【𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗮𝘁𝗼𝗿𝗰𝗲.】

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"¿Quieres ir a almorzar fuera?"

Harry le preguntó a su mejor amigo una vez dejó las pesas en el suelo, apoyando los codos en sus muslos mientras pasaba una toalla pequeña por su rostro para quitar todo rastro de sudor.

Se encontraban en el gimnasio de la universidad, con el constante sonido metálico del equipo de ejercicio haciendo eco por el enorme salón bien iluminado.

No había muchas personas, solo eran ellos dos junto a un par del equipo no muy cerca, chicos y chicas de otras ramas del deporte ejercitándose por ahí. El olor del sudor y calor corporal inundaba por todas partes, también había un poco de metal y perfumes muy leves. Un repetitivo susurro de voces quejándose en el fondo.

Niall, quien había estado en la caminadora frente a él, llevó una mano hacia la pantalla de control para bajarle la velocidad hasta detenerla, pasando también su propia toallita por su rostro, peinando sus rubios cabellos hacia atrás que destaparon su frente perlada por la transpiración.

Estaban asquerosamente empapados, la ropa delgada sin mangas junto a sus cabellos pegándose a su piel perlada por la capa de sudor, cansados y agitados de tanto ejercicio.

"En realidad, quedé con Lucas", esa fue su respuesta antes de abrir una botella de agua y prácticamente acabársela en segundos, arrugándola, limpiándose los labios después. "Perdón, será a la próxima".

Harry asintió desganado, mirando a Zayn y Luke a su lado, ambos todavía haciendo levantamientos. "¿También tienen planes o vendrán a comer conmigo fuera?"

"Lo siento, le prometí a mi novia que iría a cenar con sus padres".

"Y yo tengo que ir a la presentación de la obra de mi hermana".

"Genial, comeré solo", el desánimo decoró su voz, frunciendo los labios en una mueca disgustada. No es que le importe mucho comer con alguien, pero gustaba tener compañía porque terminaba sintiéndose muy solo.

Podría preguntarle a alguien más, pero de pronto se sintió muy decaído como para hacerlo. Louis apareció en su cabeza de pronto, y lo consideró un buen rato en silencio mientras recogía sus cosas y las guardaba en su bolso deportivo para así irse a ducharse, pero negaba con la cabeza en un intento de rechazar la idea.

¿No sería un poco molesto ir de pronto después de dos días de no volver a ver ni hablar con él? Es decir, desde el sábado hasta ese día, lunes, no había hecho nada por buscarlo, no después de lo que sucedió cuando regresaron a los dormitorios.

Lo había devorado a besos, sus manos habían recorrido por todos lados, sus pieles de nuevo tocándose directamente, sumiéndose en su propio mundo de jadeos y gemidos de goce, besos fogosos.

Después de todo eso, él no volvió a Louis luego de despertar a su lado en la cama, abrazado a él, el castaño durmiendo a gusto entre sus brazos. Se había quedado observándole dormir, paseando sus ojos por su rostro calmado, su respiración sosegada, su cabello revuelto que le caía por la frente.

Se quedó así, con un codo apoyado en la almohada para verle mejor, su otro brazo todavía rodeándole la cintura, con sus largos dedos delineando cuidadosamente la suave piel desnuda de su vientre.

Admiró por un rato sus facciones, encontrando tierno aquel lunar que decoraba la esquina superior derecha de su labio, lo respingada de su nariz, la bonita curva de su boca, las espesas y cortas pestañas que caían en picada alrededor de sus ojos.

Y luego se abrumó.

Lo encontró bonito, hermoso, atractivo, luego lo encontró tan sublime que podría considerarse etéreo.

𝗸𝗶𝘀𝘀 𝗺𝗲 𝗹𝗶𝗸𝗲 𝗻𝗼𝗯𝗼𝗱𝘆'𝘀 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵𝗶𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora