【𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲.】

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En cuanto Lucas se fue, Louis tuvo que esperar junto al nadador a que todos los demás chicos del equipo se fueran, hasta que ambos terminaron siendo los únicos, solo entonces Harry le sujetó del brazo y lo arrastró dentro de los vestidores, dejándolo en la entrada mientras el rizado se encargaba de revisar el lugar por si alguien pudo haberse quedado.

Y también pudo haber sido su oportunidad para huir, pero el menor no le dio tiempo si quiera de girarse porque volvió a él con la misma expresión neutra. Pero los hombros tensos. Estaba seguro que solo se contenía. 

"Pudimos hablar afuera, ni siquiera entiendo por qué esperamos a que todos se fueran".

"Alguien pudo habernos escuchado, es más seguro si estamos solos tú y yo" no para Louis, él solo quería irse a descansar. 

Pero Harry se mantenía tan firme en la estúpida decisión de hablar de quién sabe qué, que no podía evitarlo. Porque tenía curiosidad también. "Lo que pasó..."

"Dejaste en claro que nadie debía saberlo" interrumpió con el ceño fruncido, cruzándose de brazos, recargándose en los altos y delgados casilleros tras su espalda, justo como Harry lo había hecho en cuanto regresó junto a él. Ambos mirándose de frente, caras serias, ambiente tenso. "Creí que el asunto había sido olvidado".

Entonces el ojiverde suspiró, sus hombros destensándose y el cuerpo relajándose contra los casilleros, como si hubiese estado esperando escuchar eso, aunque su expresión no cambió mucho. 

Sus tupidas cejas seguían fruncidas y los labios aplanados, con el plus de aquella bandana alejando cabello de su frente haciéndolo ver más duro de lo que en realidad era. 

Y con el silencio, Louis se tomó la molestia de observarlo completo; un rostro guapo de facciones marcadas, lunares que le decoraban y pestañas largas que enmarcaban un par de felinos ojos grandes verdosos, una nariz grande y labios rectos, rellenos en los lugares correctos.

Con un cabello demasiado rizado, color chocolate, llegándole hasta rozar la punta de la nariz de forma delicada estando seco; lo tenía largo, pero sabía lucirlo, y ciertamente, no podía imaginárselo con otro estilo.

Luego estaba su cuerpo: alto, delgado, con hombros anchos y caderas pequeñas, un estilo de cuerpo triángulo invertido que podía apreciarse bastante bien gracias al uniforme de natación, oscuro con delgadas franjas blancas a los costados y un logo de la universidad en pecho del lado derecho. 

Piernas largas y fuertes, un tono de piel bronceado que le recorría cada rincón. Harry era sexy, era inevitable notarlo, un hombre guapo con un mirar intenso que podía dejarte las piernas como gelatina, sumando también ese tono profundo de voz.

A pesar de que el ejercicio en el fútbol podría parecer muchísimo más pesado que el de natación, Louis reconocía que Harry podría ganarle en una batalla a golpes. 

Era más alto y robusto, con fuerza impresionante, podría sentirse intimidado por él si no fuera por el tiempo que llevaba conociéndolo. Si no supiera que era un idiota, tal vez se habría doblegado desde el primer momento en que esa mirada se fijó en él.

Pero Louis también tenía lo suyo, los años en el deporte le dieron la misma ventaja, quizás estaban igualados en aquel aspecto. 

El de orbes azules también era fuerte, rápido y resistente, pudiera ser que no tenía un cuerpo de físico culturista y tampoco fuera demasiado robusto como el ojiverde, pero no se quejaba.

"Quería asegurarme de que realmente no hayas dicho nada" Styles rompió el silencio con un murmuro, todavía sus ojos fijos en él.

Y el castaño chasqueó la lengua. "¿En serio me encerraste en los vestidores contigo por eso? No, no dije nada, lo prometí y yo cumplo mi palabra".

Harry ladeó la cabeza, una sonrisa burlona apareciendo, confundiendo al futbolista. "No estamos encerrados, pudiste haberte ido mientras me distraje hace un rato o incluso ahora".

Pero decidió quedarse, porque tenía curiosidad, porque estaba interesado en lo que fuera que Harry quería. 

Ni siquiera se defendió, simplemente optó por no responder y cruzarse de brazos de nuevo, mirando la puerta principal con fingido interés, como si el metal rasgado fuera realmente impresionante.

Incluso cuando escuchó los pasos de el rizado acercarse, él no lo miró, al menos no hasta que un par de largos dedos sostuvieron su mentón y le obligaron a girar la cabeza, logrando enfocar esos grandes ojos felinos que parecían brillar de forma curiosa.

"¿Por qué no le dijiste a nadie? Pudiste haberlo hecho, me odias después de todo, era una buena oportunidad de hundirme".

"Todavía puedo hacerlo" levantó la cabeza, incluso cuando Harry no era más que un miserable centímetro más alto, justo en ese momento, se sentía muy pequeño "puedo decírselo a todos saliendo de aquí".

La sonrisa que le dedicó tuvo un aire cargado de arrogancia, también esa risa que pudo haber sonado coqueta. "Pero no lo harás".

Correcto, él no lo haría.

"¿Cómo estás tan seguro, uhm? ¿Qué te garantiza que no iré como un soplón al salir de aquí?"

Había retado, alzándose para susurrar cerca de la boca ajena, ojos todavía observándose. 

El de orbes verdes seguía sonriendo de esa manera prepotente, con su mano todavía levantada, hasta que sus dedos lo volvieron a sostener, esa vez del mentón, sin hacer mucha presión, pero sí hubo un agarre fuerte para hacerle saber que podría atacar en un movimiento en falso. 

Como un depredador acorralando a su presa, eso justo parecía Harry. Literalmente tenía a Louis atrapado entre los casilleros y su cuerpo, aunque su espalda ya no tocaba el metal, de igual modo se sentía como estar en una jaula con un tigre y el rizado fuera a comerle en cualquier segundo.

"Porque eres un hombre de palabra" su respuesta fue sencilla, y la mandíbula de el castaño se apretó con molestia porque le daba la razón. "Podrías ser un soplón saliendo de aquí, pero no lo serás porque hiciste una promesa que cumplirás".

Louis se quedó en silencio, mirándolo enojado, las cejas juntas y los labios aplanados, sin querer decir nada para contradecirlo. 

Y Harry bufó burlón, paseando su pulgar por el labio inferior ajeno, halándolo un poco para lograr que, entreabierta la boca, Louis dejándose hacer sin ninguna protesta más que ojos furiosos.

Lo delineó con cuidado, observando con verdadero interés aquel lunar ubicado en la parte superior derecha. De pronto teniendo el pensamiento de que quería besarlo.

"Que lindo que seas obediente" fueron sus últimas palabras, antes de darle una palmadita suave en su mentón y guiñarle el ojo, dándose media vuelta para caminar hacia la gran puerta doble de hierro blanco desgastado, que rechinó cuando la abrió y cerró.

Dejando a un ojiazul molesto.

𝗸𝗶𝘀𝘀 𝗺𝗲 𝗹𝗶𝗸𝗲 𝗻𝗼𝗯𝗼𝗱𝘆'𝘀 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵𝗶𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora