Capítulo 24

1.1K 71 31
                                    

—Entonces, ¿Que tenemos aquí? —pregunta mi rubia amiga, mientras yo coloco ambas cajas sobre mi cama. 

—Recuerdos...

—Bien, entonces... ¿Cuál quieres abrir primero?

—No lo sé... —digo. Ambas cajas tienen mi infancia, pero una de ellas tiene objetos, e inclusive ropa de Travis—. Esta —señalo a la que no es de Travis, necesito ir lento.

—De acuerdo —acepta y abre la caja, me siento junto a ella sobre la cama, adentro hay más que todo álbumes, mi infancia... Wendy saca dos, también hay fotos regadas en la caja—. ¿Cuál de los dos quieres ver primero?

Yo me encojo de hombros.

—Entonces este —agarra uno. Yo, saco un mazo de fotos, sonrío débilmente—. Me gusta esta —dice, llamando mi atención.

Es... Una foto donde esta Travis, conmigo... El me está besando la mejilla, yo sonrío a la cámara con ojos entre cerrados, mientras él me está abrazando desprevenidamente desde atrás, con sus ojos cerrados, privándome de ver sus ojos azules en la foto, y atrapándome con un beso de la mejilla. Yo tenía como ocho años y el catorce, su cabello negro caía ligeramente sobre su frente, y era más alto que yo por lógica.

—Me gusta... —pronuncio.

—Mira esta —señala otra.

En esta, ambos estamos acostados en una manta sobre el césped, también estábamos cubiertos por ligeras sábanas, también teníamos almohadas bajo nuestras cabezas, sin embargo, yo tenía mi cabeza sobre su pecho y hombro, y mis pequeños brazos abrazaban su cintura, al igual que sus brazos la mía delgada. Supongo que ambos teníamos frío, era de noche, y se nos había ocurrido la genial idea de ver las estrellas, irónicamente, logro recordar que habían pocas, aunque nos quedamos hablando mucho esa noche, fue un acto muy tierno, porque nos quedamos dormidos abrazados, supongo que fue una foto tomada por mamá o papá cuando nos encontraron en el patio lateral de la casa, aunque no recuerdo que sucedió, tenía nueve años, y él quince, y aunque el ya fuera grande o mayor, seguía consintiéndome y pasándosela conmigo como si fuera solo dos años mayor que yo, y no seis.

Suspire.

Luego moví mi vista a otra foto.

—Esta—señalo yo.

Estábamos en alguna feria o un parque de diversiones, tal vez el zoológico. Yo estaba sentada sobre sus hombros, comía despistada un rosado algodón de azúcar. Mientras el agarraba mis piernas y sonreía a la cámara, y yo ajena a esta. No sé qué edad teníamos, pero yo me veía pequeña, y el como un chico grande, no tengo idea.

—Eras muy linda... —comenta.

—Era una niña. Él era lindo... —respondo.

—Si... —acepta.

Seguimos pasando las fotos, y cada foto me hace sonreír más, mis recuerdos con él son hermosos...

La noche de gracia, la hora abrir los regalos, año nuevo, su cumpleaños, mis doce años, cuando me enseñó a montar bicicleta, y cuando me raspe la rodilla al caer de la bicicleta, cuando el me abrazó fuerte y levanto del piso. Cuando le rogaba por jugar a las muñecas conmigo y cuando el terminaba aceptando. Cuando le pedí que me enseñara a jugar video juegos, y cuando todas las noches siguientes nos las pasábamos jugando, en la sala o en su cuarto. Cuando desayunábamos juntos cada mañana, y cuando me agarraba la mano para comenzar a caminar al colegio, cuando subíamos al autobús juntos y cuando nos sentábamos abrazados, cuando papá nos llevaba al instituto, y cuando él lo terminó y quede sola. Sin embargo, me siguió acompañando hasta la parada de autobús hasta los trece, puesto que se graduó cuando yo tenía once, y a veces me llevaba en auto cuando no estaba tan cansado o tenía tiempo, de resto comencé a irme sola al instituto.

El Libro Perdido © |Luke Hemmings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora