Capitulo 16| La cura para el insomnio

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L I O.

Mi mirada aún estaba fija en donde el pijama ridículo de ositos había desaparecido en dirección a la cocina cuando a mi lado Kalev silbó.

— Hombre, como yo lo veo, ella en verdad tiene talento para ser su niñera. — observó.

— Ni que lo digas. — murmuró Vidian.

— Solamente hace más de una semana que está con nosotros y ya sabe deducirnos casi a la perfección. — señalé.

— ¿Por qué no le dijeron de dónde venían?

— Vadrik aún no le dice. — Vidian se encogió de hombros.

Mi primo frunció el ceño y me miró en busca de una afirmación.

— Sabes muy bien lo introvertido que puede ser algunas veces, tiene miedo de decirle la verdad a Eliza y que ella lo vea de diferente manera.

Kalev bufó.

— Pero eso es absurdo.

— Se lo he dicho incansablemente, pero él está convencido de que aún no está listo y bla bla bla. — rodé los ojos con fastidio ante la temerosa actitud de mi hermano.

— Pfff, si yo tuviera a ese angelito candente cómo niñera le diría todas y cada una de mis verdades. — comentó con un tono jocoso sin importarle siquiera la presencia de Vidian en la sala.

Intercambié miradas con mi hermanito antes de volvernos hacia Kalev y mirarlo de manera fulminante.

— ¿Puedes dejar de ser tan libertino cerca de Eli? — exclamó.

— Uy, pero que dominante y territorial se me volvió el enano. — canturreo Kalev.

Vidian estrechó sus ojos hacia él, casi a punto de gruñirle como un perrito cuidando a su ama. Sin dudas, de todos nosotros, Vidian había creado un lazo estrecho y muy fraternal con Eliza. Por lo que las insinuaciones indecentes de nuestro primo, alias el demonio con los genitales más sociables de todo el infierno, hacia nuestra niñera, no le agradaba ni siquiera un poco. Al igual que a mí.

Sonreí y pasé mi mano por su cabello, despeinadolo relajadamente en un intento de calmar a la mini fiera.

— No te preocupes Vidian, sabes perfectamente que no dejaré que sus depravadas manos le toquen siquiera un cabello a Liz. — lo tranquilice dándole una mirada significativa a Kalev.

Mi primo alzó las cejas y soltó una risa colmada de ironía.

— Lo siento, creo que oí mal. ¿Dijiste depravadas... manos? — bufó acercándose a mí mucho más de la cuenta. Dejando solo unos centímetros de separación. — Ambos sabemos que tú eres el menos indicado para tocar a Liz, primito. — murmuró.

Apreté mi mandíbula a más no poder. Mi piel picaba con la necesidad de volverme en mi verdadera forma y aplastar a Kalev por haber dicho ese estúpido y despectivo comentario y por el hecho, el estúpido y suicida hecho, de haberla llamado Liz.

— No puede ser, sólo los deje solos cinco minutos ¿Y ya se están peleando otra vez?

Estaba tan absorto en mis pensamientos para nada tranquilos y serenos hacia Kalev, que no noté que Eliza ya había vuelto de la cocina.

Deslicé mi mirada sobre ella. Sus ojos estaban brillantes y sus mejillas más que sonrojadas. El vaso de leche con chocolate en su mano derecha era una pista contundente de que había estado llorando. Pues algunas personas ahogaban sus penas en alcohol, otras en tabaco, abusos de sustancias o relaciones carnales, pero Eliza, ella simplemente se dedicaba a tomar un vaso de chocolate y sentarse a mirar una serie o leer un libro. Se perdía allí por horas hasta que finalmente su mal humor se esfumaba.

Lo que nos pasó por tontos (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora