Capítulo 3

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El cielo estaba despejado y parecía un muy agradable día. El sol iluminaba pero no en exceso, además, me encontraba debajo de uno de los árboles que están al costado de mi casa, sentada en uno de los viejos columpios que estaban allí. De hecho, habían sido míos, ahora eran de mis hermanos menores.

Me balanceo suavemente impulsándome con los pies. Tengo mi cuaderno color turquesa sobre mi regazo mientras escribo en él.

Tengo mis gafas puestas, pero no me importa, no creo que alguien pase y me vea con ellas, no había posibilidad, según yo. Sin embargo, mis amigas desde siempre lo han sabido.

Levanto la mirada y contemplo mí alrededor, el clima está fresco. Veo el suelo, el césped está más oscuro que el color verde de mis ojos. Luego dirijo la mirada a mis zapatillas negras, uso un simple pantalón de jeans y una blusa ligera color celeste, solo un poco más claro que el color azul de mi cuaderno.

Una brisa choca contra mí, cierro mis ojos, mientras siento que mi cabello se mueve con el viento ya que esta suelto.

Hace ya una semana que habíamos ido aquel día de compras. A mis amigas las había visto los anteriores días en clases, pero no había visto al primo de Nicolett, ni al propietario de aquellos ojos azules.

—¡Alicia! —Escucho a mi mamá—. ¡Alicia! —Veo a la ventana de la cocina abierta y a ella detrás de esta, que se encuentra prácticamente al costado de donde estoy ubicada en el columpio.

—¿Qué sucede, mamá? —pregunto en voz alta mientras me levanto con mi cuaderno y lápiz en mano para dirigirme a la puerta que da entrada a la cocina.

Al entrar, me encuentro a mi madre secando con un ligero pañuelo de cocina los platos ya limpios y casi secos, para después colocarlos en sus respectivos lugares en los gabinetes.

—Es viernes, recuerda que mañana es el cumpleaños de Tim, ¿ya has comprado su regalo?

Tim —o Timmy—, era uno de mis dos pequeños hermanos, el día de mañana él cumpliría once años. Y sí, había olvidado comprarle un regalo a mi hermano menor.

—Pues —comienzo—, aún no le he comprado nada. —Mientras me rasco la parte trasera de mi cuello.

—Alicia —pronuncia mamá reprochante, mientras me observa—.  Tienes que regalarle algo a tu hermano. Además, mañana en la tarde decoraremos la casa, vendrán tus primos y tíos, y no podrás comprar algo.

—Bueno —suspiro—, supongo que iré a al centro comercial que está cerca de aquí.

Ella asiente.

—Tim está en la casa de un amigo, ¿no? —pregunto.

—Sí, creo que en un par de horas lo hay que ir a buscar —responde.

—Entonces voy al centro comercial a ver que le compro.

—Hay que ir a buscarlo a las seis, ¿puedes buscarlo?

—Claro —Miro el reloj grande que se encontraba colgado en la pared de la cocina, eran las dos de la tarde—. Supongo que me pasearé un rato por allí.

—Está bien.

—¿Y Toby? —pregunto.

Toby es mi hermano de apenas tres años, es una cosita tan chiquita y abrasable.

—Lo he dejado dormido en su cuarto —responde.

—Por cierto, ¿dónde está papá?

—Salió con Frank. Debían de hacer unas cosas y luego volverían, deben de estar por llegar.

El Libro Perdido © |Luke Hemmings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora