15 - Morriña

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~ Morriña: Sentimiento de tristeza o de pena que se siente al estar lejos de la tierra natal o de las personas o lugares queridos. ~

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Pedri

Los días siguieron pasando, es increíble lo rápido que pasa el tiempo cuando eres feliz. Yo lo era. Tenía el trabajo de mis sueños, estabilidad emocional, contaba con los mejores amigos del mundo y con una compañera de vida que, a pesar de que no hiciera mucho que nos conocíamos, había vuelto mi mundo del revés y me llevaba a la luna solo con una mirada.

Sin embargo, me faltaba algo. Siempre he sido de aquellos que valoran lo que tienen. Pero también he sido de aquellos que extrañan lo que tenían en un pasado. Si había algo que me faltaba en Barcelona, eso era mi familia. A veces se me hacía muy duro seguir y no mandar a la mierda todo lo que habíamos conseguido, porque sí, todo esto no es solo esfuerzo de mí mismo sino sacrificio tras sacrificio de mis padres que siempre trabajaron para poder darme la mejor vida posible. Llevaba sin abrazarlos demasiado tiempo.

Barcelona no era Tenerife y por supuesto no era Tegueste. No me malinterpreis, adoro la ciudad y a su gente, pero no es mi lugar. Tal vez con el tiempo conseguiría acostumbrarme.

Definitivamente estaba de bajón, llevaba tres días del entreno al sofá de casa y de este de vuelta al gimnasio. Keira estaba realmente preocupada. Insistía en saber qué me ocurría, pero parecía entenderme. ¿Cómo iba a explicarle lo que me pasaba si ni siquiera yo lo tenía claro? Bueno, yo diría que tenía morriña, pero me daba vergüenza admitirlo. Un día llamó a mi madre y le pidió la receta de sus croquetas para intentar animarme. A mamá no le hizo mucha gracia tener que compartir su tesoro más preciado. Ella le prometió que no la compartiría con nadie. Ni siquiera aquello funcionó. Quería con locura a Keira y apreciaba su iniciativa, pero la cocina no era lo suyo.

El domingo jugábamos en casa, aquí en Barcelona, en el Camp Nou. Había insistido a mis padres para que vinieran, aunque solo fueran dos días, los necesitaba, pero estaban demasiado ocupados como para venir a ver a su hijo. Estaba un poco enfadado por eso y lo pagaba con la gente de mi alrededor. Estaba malhumorado e irritable, Keira prefería no hablarme cuando estaba así para evitar discusiones innecesarias. Sin embargo, Eric y yo nos habíamos mandado a la mierda había perdido la cuenta de las veces en esos días. Menudo carácter llevaba mi cuñadito. Pau disfrutaba de la situación. Sobretodo cuando después de habernos dicho todas esas barbaridades, no aguantábamos más de diez minutos sin volver a hablar. En definitiva, se me estaba yendo la cabeza.

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La mañana del domingo se tornó rara, Keira y yo habíamos pasado la noche anterior viendo pelis de miedo en mi habitación. No estoy muy seguro de la hora exacta a la que nos dormimos, pero debió de ser bien entrada la madrugada.

A la mañana siguiente me desperté completamente solo. No había ni rastro de mi novia y la casa estaba en silencio. Había una nota encima de la mesita de noche. Era su letra.

Buenos días, cariño.

Tuve que irme súper temprano para ir a entrenar, el casting está cerca. Lo he adelantado para poder ponerme la camiseta del Barça con tu nombre e ir a verte patear una pelota esta tarde.

Te quiere,

Kei:)

Dios, su esencia inundaba toda la habitación, aquella mezcla de vainilla y caramelo se había convertido en mi olor favorito en el mundo. Miles de maripositas se instalaron en mi estómago al saber que había madrugado para poder tener la tarde libre y venir a apoyarme. Odiaba madrugar. Si había algo que había aprendido de ella en las noches que habíamos pasado juntos, era que odiaba que la despertaran por la mañana. Cuando lo experimenté, estuvo de hocico conmigo hasta que le preparé tortitas para compensarla por mi osadía.

La chica de las Converse |Pedri González|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora