22- Perdóname

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Pedri

A la mañana siguiente, Keira se levantó súper temprano, decía que tenía que ir a la universidad a arreglar unos papeles que eran urgentes. Yo me hice el remolón en la cama e intenté que se quedara unos minutos más tendida allí conmigo, pegada a mi pecho y con sus labios en mi cuello. Ella se negó y me prometió que más tarde nos veríamos, que no iba a escaparse del país ni nada por el estilo. Y yo la dejé, nos dimos un beso rápido, la vi vestirse rápidamente y marcharse.

A los 10 minutos de marcharse, mi móvil iba a explotar. Eric no paraba de mandarme mensajes preguntando qué es lo que había pasado esa noche para que su hermana rechazara la oportunidad de su vida.

Yo no sabía de qué me estaba hablando, así que le llamé. Necesitaba explicaciones y Eric me las dio. Me contó todo acerca de la beca, que llevaba dos semanas sabiéndolo y que la noche anterior había venido a decirme que había tomado una decisión, que se marcharía a Lancaster y que estaba dispuesta a mantener una relación a distancia, que me quería, pero que ella y sus ambiciones iban antes que nadie. Y de repente, de la noche a la mañana, había llamado a su hermano diciendo que iba a la universidad a rechazar la beca. Que tenía que rellenar unos papeles exponiendo las causas del abandono y que quería quitárselo de enmedio cuanto antes mejor, no vaya a ser que se arrepintiese.

En ese punto de la conversación a mí me faltaba el aire. Era demasiada información toda de golpe. No creía que Keira fuera capaz de hacer eso, de abandonar todo por lo que había luchado y que tanto esfuerzo le había costado. Recordé aquella noche en el observatorio, cuando me confesó que haría cualquier cosa para conseguir sus objetivos. ¿Quién me iba a decir a mí que aquella chica, la cual estaba dispuesta a vender su alma por una oportunidad, iba a rechazar una de tales magnitudes por quedarse conmigo en Barcelona? No podía permitirlo. No era justo. Me dolía, claro que sí. Porque dejar que se marchara a Inglaterra era perderla para siempre. Nunca creí en las relaciones a distancia. Sin embargo, estaba dispuesto a pagar el precio que hiciera falta por ella, y si para eso tenía que destruir lo nuestro, así sería.

Tenía la cabeza embotada y los ojos surcados de lágrimas cuando salí de casa, me puse el casco y arranqué la moto para intentar llegar a la universidad y evitar que mi chica cometiera la mayor estupidez de su vida y de la que luego se arrepentiría toda la vida. No. Yo no quería ser cómplice de eso. Iba sumido en mis pensamientos, había más gente y más coches de lo habitual, eran las 10 de la mañana y la gente debería estar yendo a trabajar. En mañanas así, Barcelona se ponía imposible. Noté el reflejo de unas luces demasiado intensas saltándose un cede al paso justo en el momento en el que yo cruzaba. Después, sólo hubo oscuridad.

Lo siguiente que recordaría sería el ruido de la sirena de fondo. Me di cuenta de que estaba en el suelo, noté que el casco seguía en mi cabeza y, sin saber cómo respiré tranquilo y mis ojos se cerraron.

Keira

Estaba a punto de llegar al edificio administrativo de la UB, cuando un montón de mensajes inundaron mi teléfono móvil. Había llamado a Eric para decirle lo que iba a hacer. Iba a rechazar la beca y lo iba a hacer antes de que me arrepintiera. Ignoré todo lo que mi hermano decía para tratar de convencerme de que no lo hiciera y colgué el teléfono. A los 5 minutos, mensaje de Pedri. Keira, si me quieres, no lo hagas. No lo entendía, hacía aquello porque le quería, porque quería un futuro a su lado.

Se escucharon las sirenas de varias ambulancias, seguro habría habido algún accidente. Me encontraba rellenando los papeles cuando de repente el nombre de Pedri apareció en la pantalla del móvil. El corazón me dio un vuelco y en un mínimo momento de cordura le cogí el teléfono.

- Pedri... —mi voz sonaba preocupada al otro lado del teléfono.

- Hola Keira, este es el teléfono de tu novio, ¿Pedro, verdad? —una chica estaba al otro lado de la línea.

La chica de las Converse |Pedri González|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora