Capítulo 32

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«"Un tal vez nuevo comienzo, otro camino, pero por alguna razón el peso de los mismos viejos zapatos"...»

Siento que todo está cambiando. Para bien y mal; no lo sé. Hay muchas dudas, de nuevo. Y una parte de mí se siente culpable: extraño mucho a Travis. Estar aquí con mi familia en vacaciones de otoño me hace recordarlo, él debería de estar aquí (Como siempre). Mientras veo a mis primos lo recuerdo, él debería estar jugando junto a ellos, y junto a mí.

Una de estas noches me escabullí del cuarto de Claudia, y entré a la habitación de Emilio. Con él era muy unida, más después de la partida de Travis. Había tenido una pesadilla, aunque no había visto una película de terror, solo sé que fue tan traumática que me levanté de golpe, buscando algún refugio, entonces agarré el impulso de ir a donde mi querido primo. Me escabullí en su habitación y lo removí un poco con mi mano, mientras le susurraba su nombre, cuando se despertó me vio.

—Hola —le dije.

Ligeramente sonrió: —¿Problemas para dormir? —Preguntó.

Yo asentí, avergonzada.

—Ven acá, enana —dijo mientras levantaba su cobija y me hacía un espacio junto a él, me acosté de espaldas a él, y él rodeó mi cintura con sus brazos.

—Gracias —susurré.

—Descansa, enana —susurró, abrazandome más a sí.

De esa forma pude conciliar el sueño, sintiéndome por fin segura en mi subconsciente lleno de tragedia.

Cuando desperté esa mañana, me encontraba esta vez con mi rostro en su pecho, él aun abrazaba mi cintura y yo su torso cubierto. Tenía mis ojos abiertos y ya estaba totalmente consiente, sin embargo no había levantado la mirada para verlo.

—Buenos días —escuché de su parte.

—Buenos días —saludo, luego levanto la mirada— ¿Cómo sabías que estaba despierta?

Él me observa.

—Por tu respiración —responde, seguidamente acaricia mi rostro—. Llevo un rato despierto. No quería despertarte, te sentías cómoda.

—Lo estaba. Eres muy cómodo —digo vagamente y a la vez divertida, abrazándolo fuerte y acomodándome sobre su pecho.

Él suelta una risita.

Los minutos pasan, y no puedo dejar de pensar en Travis.

—¿En qué piensas? —pregunta.

—¿En qué crees que pienso?

—No lo se, enana, no puedo leer tu mente.

Río ligeramente.

—Pienso en Travis.

El silencio volvió a inundarnos por unos minutos.

—¿Qué piensas? —pregunta él.

—Solo... Lo recuerdo. Él debería de estar aquí... Con su familia.

—Sí, debería —responde él.

—Tal vez... —trato de hacer una oración.

—No puedes cambiar el pasado, Alice —me corta.

—¿Cómo sabes que iba a decir algo relacionado con cambiar el pasado?

—Eso solía decirlo o pensarlo mucho. Pero no está bien. Las cosas pasan por algo, y si eso no hubiera pasado, algo en el presente o en el progreso de todo hubiera cambiado. O quizás todo. No lo sé, Als, sería catastrófico.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2015 ⏰

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El Libro Perdido © |Luke Hemmings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora