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Había perdido la noción del tiempo mientras veía la pared imaginándome mil cosas y escuchando la respiración y algunos quejidos de Villa a mis espaldas. Estaba comenzando a sentir demasiada hambre, pero no quería decirle a Villamil nada.

–¿No pensarán alimentarnos?

Y como si me hubiera leído la mente, Villa rompió el silencio, me giré para verlo, él estaba intentando ver algo a través de la ventana, alzándose de puntitas para poder asomarse por el pequeño pedazo de ventana que no estaba tapado con papel ni tablas. No pude evitar sonreír al verlo hacer eso, parecía un niño pequeño, se dio por vencido y me miro con una cara inexpresiva, tan pronto lo hizo solo pude pensar que ya íbamos a comenzar a pelear y era algo que no quería, ademas de que me faltaban ganas por el hambre, pero me sorprendió cuando me sonrió de la misma forma para después girar y seguir haciendo lo que estaba haciendo.

–Espero nos alimenten pronto -dije con un hilo de voz-
–Yo también

Me senté pegando la espalda a la pared y mire a Villa, tenía tanto que no me detenía a observarlo de esa forma, me encantaba su cuello y la forma de su cara, la pose en la que estaba, sus manos, el color y lo despeinado de su cabello, incluso su horrible barba a medio crecer me encantaba. Otra vez me encontraba sonriendo por su culpa, sacudí la cabeza para intentar concentrarme. Al darse cuenta Villa de que no alcanzaba, comenzó a caminar de un lado a otro en la cabaña, creo que los dos estábamos a punto de volvernos locos.

A los 5 minutos de no saber qué hacer, la puerta se abrió de golpe tomándonos por sorpresa, eran Koco y Simón, este último traía dos platos de comida y una manta, estaba maniobrando para que no se le cayeran. Koco nos miró, tomo los platos que tenía Simón en las manos.

–¿En serio? ¿Siguen sin hablarse? –Villamil y yo nos miramos- ustedes dos no van a poder conmigo, niños
–Les trajimos comida y una cobija -dijo Simón ignorando a Koco muy contento-
–Ya era hora -celebró Villa-
–¿Una cobija? -pregunte en voz baja-
–Si, es que Simón mojó la suya -agregó Koco-
–Si, lo siento -Simón alzo la cobija en el aire para luego entregármela– pero de todos modos no importa, ustedes dormirán aquí adentro más calientitos que nosotros allá fuera -señaló atrás de su espalda-
–Además de que no creo que les importe compartir ¿verdad?

La mirada de Koco viajó de Villa a mi, una y otra vez, pero Juan y yo no dijimos nada, miramos hacia el piso con vergüenza. Koco tomó ambos platos, echó lo de un plato sobre el otro, dejando una montaña extraña de comida sobre uno de los platos.

–¿Que haces? -dijimos los dos al mismo tiempo-
–Van a comer del mismo plato
–¿Por qué nos hace esto Koco? -le pregunté desesperada-
–¿Hacerles que?
–Esto
–Yo no les estoy haciendo nada, ustedes solitos se lo hacen... aprendan a compartir y aprendan a llevarse bien y este "castigo" termina -me entrego el plato y dos tenedores– disfruten su cena

Simón me guiño un ojo antes de que Koco se interpusiera entre ambos para cerrar la puerta. Villa se acercó a mi, le di el plato y uno de los tenedores, él se sentó en el piso mientras dejaba a su lado el plato, pico la comida (que era una extraña papilla) con el tenedor mientras hacía una mueca.

–¿Que será esto? ¿De donde lo abran sacado?
–No lo se -negué con la cabeza mientras me dirigía a sentarme donde anteriormente estaba-
–¿No va a comer?
–Come tu primero
–Vamos Nab, no empiece... ya hasta nos habíamos sonreído
–No tengo tanta hambre -mentí–
–Por favor, coma -Lo mire durante un par de segundos-
–Cuando termines -forcé una sonrisa, él se quejó y puso los ojos en blanco-
–Ande, venga

Suspire. Él sabía perfectamente que yo, a pesar de estar haciendo mi berrinche, me iba a acercar. Tomó un poco de la comida con el tenedor y la olió, no hizo ninguna mueca o cara extraña, así que no sabía si tenía algún olor desagradable la comida, pero dejo el tenedor sobre el plato. Me levante para acercarme a Villa, mientras él me veía muy atento.
Estaba sentado con las piernas cruzadas, a su derecha estaba el plato de comida, supuse que pensaba que yo me sentaría frente a él, pero no, me senté a su costado pero viendo en su dirección, o sea que podía ver su perfil tenso por no saber qué hacía, crucé mis piernas, entrelacé los dedos de mis manos y volví a suspirar, para después sonreírle forzadamente. Él me examino rápidamente con una cara curiosa, después señaló el plato, dándome a entender que debía comer, yo mire la comida y estaba a punto de negar con la cabeza cuando el sonido de mi estómago me delató. Me aguante una risa.

¿A Dónde Vamos? (Juan Pablo Villamil) {Morat}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora