•Capítulo 14. Keira•

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Las lágrimas brotan de mis ojos. Soy una completa idiota. El odiándome cada día más y yo como tonta deseando un mínimo roce para ser aun más feliz.

Choco con una chica.

—Disculpe. —Trato de recuperarme—. Estaba distraída.

—No tranquila —comenta ella muy amable—. ¿Estás bien?

—La verdad es que no, pero lo que me interesa es salir de este lugar.

—Iré contigo. Este debe ser un problema de chicos. ¿Cómo te llamas? Soy Gabriela.

—Un gusto Gabriela. Soy Keira.

Caminamos por la acera, sin lugar exacto. Necesito tomar el aire. Gabriela me acompaña en silencio. Es de estas personas que si necesitas estar sola, te acompaña en el mutismo.

— ¿Qué te sucedió? —pregunta ella luego de algunos minutos y largos pasos.

—Para resumirte el cuento. Me acosté con mi terriblemente guapo jefe, porque me gusta y porque soy tonta. Y el no ha hecho más que humillarme una y otra vez.

Realmente no me acosté, permití que me tocara, le entregué un maldito orgasmo, el primero después de mucho tiempo, pero, me siento igualmente como si me hubiese follado con la polla y no con el dedo.

La palabra humillida prevalece en colores encandecentes al recordar lo sucedido.

—Te entiendo sabes. Mi vida puede parecer color de rosas para mi familia y amigos pero no lo es. Todos los chicos que he conocido han sido unos completos gilipollas. Sufrí mucho la primera vez, he sufrido muchísimo después. Resulta que ahora conocí uno bueno. No es como yo. No tiene dinero para ser exactos, aunque a mí me importa una mierda eso, tengo miedo de la reacción de mi familia.

—Lo mío ya no tiene solución, pero lo tuyo sí. Habla con ellos, es tu vida, es tu decisión, estamos en pleno siglo XXI eso de castas es anticuado.

—Lo intentaré —expresa ella mientras agacha su cabeza.

— ¿Dónde vives? —indaga—. Quizás podría hacerte la visita.

—En Mission. Y no es lujosa como seguramente es tú casa pero estarás cómoda.

—Que te parece si te acompaño hoy. Tampoco estoy de buen ánimo. Mi relación no está en el mejor momento por mi miedo a enfrentar a mi familia.

—Está bien. ¿Te gustan las películas de terror? —Es lo único que mejorará mi humor.

—No tanto. Aunque prefiero eso antes del romance, hoy no estoy de humor para ver lo feliz que pueden llegar a ser otros.

—Espera. Llamaré a mi chófer —dice sacando su teléfono.
***

Timpo después estamos en mi departamento.

—Algo que te anime a ti cuando te sientes mal —pregunto mientras me quito los tenis.

Se pone a pensar.

—No sé. Tal vez un kit kat.

¿Por qué las chicas nos apasionamos tanto por el chocolate?.

—Un chocolate también —le digo—. Genial.

Inmune a sentir [Inmunes 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora