23.

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CAPÍTULO 23.

La casa de Harry estaba repleta gente. A pesar de haber cortado la lista de invitados, habían bastantes personas y Felicity se arrepintió rápidamente de haber llevado a Elio. Sin embargo, sabía que contaba con la ayuda de su madre para que lo pueda cuidar.

El cantante estaba pendiente de la puerta de entrada esperando a que sus conocidos entren, y cuando vio que las personas que más estaba esperando entraron, no evito sonreír y prácticamente correr hacia ellos.

–¡Hola! –exclamó emocionado.

–Buena fiesta. –bromeó Gemma sabiendo que Harry no conocía a todos. Él rodó los ojos y saludó a todos.

Cuando llegó hacia donde estaba Elio, lo cargó para guiarlos hacia la zona en la que iban a estar.

Tom entrecerró los ojos sin que nadie se dé cuenta pensando en la confianza que el pequeño le tenía al cantante, y no pudo evitar sentir celos. Puso su mano en la espalda baja de Felicity y caminó con ella siguiendo a Harry. Esperaba esa noche poder decirle la noticia que había estado guardando durante tres días.

Harry había reservado un espacio en su jardín trasero. Le había pedido a Jeff que acomodaran una zona solamente para sus invitados más especiales: ellos. No habían muchas personas afuera, por lo que podían tener toda privacidad del mundo. Además, el jardín tenía una vista al mar preciosa y el espacio tenía un pequeño minibar para que no tengan que entrar a la casa en busca del bar. Harry había tratado de pensar en todo sabiendo la cantidad de personas que habrían.

–¿Cómo están todos? –preguntó cuando ya estaban en sus asientos y Elio ya estaba junto a su madre viendo un cajón lleno de juegos de mesa que Harry había pedido. Sabía lo mucho que al pequeño le gustaban.

–Es una fiesta muy grande. –comentó Sylvia abriendo los ojos viendo que reconocía a bastantes celebridades que solía ver en la televisión.

–Culpo a Jeff. –rodó los ojos sarcásticamente.

Estuvieron conversando todos durante un rato más. Harry le preguntó a Felicity como iba todo con el trabajo. Desde la última vez que se vieron, cuando Harry estuvo en Inglaterra, ambos no habían tenido mucho tiempo para hablar después que Harry volvió a Los Ángeles. El cantante estaba muy ocupado tratando de terminar todo lo necesario para volver a entrar al mundo de la música, después de haber estado en la actuación por un rato. Afortunadamente, todo había salido bien. 

Felicity miraba todo lo que ocurría en simultáneo a su alrededor. Por alguna razón, se sentía fuera de lugar, a pesar de que Harry la había invitado personalmente, no como muchas personas en la fiesta. Vestidos llamativos, escotes, trajes que costaban el triple de su salario; todo parecía tan lujoso para ser verdad. En silencio, la castaña trasladó su vista hacia el cantante. Él estaba vestido con un pantalón de color celeste y una camisa desabotonada, dándole un look fresco. Sonrió al ver como es que, no obstante a todo lo que parecía rodearlo, él seguía siendo la persona sencilla y agradable que había conocido el primer día que abrió la puerta en Diciembre.

Harry sintió la mirada de Felicity sobre él y volteó a mirarla. Ella lo miraba con un pequeño destello en los ojos, pero él no estaba seguro si era la luna que alumbraba su patio trasero, o aquella cosa que narraban en las películas de romance. Decidió borrar el último pensamiento de su mente y convencerse a sí mismo que era la luna.

–¿Quieres algo de beber? –le preguntó Tom al oído de su novia. Ella asintió y le pidió una limonada sin alcohol, ya que su hijo estaba presente. El británico asintió y se levantó.

–¿Irás al bar? –preguntó Harry. Tom volvió a asentir– Te acompaño.

Harry le pidió una cerveza al barman. Tom estaba seguía mirando asombrado a todas las celebridades que estaban rodeándolo. Tenía que aprovechar la situación, no era algo que pasaba todos los días.

–¿Esto es así siempre? –preguntó el ojiazul.

–¿El qué? –preguntó Harry con el ceño fruncido pero con una sonrisa en el rostro. Él sabía perfectamente a lo que Tom se refería. 

Cuando fue a su primer evento, cuando aún pertenecía a la banda británica, su cabeza prácticamente voló. Todas las personas importantes del momento estaban reunidas en un solo lugar y él no podía creer que ahora era tan importante como para compartir el mismo espacio que ellos. Recordó cuando llegó a la alfombra roja de tal evento y no podía dejar de señalar a las distintas estrellas que posaban junto a ellos. Cuando llegó a su casa, llamó a su madre y no había quién lo silenciara de la emoción que había vivido esa noche.

Conforme pasaba el tiempo, también se acostumbraba a estar rodeado de todo tipo de personas e incluso aprendió a diferenciar a sus amigos de las personas que solo lo buscaban por la fama. Era algo triste, pero tuvo que aprender.

–El ambiente. –contestó Tom levantando su dedo índice y moviéndolo en un círculo.

–No me suele gustar estar rodeado de tantas personas, así que esto es algo que me pasa dos veces al año. –explicó. 

Tom asintió en silencio, pensando muy bien sus próximas palabras.

La razón por la que había insistido en acompañar a Los Ángeles a Felicity, era porque pensaba tener algún momento de privacidad con ella para poder contarle una noticia por la cual estaba emocionado. Durante los últimos dos meses, había estado tratando de buscar inversionistas para abrir una nueva cafetería en cualquier parte del mundo y, así, comenzar una franquicia. Afortunadamente, uno de ellos le contestó y, después de bastantes reuniones online, este aceptó.

–Espero conocer a algunas personas importantes cuando esté en Australia. –dijo simplemente soltando la bomba y esperando a que esta no explotara tan fuerte.

–¿Australia? –dijo Harry alejando la botella de sus labios tras escuchar el país al otro lado del mundo.

–Me mudaré. –él contestó con una sonrisa orgulloso de sí mismo.

–¿Con Felicity? –preguntó Harry, a lo que el otro británico asintió. Ahora él se sentía un idiota por haber pensado en aquel brillo den los ojos de la castaña– Si me disculpas. –Harry trató de sonreír para disimular su confusión, pero lo único que salió de sus labios fue una mueca de disgusto.

Dejó su botella en la barra y, con el ceño fruncido, fue a buscar a Felicity.

Ella se encontraba viendo la playa desde la casa de Harry, donde solamente ella podía escuchar sus propios pensamientos. Había descubierto ese espacio secreto la vez que había llegado a la ciudad cuando aún tenía una relación con Harry. Fue el primer día. El cantante le estaba haciendo un tour y él le mostró esa pequeña esquina que reflejaba una vista perfecta al horizonte en donde se podían escuchar perfectamente el choque de las olas. Automáticamente se volvió el lugar favorito de Felicity también.

–No lo sé, dijo que iba a ir a escuchar a las olas. Solo espero que no haya bajado a la playa. –le contestó Sylvia a Harry cuando él preguntó por ella al no verla con su familia.

El cantante supo inmediatamente dónde encontrarla.

Harry se sentía confundido y un tanto enojado. ¿Por qué no le había dicho? ¿Realmente se mudaría? ¿Por qué Tom le había dicho la noticia y no ella? ¿Ella sería capaz de mudarse al otro lado del mundo y dejar todo? 

Comenzó a imaginarse a una Felicity en Australia junto a Tom y Elio. Y, por un instante, Harry se sintió culpable y egoísta al negarse ante aquel pensamiento por el simple hecho que quería ser Tom por un momento.

–Sabía que te encontraría aquí. –dijo Harry cuando la observó abrazando sus brazos ante la fría brisa de las olas. Felicity sonrió al saber que era cierto.

–¿Por qué me estabas buscando? –preguntó ella frunciendo el ceño.

Al mirarla a los ojos, sabía que él no podía reprocharle nada. No tenía por qué darle explicaciones. Tenía que dejarla ser feliz, así no sea con él.

–Espero que seas feliz en tu nueva vida en Australia. –él susurró como si le costara decir esas palabras y, al no decirlas, tal vez no serían verdad.

La mente de Felicity se bloqueó y su ceño fruncido se hizo más prominente.

–¿De qué hablas? –rió como si le acabaran un chiste.

ELIO ━ harry styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora