Había algo que le gustaba de nadar.
No había ruido, pero tampoco silencio. Cuando se sumergía, sus oídos se cerraban para impedir que el agua se colara dentro, y podía escuchar el susurro del agua burbujeando y sacudiéndose alrededor.
Cuando se asomaba a la superficie, regresaba el bullicio de las personas hacer eco en el gigantesco gimnasio, la gruesa voz del comentarista por los altavoces y su propia nariz tragar una respiración larga a sus pulmones antes de volver a hundirse.
Sus brazos se estiraban y su cuerpo se ladeaba con cada brazada, moviendo las piernas para ayudar a impulsarse y llegar a tocar la pared final de la piscina de cincuenta metros.
Giraba y doblaba las rodillas, empujándose con sus pies y juntándolos para moverlos como la cola de una sirena, volviendo a hacer el recorrido hasta el final.
Cuando sus palmas tocaron la pared, se alzó, el agua ambientada de la piscina cayendo por todas partes, sus pulmones recuperando el aire de nuevo. Se quitó el visor de los ojos y pasó una mano por su rostro, deshaciéndose del exceso de agua, alzando la cabeza luego para observar el marcador.
Tardó unos segundos, muy pocos, y luego su nombre apareció en letras mayúsculas y amarillas, posicionándolo en primer lugar. Sonrió en grande, escuchando los gritos de celebración llenar el silencio. Su pecho se calentó de orgullo y felicidad, satisfecho por haber llegado a primer lugar en uno de los relevos más importantes, el final de un semestre concluido, colocando a su universidad como ganadora.
El piso estaba húmedo y resbaloso, por lo que tuvo mucho cuidado al alzarse fuera de la piscina, dejando que el agua escurriera por su cuerpo hasta hacer el charco a sus pies crecer. Se quitó el gorro de látex de la cabeza y pasó una mano por su largo cabello rizado y chocolate, humedeciéndolo un poco.
Había entrenado duro durante semanas con tal de llegar a ese día, de poner a su entrenador orgulloso. Y lo logró exitosamente. La sonrisa del hombre relucía en sus delgados labios, arrugas formándose en su frente, estiró los brazos cuando estuvo cerca y él se dejó abrazar.
"¡Muchas felicidades, muchacho!" fue lo que la rasposa voz le dijo, gritando entre el ruido del gimnasio "Sabía que lo lograrías".
"Gracias entrenador"
El hombre se rio, una risa profunda y carismática parecida a la reconocida risa de Santa Claus, su bigote moviéndose por el movimiento. Le dio una palmadita en su espalda que buscaba ser suave, pero Harry tenía la piel descubierta y mojada, así que se sintió el doble de fuerte de lo que originalmente era, ardiendo después.
Era un hombre bajito y gordito, como muchos de los profesores de deportes por alguna razón; tenía el pelo rojo y la piel tan blanca que parecía brillar en la oscuridad; era un hombre joven a pesar de lo que se pudiera aparentar, apenas iba llegando a sus cuarentas.
Luego del entrenador, vinieron más felicitaciones, sus compañeros de equipo lo saludaron con grandes sonrisas y halagos que llenaron su pecho de vergüenza y agradecimiento, alimentando su ego.
Desearía que sus padres estuvieran ahí.
Ellos no lo estaban, claro está, vivían a un poco más de dos horas desde Londres, en la pintoresca ciudad de Homes Chapel, Inglaterra. Sus dos hermanos mayores tampoco pudieron venir, ya que ambos tenían sus propios eventos en los deportes donde estaban.
Estaba solo, pero ni siquiera tuvo tiempo de sentirse verdaderamente triste por ese deprimente hecho, ya que sus amigos hicieron planes para festejar el triunfo del primer lugar. ¡Qué mejor que ir a tomar un par de tragos y relajarse entre compinches!
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𝗸𝗶𝘀𝘀 𝗺𝗲 𝗹𝗶𝗸𝗲 𝗻𝗼𝗯𝗼𝗱𝘆'𝘀 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵𝗶𝗻𝗴
FanfictionHarry Styles, miembro del equipo de natación de la UNDS, es un chico sin etiquetas que gusta de cualquier persona sin importar el género. Todavía no se atreve a salir del clóset por temor a la opinión de sus conservadores padres, pero no es su únic...