—Señor —me comenta Alan— está hecho.
Asiento. Él se marcha.
Buckett. Buckett. Qué estás haciendo conmigo.
No puedo creer aún, como fui hasta su departamento.
La vi salir, con esa naturalidad que siempre la acompaña, incluso con aire de despreocupada. Sus pasos eran desunidos. Cuando estuve próximo, como hago cada vez que la tengo cerca, aspiro su aroma. A través de su respiración pude percibir los tragos de tequila que había digerido. Mi interior se volvió un caos. Estuve a punto de perder el puto autocontrol.
Al presentarme en su casa tenía claro que haría una cosa, darle la entrevista de trabajo, pero mi cuerpo, todo el camino estaba protestando lo único que mi mente tenía pensado hacer.
Sin darle más vueltas al asunto, y batallando enormemente, le di la entrevista de trabajo con fecha del día siguiente y me marché.
Todo el puto recorrido de vuelta estuve planteándome la posibilidad de regresar. Sin embargo, había algo que lo impedía. Algo, que yo en mi vida había experimentado, era la sensación de no estar haciendo lo correcto.
He enviado a Alan a recordarle la entrevista. Sé que hoy dudaría entre, si yo me había presentado realmente en su departamento o fue producto de su imaginación.
—Dime —contesto, después de que sonara el interlocutor.
—Señor —habla Astrid—, Enzo Fernsby ha llegado.
—Hágalo pasar —ordeno y cuelgo.
La puerta se abre y pasa Enzo, no son antes ser comido por los ojos de mi secretaria. Este simplemente la ignora, deliberadamente.—Aiden —me extiende este la mano, cuando llega frente a mí. Le devuelvo el saludo y ocupa asiento.
—Enzo, tu padre si logró convencerte de seguir sus pasos.
Conozco a Enzo desde hace mucho tiempo. Su padre y el mío hicieron muchos negocios juntos en el pasado. Enzo es varios años menor que yo, pero aun así coincidíamos en cualquier reunión o cena, en los que nuestros padres intentaban que sus hijos fueran entendiendo algo de sus trabajos. Por mi parte, mi papá jamás me impuso ser como él, ni estudiar lo que quería o lo que le convenía a su empresa. Elegí lo que quise y me desplacé en el mundo que seleccioné. A Enzo lo ocurrió todo lo contrario.
—Sí. En resumen, lo logró. Tal vez no fui lo suficientemente valiente para negarme o plantearle lo que verdaderamente prefería. Cada día le busco algo bueno o interesante a este camino que he elegido, o que eligió otro por mí, y parece que lo logro, al menos, estoy más conforme. He levantado mi propia empresa. No habrá un solo día de mi vida en el que Erick Fernsby me vuelva a decir que hacer o no.
—Hablemos ahora de negocios —cambia el tema—. Necesito la entrega de 1 400 vehículos. La transferencia vía marítima.
—Tengo pendiente una entrega. Surgieron algunos inconvenientes por parte el cliente. Estoy esperando la llamada de confirmación. ¿Piensas marcharte pronto a Nueva York?
—Dentro de tres días —contesta.
—Antes de tu partida, determinamos el día —aseguro.
Suena el interlocutor. Miro el reloj. Faltan dos minutos para las dos. Exclusivamente recuerdo una reunión a esa hora.
—Dime Astrid —expreso.
—Señor, Keira Buckett ha llegado.
Inmediatamente, me pongo de buen humor, al estilo de, puedo ver a Astrid entretenida con su teléfono y no la despido. Y recalcando como soy con el trabajo, esto es un nivel extremo.
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Inmune a sentir [Inmunes 1]
Romance... Aún siento su mirada intensa sobre cada paso que daba. No sé cómo mi cuerpo respondió tan bien. El corazón se me aceleraba y las piernas no andaban tan firmes, a decir verdad, caminaba por pura inercia. Solo lo miré tres segundos pero me bastaro...