9- Love Someone

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Pedri

    No pude dormir en toda la noche, tenía muchas cosas que procesar. Estaba loco por ella, la deseaba tanto... Todos mis sentidos se revolucionaban si ella estaba cerca. La atracción física era obvia y lo había podido comprobar la noche anterior, pero aquello no era suficiente.

    Pau no volvió en toda la noche y supuse que se debió quedar con Eric a dormir(o no) así que decidí que era hora de ir a hacerles una visita a mis dos mejores amigos y de paso ver a mi rubia favorita.

    ———

    Eran las doce del mediodía cuando estaba tocando el timbre de villa García. Había pasado por el Starbucks y el dunkin y traía el desayuno para Kei. Un Eric despelucado me abrió la puerta mientras bostezaba.

- Buenaaass, tengo entendido que aquí se encuentra un tal Pau Torres, ojiazul, delgaducho, patilargo y vengo a reclamarlo.

- Tsss, está dormido. Déjale descansar, pobret. Estuvimos despiertos hasta tarde. —se estirazó.— Pasa al salón, estás en tu casa.

- ¡¿Os habéis acostado?! —no daba crédito, aunque era algo que intuía que tarde o temprano sucedería.

- ¿Qué dices, idiota? No, bueno sí. —alcé una ceja. — Es broma. Simplemente estaba muy borracho y quise cuidar de él.

    En ese instante, vi a Keira pasar por el pasillo en dirección a la cocina y silbé para llamar su atención. Iba todavía en pijamas y se había recogido su corta melena en dos coletas. Ella sonrió al verme y entró en la sala de estar.

-¿Alguien me explica qué narices hace Pau en gallumbos durmiendo en tu cama? —puso los brazos en jarras. — ¿Eric? No llego a ver que los pies le salen por el fondo de la cama y me hubiera lanzado a besarle como hago contigo todas las mañanas.

- Ya habrías hecho en un minuto lo que tu hermano lleva queriendo hacer desde que lo conoció.

     Ella asintió entre risas mientras Eric gruñía e intentaba justificarse inútilmente. Se acercó a las bolsas que había sobre la mesa y sacó la comida.

- Decidme que esto es para mí.

- Todo tuyo.

    Se sentó y se bebió el Frappuccino junto con el donut con más chocolate que había en la tienda. No pude dejar de mirarla en todo ese rato mientras que Eric nos contaba acerca de su extraordinaria noche. Incluso con la boca manchada de chocolate estaba monísima. El pijama le quedaba de maravilla. Ciertamente pensé que podría llevar un cubo de la basura en la cabeza y seguiría siendo la mujer más hermosa que mis ojos hubieran visto. Aquella chica era una jodida obra de arte.

    Parece que se dio cuenta de que mis ojos estaban puestos en ella ya que se levantó y dijo que se iba a la ducha y a vestirse porque, según ella, no estaba en condiciones para recibir invitados,aunque estos se hubieran presentado en su casa por sorpresa y sin invitación. Justo antes de marcharse me guiñó un ojo y yo le saqué la lengua. Acaso... ¿me estaba coqueteando?

    Enseguida apareció Pau que venía desperezándose.

- Pau, cariño, ¿me estás poniendo los cuernos? —dije en cuanto lo vi. La situación era cuanto menos, curiosa. Eric nos miraba divertido.

- Eeehhh...Yo no quería...—Se rascó la nuca mientras intentaba no descojonarse.

- NO LO NEGASTE, QUIERO EL DIVORCIO Y LA CUSTODIA DEL PERRO. —me puse en modo melodramático.

- Pero si no tenemos ningún perro, flipado. —Rompimos los tres a reír.

    Esos eran los momentos que me llenaban de vida. No sabía qué había hecho para merecerles, pero tenía claro que no les iba a dejar ir. Pau se sentó entre Eric y yo y cambió de tema.

- Tu hermana se ve bien hoy. Me la he cruzado por el pasillo y lleva una cara de idiota feliz que no se le aguanta.

- Creo que la culpa de eso la tiene el enano este que me la va a poner majareta. No ves como se tiran la caña. — Eric me dio una palmada en el hombro.

- ¿Qué dice de tirar caña? Que solo quiero ser su amigo, idiota.

- Solo quiero ser su amigo no será el nuevo me la quiero empotrar lo antes posible por casualidad, ¿no? —Pau se llevó tortazo doble. Yo le di un puñetazo en el hombro y Eric una colleja.

- Joder, un poquito de respeto, que es mi hermana.

- Pero si has empezado tú con el temita, ahora no te quejes.

- Oye, ¿os hace un día de piscina? Este calor es asfixiante y si eso, de paso que habéis invadido mi casa, aprovechamos.

- ¿Tu hermana está de acuerdo con esto?

- No necesito el permiso de mi hermana para invitar gente a casa al igual que ella no necesita el mío. Además, vosotros tenéis pase VIP.

    Pau y yo aceptamos y tuvimos que ir a casa a por las cosas necesarias para el baño. Me hacía ilusión pasar el día con ellos y tal vez, con un poco de suerte, Keira se uniría y podría, no sé, compartir un rato con ella.

———

    Decidimos volver a casa de nuestros amigos dando un paseo, tampoco es que estuviéramos tan lejos. Por el camino, quise interrogar a Pau.

- ¿Qué pasa con Eric, Pauet? A mí no me miras así cuando hablo, ni eres tan cariñoso conmigo y tampoco dormimos juntos.

- Eres imbécil. No lo miro de ninguna forma, claro que soy cariñoso contigo y anoche estaba borracho y no me quiso dejar sólo.

- Sí sí Pau. Pero que sepas que mientras más tiempo te intentes mentir a ti mismo más rápido te vas a pillar. Y te estoy avisando. —me miró fulminándome aunque yo sabía que en su interior me daba la razón. Estaba bien mentalizado de que le gustaba Eric igual que yo tenía claro que me encantaba Keira.

———

    Fuimos recibidos por una Keira que estaba radiante. Aquel bikini verde seco con aquella camisa abierta se estaban llevando toda mi atención. Por no hablar de su caraza que hoy llevaba una fina capa de maquillaje.

- Hola chicos. —nos dio dos besos a cada uno.

    Pau se fue y nuestras miradas volvieron a encontrarse. Entonces, me abrazó como nunca lo había hecho, yo pasé los brazos por su espalda, pero mantuve los puños cerrados para no tocarla en exceso. Sabía que aquello estaba siendo un gran paso para ella, para superar aquello que la había roto, que yo no sabía y que a la vez intuía. Y así nos quedamos, fundidos en un abrazo que parecía no querer terminarse.

    Las veces que nuestras distancias se reducían eran pocas, pero contaban con algo inexplicable. Para mí era electricidad, una corriente eléctrica que activaba mis sentidos y que me iba a volver loco, ganas, ganas de serlo todo y miedo, miedo a no ser nada, a estropear aquella magia que había entre nosotros, a no ser suficiente para el otro, a necesitarnos como el aire para respirar.

    Y ahí me di cuenta de que me había enamorado, de que aquella chica era mi salvavidas en medio del gran océano de decepciones y miedos que es la vida y de que no había vuelta atrás.

———

Hola!!!

Hoy tengo poquito que comentar.

Simplemente daros las gracias como en cada capítulo ❤️

La chica de las Converse |Pedri González|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora