Sentado en el borde de la cama termino de ponerme los zapatos para marcharme.
—Cariño, ¿no piensas quedarte esta noche? —me dice Megan cruzando la estancia que nos separa. Toma mi cara e intenta besarme con el fin de retenerme.
—Acaso no fui lo suficientemente específico contigo cuando te mencioné que fuera del sexo no tienes ninguna posibilidad conmigo —le doy un último trago a mi whisky.
—¿Me volverás a llamar? —pregunta desesperada agarrando la puerta.
No le contesto. Para que prometer lo que no voy a cumplir.
Miro el reloj son las once y media. Todavía es temprano, sería un desperdicio total irme a casa y no aprovechar la noche.
Voy camino a Pura Club, el local que ha sido testigo de los mejores placeres que me he permitido estos últimos cinco años.
—Supuse que te habían convencido de dormir abrazados toda la noche —se burla Liam.
Liam, es uno de los dos cabrones que suelo llamar mejores amigos. Y, aunque la palabra afectuoso no está en nuestro diccionario, esos tipos son realmente mis hermanos.
—No ha nacido todavía esa mujer —le contesto sin mirarlo—. Un whisky, "Johnny Walker'' etiqueta negra —le pido al camarero.
—Pero miren a quien tenemos aquí. Si te soy sincero creí que por primera vez en todo el tiempo que te conozco romperías tus propias reglas —comenta Dylan bajo mi atenta mirada de pocos amigos.
He aquí el segundo susodicho. Dylan. Indiscutiblemente, este es el más cabrón de los tres.
Le doy otro sorbo al whisky, disfrutando de su increíble sabor. —¿Acaso crees que yo, Aiden Stone, cambiaría esta vida tan extrovertida por un compromiso que me va a joder la vida?.
Soy un alma libre... extremadamente libre. Me centro exclusivamente en el trabajo y en darle a mi cuerpo los mejores placeres: whisky y sexo.
Sí, soy ese tipo de hombre que las mujeres tienden describir con dos palabras, “no sirve”, el que está muy lejos de pronunciar otras frases que no sean “quiero follarte”, el tipo que no te abrazaría, ni te besaría, ni te llevaría de la mano a caminar por la plaza. Tampoco el que te dedicaría un montón de canciones románticas y te diría esas dos palabras, tan grandes y tan imbéciles a la vez, que dicen los que caen en las redes de algo absurdo e inexistente como lo es el amor.
¡Vamos que ni siquiera puedo decir esas palabras! Pero bueno, todos saben cuáles son.
—Cuidado Aiden, el universo por primera vez puede jugar en tu contra —expresa Liam, caminando destino a su conquista de esta noche.
Mentiría si dijera que creo en la atracción de las frases pronunciadas en voz alta. No vuelvo a follar con una mujer por segunda vez, simplemente porque me aburre, como podría tener a alguien a mi lado, cada día. Eso sería tan imposible como contar la cantidad de arena que tiene el océano.
Sigo sentado con la espalda apoyada en la barra y el antebrazo izquierdo sobre ella, con la otra mano sujeto el vaso de whisky. Inspecciono con mis ojos el lugar.
Viene una chica en mi dirección. Da cada paso bajo mi mirada, observo cada espacio de su cuerpo, cada detalle. Es sencilla... muy sencilla. No es de grandes curvas, su pelo es castaño y sus ojos... sus ojos a pesar de no tener un color exótico, son jodidamente bonitos.
Me asombra, como no luce un extravagante vestido o unos tacones exagerados o un maquillaje excesivo. Por el contrario, camina orgullosamente por el medio de todas estas chicas etiquetadas de perfectas, con unos jeans, un top y unos tenis.
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Inmune a sentir [Inmunes 1]
Romance... Aún siento su mirada intensa sobre cada paso que daba. No sé cómo mi cuerpo respondió tan bien. El corazón se me aceleraba y las piernas no andaban tan firmes, a decir verdad, caminaba por pura inercia. Solo lo miré tres segundos pero me bastaro...