28. El Violinista

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*Inspirado en las protestas en Colombia por el cambio de la reforma tributaria*


Él, estaba listo para quejarse pacíficamente por los cambios de su patria, dichos cambios bastante injustos para todos, injustos para él, para su familia y para el pueblo.

Sus amigos de la universidad habían sido convencidos por él para acompañarlo. Ir con escasa compañía sería una insistencia a sucumbir.

En la mente del chico yacían varios planes para aquella tarde, planes que se veían perturbados por las noticias, las advertencias de su madre y la abuela, las víctimas caídas en los hospitales y en las tumbas. Sin embargo, el joven las ignoraba, decía para sus adentros que era lo suficientemente fuerte para luchar en contra de lo pronunciado por el presidente.

«Estaremos a las 8 allá, lleva lo necesario»

Y así fue. Con los implementos necesitados para evitar desastres; algunas pinturas, su violín y uno de sus lápices, se juró en la mente dar todo de si.

Tocaré la pieza más desgarradora, desgarraré no sus vestimentas sino su pensamiento, tal vez así pueda marcar diferencia entre tanto caos.

Algunos pensamientos conectaron, ideas levantaron la mano, amigos llamaron al teléfono, su abuela se despidió soltando la palabra "cuidado" y un taxi yacía parado en la acera.

Allí se acercaba a su pronta muerte.

VIOLINISTA

El volumen de la melodía subía y bajaba, las miradas de admiración y algunas cristalizadas, mi brazo yendo y viniendo para llenarme por completo de gozo tras escuchar lo que tocaba. Así me perdía con mi instrumento, con mi arma en contra de lo que ya sabemos.

Paré aquel transe melodioso al escuchar un silbido que imitaba mi composición, no sabia de donde provenía, se escuchaba unas tonalidades más lento. Analice a mi alrededor, las personas habían desaparecido. Lo que traían dichas personas en brazos mientras protestaban estaba allí, aguas, banderas, carteles, maletas..., pero sus seres no.

El ya mencionado silbido se detuvo en unos segundos y dio paso fantásticamente a una mujer hermosa con cabello oscuro, esbelta e intimidantemente alta. Frente a mí, la mujer tomó el violín.

Lo extraño fue que no reclame tal acto, fue como si me lanzara a sus brazos. Fui dócil, fui sumiso.

Sin palabras que salieran de su boca ella tocaba como profesional, sentía el mundo desaparecer tras la suma que presenciaba: aquella criatura enigmática, más, lo que proyectaba la música que cantaba el violín en sus manos largas.

Mientras seguía suspendida en las notas agudas, me atravesó con sus ojos. Eran carmesí, un carmesí bastante oscuro a decir verdad. Sin mover un milímetro de sus labios carnosos me habló:

«¿Cómo quieres ser recordado, violinista?»

Su voz fue la muerte en un sonido corto, fue tan hermosa y deslumbrante, tan profunda y sombría, tan sensual y confusa.

¿Cómo quiero ser recordado?

La pregunta se esfumó cuando ella también lo hizo: Lentamente se acercó de nuevo a mi para extender sus brazos y darme el delicado violín, luego me sonrió perversamente y miró el suelo gris para desaparecer dejándome un sinnúmero de dudas danzando en mi cabeza.

Las personas protestantes aparecieron de vuelta, sus cosas ya no estaban en el suelo, estaban en sus manos. No había rastro de la mujer alta, en mi rostro había una tormenta de confusión. Todo lo anterior se vio interrumpido por una niebla que hacía a la gente correr despavorida.

Tomé mi violín e hice lo mismo que los demás.

Gritos se escucharon atrás. Golpes saltaron detrás, mi amigos desaparecieron sin más.

Corrí y corrí hasta doblar la esquina, una vez allí tome aire para recuperar mi respiración, asomé la cabeza para darme vistas de la niebla. Gente tosiendo y tocándose la cara, algunos se habían caído y se arrastraban por el pavimento. Estaban bastante asustados.

De pronto y sin aviso previo, un estallido provocó mi caída contra la pared de enfrente, golpeándome la cabeza, justo unos segundos antes puse mis manos para evitar tal golpe, pero fue tan deprisa y fuerte que termine por romperme la muñeca. Me deslice en la pared hacia abajo, agarrando mi mano para que no se moviera un solo milímetro.

«¿Cómo quieres ser recordado, violinista?»

El dolor punzante en ambas zonas afectadas no me dejaba abrir los ojos. En mi mente, mi subconsciente preguntó por el violín, realmente no tenía ni idea que había pasado con el. Mi cabeza pesaba, la recosté contra la pared ladrillada.

Los estruendos, los gritos de las personas, las protestas siendo calladas a golpes y el silbido de la mujer extraña que había empezado de nuevo, se perdían, ya que mi audición decidió darse vacaciones unos segundos.

Simplemente decidí rendirme cuando la intimidante mujer me tocó el hombro, cuando con sus manos frías me entregó el violín, cuando con ayuda de sus ojos carmesí entendí su presencia enigmática.

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(N/a): Estuve esperando tanto para publicar esto. feliz feliz feliz. Acuérdense de votar si les gusto el cap y comenten, no sean lectores fantasma:(

—Jackson

RELATOS desde la OSCURIDAD [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora