【𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘁𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗼𝗰𝗵𝗼.】

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«Quiero pintarlo en todas las paredes, gritarlo de arriba abajo en los pasillos, quiero ponerlo en luces brillantes, porque no puedo mantenerlo callado.»

"¡Espera, espera! ¿a dónde vas así?", Abraham lo detuvo del brazo antes de que pudiera avanzar más. Harry se miró completo, soltando un quejido al recordar que seguía en bañador y con el jersey de Louis todavía puesto cubriendo el resto de su desnudez.

Por suerte ya estaba relativamente seco, ya que en su maleta había una toalla que pasó con su cabello y la colocó sobre el asiento del auto para no mojarlo.

"¿Q-qué quieres que haga? ¡No puedo cambiarme ahora!"

El rizado estaba tan alterado que comenzaba a trabarse al hablar, incluso podía verlo temblar como si fuera un perro chihuahua nervioso.

Se agitaba los rulos en ese gesto característico, dando saltos sin despegarse del suelo, podía ver sus ojos comenzando a brillar por las lágrimas que se acumulaban.

Conocía tanto a su hermanito, que Abraham sabía que si no trataba de, al menos, quitarle algo de su angustia solo un poquitín, tendría alguno de sus leves ataques de ansiedad ahí mismo.

Odiaba cuando eso sucedía, porque él también se desesperaba y entonces los dos estaban tan histéricos que era un completo caos.

"Oye, oye, mírame", así que, suspirando, lo sujetó de los hombros, mirando sus ojos. El menor imitó la forma en que tomó aire y lo dejó salir, hasta que los dos estuvieran un poco menos tensos. "¿Traes ropa de cambio ahí?", al ver la afirmación, continuó. "Entonces ponte una camiseta y después entramos, ¿de acuerdo? Voy a estar ahí".

"¿N-no me vas a dejar solo?"

"No", sonrió un poquito, tocándole la cabeza como si fuera un cachorro, "no vas a estar solo ¿uhm?", Harry asintió, por lo que Abraham le dio un par de palmaditas en los hombros, hablando suave. "Anda, vístete y entremos".

Tomando una bocanada de aire para tratar de calmar la ansiedad, el menor se acercó a la camioneta de nuevo para abrir su maleta y sacar de ella la camiseta grande y simple que llevaba de cambio, quitándose el jersey antes de ponérsela con manos temblorosas.

Pensó en cambiarse el bañador, pero siendo honestos, entre más rápido termine todo, más rápido podrían irse. Además de que no estaba del todo seco, así que acabaría por humedecer la ropa.

Sus ojos enfocaron el jersey en el asiento, sintiendo el pecho pesado al recordar la sonrisa tan sincera y hermosa en los labios de Louis, con ese destello radiante en sus ojos azules al dársela, la manera tímida de pedirle que la usara en el partido.

Le dolía el hecho de estar ahí, a dos horas de la ciudad, en un asunto delicado, en vez de estar en las gradas apoyando a su novio. Solo esperaba que el partido no hubiese comenzado y así al menos llegar en la mitad, lo que le importaba, incluso en un momento como ese, era no decepcionar a Louis.

A pesar de que eso signifique decepcionar a su familia.

Cerró la puerta del coche, tratando de reunir valor, y entonces siguió a Abraham dentro de la casa.

Tú puedes hacerlo.

«Quiero llamar a cada persona que conozco, escribir una canción y reproducirla en la radio, pegar un mensaje en una botella y después dejarla ir

No lo veía por ninguna parte. 

Louis seguía mirando en las gradas incluso cuando el entrenador los reunió a todos en un círculo para explicar la estrategia que usarán en ese juego una vez más, con todos prestándole atención menos uno.

𝗸𝗶𝘀𝘀 𝗺𝗲 𝗹𝗶𝗸𝗲 𝗻𝗼𝗯𝗼𝗱𝘆'𝘀 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵𝗶𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora