más relajado y agradable. Se trataba de un muchacho que a simple vista parecía de unos quince años, de estructura delgada pero elegante, poseedor de una mata de cabellos rubios encantadora que hacía juego con sus exóticos ojos amarillos. Al igual que Lío, el poseía un par de alas y cuernos, a pesar de que no eran de un tamaño tan absurdamente grande, aún así lograban ese efecto de imponencia e intimidación.

Negué una vez más con la cabeza, deseando que terminara esto de una buena vez.

- ¡Desollamiento! - gritó con alegría Vidian, el más pequeño de los Tridentes. No era más que un simple niño rubio que debajo de unos lindos lentes tenía unos bellos ojos verdes. Nadie notaría nada raro y sobrenatural en el, a menos que se lo mirara detenidamente, pues se podía percibir en el una especie de halo de color esmeralda que lo rodeaba. Este pequeño era merecedor del premio a la mirada más cálida y tierna de los miembros de la familia. Me reconfortaría más si no hubiera acabado de mencionar una de las formas de tortura más antiguas y barbaricas.

Incómoda en mi lugar, asentí dándole la razón. Cuando me invitaron a jugar para matar el rato, nunca pensé que terminaría jugando a un dígalo con mímica un poco mucho más retorcido, pues en lugar de tratar de imitar una película o libro, finges matar a alguien y los demás deben adivinar qué método estás usando.

Sip, para nada espeluznante.

Nota mental: cuando los Tridentes te inviten a un juego, procura cuestionar con exhaustiva insistencia el objetivo y modo de juego.

- ¡Esto es inicuo! - gruñó la princesa, golpeando fuertemente con su pequeño puño el brazo del sofa/trono antes de señalarme con un dedo acusador. - Ella ni siquiera hizo la seña de desollar correctamente, ¡Solo estaba apuñalando el aire!

Lo que nos pasó por tontos (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora