Suena la alarma del teléfono. Deslizo el dedo para apagarla. Cojo la otra almohada y me la pongo en la cara. Me levanto de la cama directo al baño, me doy una ducha y me cepillo los dientes.
Miro el reloj son las siete. Abro mi armario y observo.
—Usar ropa adecuada, que obviamente no es esa —imito la voz del rey.
La verdad es que no tengo nada adecuado.
Cojo un pantalón negro, una blusa blanca muy sencilla, mi chaqueta color negra y mis tenis blancos.
Me sirvo una taza de café. Meto unas chocolatinas en mi bolso y salgo para mi nuevo trabajo.
Llego exactamente a las ocho a la empresa.
—Buenos días, señorita Buckett —me saluda la recepcionista. Esta es la segunda vez que se muestra agradable. Asusta Aiden Stone...de verdad asusta.
—Buenos días.
—Novena planta al final del pasillo, ahí pregunte por Abby. Ella le indicará.
—Gracias. —Ella asiente con una sonrisa.
No pienso coger el elevador, me da un miedo terrible los espacios cerrados.
Tomo las escaleras y subo las nueve plantas. Me apoyo a una pared y respiro profundo. No ha sido fácil, si tengo que subir estas nueve plantas así todos los días me muero.Respiro una última vez. Al levantar la cabeza doy un salto.
Mierda.
Ahí está él con su irresistible pose de modelo de revista.
—Señor Stone. —Este hombre protagoniza la película de terror de mi vida.
—Buckett tienes algún problema de audición o decides ignorar lo que digo. —Menudo humor.
Caigo en la cuenta que debe ser por la ropa porque me mira de arriba a abajo.
—Señor. En mi antiguo trabajo me vestía de esta manera, no había un control estricto con la ropa.
—Me importa bastante poco, aquí se hace lo que ordene. Será la última vez que vengas a trabajar así.
—Está bien señor. —Camino hasta el final del pasillo. Hay dos puertas por lo que no sé cuál es la que debo abrir.
—Tú debes ser la señorita Keira Buckett —me dice una mujer que camina en mi dirección.
—La misma —le comento.
—Abby More. —Me tiende la mano a modo de saludo.
—Mucho gusto señorita More —le devuelvo el saludo.
—Solo llámeme Abby. —Asiento—. Sígueme.
Abre la puerta que quedaba a la derecha. Al entrar en la pequeña oficina mis ojos se quedan mirando embobados cada espacio del lugar. Decir maravilloso es poco para expresar que tan genial se ve esta oficina. Es pequeña, pero tiene todo lo que necesito para trabajar. Frente a mí se encuentra un ventanal de vidrio que me permite ver gran parte de la ciudad de San Francisco. Un sofá para dos personas, una pequeña alfombra que compartía un mismo espacio con una mesita sobre la que se encontraba una lapto. Más adelante está una mesa un poco más grande sobre la que había documentos bien organizados. En la pared había cuadros bien lindos. No soy admiradora del arte, pero me gusta como le dan más belleza a este sitio.
—Esta será tu oficina —comenta Abby—. El señor Stone es muy estricto con el trabajo, el tiempo y la organización. Es maníaco del control, por lo que te recomiendo que andes muy atenta a todo y cumplas las órdenes al menor tiempo posible. —Abro los ojos, ella sonríe—. Te adaptarás.
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Inmune a sentir [Inmunes 1]
Romance... Aún siento su mirada intensa sobre cada paso que daba. No sé cómo mi cuerpo respondió tan bien. El corazón se me aceleraba y las piernas no andaban tan firmes, a decir verdad, caminaba por pura inercia. Solo lo miré tres segundos pero me bastaro...