•Capítulo 18. Keira•

4.9K 233 21
                                    

Entro en mi departamento y de un portazo cierro la puerta. Me quito todo lo que llevo puesto. Este vestido y los zapatos. Voy al frigorífico y tomo el pote de helado de chocolate más grande que tenga. Directo al sofá a matar las penas. Como ya se conoce yo las mato con chocolate.

No soy gorda, por lo que como sin miedo todo lo que me gusta.

Sé que hoy me comporté como debía ser. He sido el entretenimiento de Aiden desde que me conoció, era hora de que el universo jugara a mi favor. Me encanta él pero nunca he sido una chica sumisa o que se pueda controlar con facilidad, su comportamiento me estaba atormentado.

Hoy me sentí libre, me sentí increíblemente bien, salvo por el detalle de verle besar a esa chica. Cada músculo de mi cuerpo se tensó ante ese contacto de su boca y la de ella. Si lo hizo por la apuesta o no, se acostó con otra chica, algo que yo no haría con otro chico, solo para molestarlo.

A pesar de todo si ese fue el resultado de mi comportamiento, no me arrepiento de nada, porque él es así, se habría acostado con otra de cualquier manera.

En ese momento tocan el timbre. Se alarman todos mis sentidos.

¿Quién será a esta hora?

Voy a abrir la puerta, pero olvido ese pequeño detalle de que estoy en ropa interior.

—¿Quién es? —pregunto.

—Lo sabes perfectamente Buckett.
¡¡Bestia!!

—¿Qué haces aquí Aiden?

—Eso también lo sabes perfectamente. Ábreme.

—No pienso abrirte Aiden. Vete ya.

—Abre la maldita puerta Buckett o voy a derribarla.

—Te dije que no Aiden. No insistas.

Le da el primer golpe a la puerta.

—Buckett piensas que estoy jugando.

Vuelve a darle un golpe a la puerta. Este más fuerte que el primero.
Se que será capaz de tirarla abajo. Porque él hace lo que se le antoje.
Abro la puerta. Lo recibo con cara de muy pocos amigos.

—Crees que puedes hacer lo que se te da la gana —le grito.

Cierra la puerta tras su paso. Me toma de la cadera apretándome muy fuerte contra él. Con la otra mano me agarra del cuello y acerca su boca a la mía. Siento su respiración agitada, imagino que por el numerito que ha hecho afuera. Sólo él es capaz de removerme el piso con un simple roce.

Arremete toda la rabia que ha acumulado durante la tarde por mi comportamiento, contra mi boca. Me guía hasta el sofá y me tumba en él. Estiro un poco la mano y logro colocar el helado, del que me había olvidado por completo, en la mesita de centro.

—Sabes que estás perdiendo la apuesta —le digo mientras desabrocho los botones de su camisa.

—La apuesta ahora mismo me importa una mierda.

Termino de quitarle la camisa y sigo a sus pantalones, saco el cinto y los desabrocho, él se termina de quitar todo, liberando su dura erección. Me quedo observando todo su cuerpo, esta hecho a mano. Toma mis manos y las amarra sobre mi cabeza con la corbata que saca del bolsillo de su pantalón.

—Te recuerdo que también estás perdiendo la apuesta —pronuncia con su sensual voz.

—La apuesta ahora mismo me importa una mierda —lo parafraseo.
Muestra su sonrisa condenadamente sexy.

Se deshace de la poca tela que me cubría y con su camisa me tapa los ojos.

La curiosidad ahora mismo me mata.
Siento el frío del helado sobre mi barriga. Arqueo ligeramente la espalda. Con su lengua succiona todo el helado derramado. Continúa en mis senos, el frío del helado se mezcla con el placer que me produce sentir su lengua recorriendo mi pecho. Succiona los pezones y yo gimo extasiada de placer.

Inmune a sentir [Inmunes 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora