RELATOS desde la OSCURIDAD [Completa]

24. VICTOR

"Cerré delicadamente sus párpados para que pudiera descansar en paz"

—Hija mía, revisa si llego un mensaje a mi celular, por favor.

Mi paz fue interrumpida por la voz de mamá desde la cocina lavando los platos de la cena.

Yo me encontraba tumbada en la suave cama de la ya mencionada, concentrada viendo a la nada. Los recuerdos de las ultimas noches iban y venían: La sombra de un hombre no tan alto, con sombrero, y un bastón en la mano derecha.

¿Por qué me observaba agachado desde los pies de la cama? o ¿Por qué murmura cosas sin sentido viendo a la ventana?

¿Por qué cuando cepillo mis dientes aparece detrás de mí en el reflejo? ¿Por qué su sombrero aparece y desaparece encima de la cama de mamá, y peor aún, ella no lo nota?

¿Por qué su voz es tan profunda? Hace que me den escalofríos cuando entra por mi canal auditivo. Ya veo la razón de mis tics.

¿Por qué mece la cuna de mi hermana pequeña mientras la ve fijamente? ¿Por qué parece que me habla dentro de mi cabeza justo ahora?

—LANAAAA.

Mi mamá.

Me puse de pie y corrí por el pasillo hasta estar en el campo de visión de la señora de la casa.

—¿Revisaste?—me preguntó perdiendo la paciencia.

—¿Qué cosa?— se quedó viéndome aun con las manos enjabonadas—¡ah! si, cierto. No, ya voy. Dame un momento.

Y torpemente me devolví por el pasillo tras el celular de mamá.

Desde donde estoy puedo verlo en la encimera, la pantalla se encendió por una notificación para luego apagarse. Iba a tomarlo cuando cayó al piso sin siquiera estar yo lo suficientemente cerca. Se escuchó el golpe en el suelo y lo levanté rápidamente disimulando todo.

Ni siquiera lo toque.

Alce mi vista al corredor después de levantar el celular y me quede perpleja al ver lo que hace contadas y oscuras noches me atormentaba.

Aquel hombre se acercaba a mi madre por detrás, ella no se había percatado de nada.

Viéndome fijo y sin vacilar, sus pies se fueron acercando a ella, lentamente, quería llegar y evitar su acercamiento pero no podía, no lograba moverme, a decir verdad tampoco podía respirar. 

Me di cuenta de que mi vista se oscurecía, así que levanté mis ojos, tenía el sombrero del hombre puesto en mi cabeza como una corona.

Los llantos de Lia, mi hermana, cortaron de una vez por todas ese lapso de vacío y silencio.

Mamá cerró el grifo. Fue darse vuelta sobre sus talones para atravesar fantásticamente el cuerpo del hombre.

Fue así.

Pasó a través de él, y mientras lo hacía, este ser se evaporó hacia el suelo, sin dejar rastro reconocible. Pude moverme al fin, toqué mi cabeza en un gesto distraído. Ya no tenía el sombrero.

—Lana, ¿Qué haces ahí plantada? ven aquí—entramos al cuarto de Lia, aún lloraba.

La alzó en sus brazos, haciendo ruiditos extraños con la boca. Las manitas pequeñas de Lia encerraron uno de los dedos de mamá, y entonces, al fin, se calmó.

Mi atención quedó plasmada en la cobija de mi hermana así que la tome, tenía olor a tabaco. Se la mostré a mamá, acercándose a la cara para que oliera.